"Aunque la teoría de la serotonina y la depresión ha sido una de las teorías biológicas más influyentes y ampliamente investigadas sobre los orígenes de la depresión, no está respaldada por la evidencia científica. Eso cuestiona el uso de los antidepresivos".

Esa es una de las conclusiones a la que llegan los profesionales en psiquiatría de University College de Londres, Joanna Moncrieff y  Mark Horowitz, en un artículo sobre los orígenes de la depresión publicado en la revista científica Nature bajo el nombre de "The serotonin theory of depression: a systematic umbrella review of the evidence".

Moncrieff y Horowitz, apenas dos de las seis personas investigadoras involucradas en el estudio, sintetizaron los hallazgos en el medio de comunicación especializado The Conversation. Durante las últimas tres décadas, la información existente ha sugerido que la depresión está causada por un “desequilibrio químico” de la sustancia llamada serotonina en el cerebro.

En esta última publicación los expertos detallaron que es la primera en recopilar las principales investigaciones sobre la serotonina y la depresión que existen. 

Entre lo que destacaron, no encontraron diferencias significativas en personas con depresión y las que no lo padecen, en lo que refiere a estudios que compararon niveles de serotonina y sus productos de descomposición en la sangre o en el fluido cerebral. 

Otra área de investigación que destacaron es la centrada en los receptores de serotonina, proteínas situadas en los extremos de las neuronas a las que se une la serotonina y que pueden transmitir o inhibir sus efectos. La mayoría de los estudios en este sentido no detectan diferencias entre las personas con depresión y las que no la padecen. Es más, algunos trabajos sugieren que la actividad de la serotonina aumenta en las personas con depresión, justo lo contrario de lo que se sospecha.

Las investigaciones sobre el transportador de serotonina también sugieren que, en todo caso, habría una mayor actividad de la serotonina en las personas con depresión. Sin embargo, señalaron que muchos de los participantes en estos estudios ya habían utilizado antidepresivos. Y eso pudo influir en los resultados.

También examinaron las investigaciones enfocadas en si la depresión puede ser inducida disminuyendo artificialmente de los niveles de serotonina. Al respecto, encontraron que disminuir la serotonina no inducía depresión en cientos de voluntarios sanos. Una de las revisiones en este tema, basada en solo 75 pacientes, mostró pruebas muy débiles de un ligero efecto en un pequeño subgrupo de personas con antecedentes familiares de depresión, pero la calificaron como insuficiente.

Sobre la genética, señalaron que tampoco encontraron diferencias en la frecuencia de las variedades del gen que contiene las instrucciones para fabricar el transportador de serotonina entre las personas con depresión y los controles sanos.

Sin respaldo

Los expertos explicaron que, aunque la teoría de la serotonina y la depresión ha sido una de las teorías biológicas más influyentes y ampliamente investigadas sobre los orígenes de la depresión, no está respaldada por la evidencia científica.

Argumentan que, en la actualidad, la mayoría de los antidepresivos que se utilizan, actúan a través de sus efectos sobre la serotonina. Algunos también afectan a otro neurotransmisor, la noradrenalina. Pero coinciden en que las pruebas de su implicación en la depresión son demasiado débiles.

No existe ningún otro mecanismo farmacológico aceptado para explicar el efecto de los antidepresivos sobre la depresión. Si funcionan por su efecto placebo o adormeciendo las emociones, hay que poner en duda que hagan más bien que mal". 

En el artículo mencionado, resaltaron que inclusive hay evidencias de que las personas que creen que su propia depresión se debe a un desequilibrio químico son más pesimistas sobre sus posibilidades de recuperación.

Es importante que la gente conozca que la idea de que la depresión se debe a un desequilibrio químico es solo una hipótesis. De momento ni siquiera entendemos qué pasa exactamente en el cerebro cuando los antidepresivos elevan temporalmente la serotonina", dijeron los académicos.

La teoría del papel de la serotonina en la depresión fue propuesta por primera vez en la década de 1960 del siglo pasado. La industria farmacéutica no empezó a promoverla activamente hasta los años noventa, cuando empezaron a comercializar una nueva gama de antidepresivos conocidos como inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina o ISRS.

En efecto, según los expertos los ISRS aumentan temporalmente la disponibilidad de este neurotransmisor en el cerebro. Sin embargo, esto no implicó necesariamente que su descenso sea la causa de la enfermedad.

La idea promovida contó con el respaldo de instituciones oficiales como la Asociación Americana de Psiquiatría, que envió a pacientes y a sus familias el mensaje de que “las diferencias en ciertas sustancias químicas del cerebro pueden contribuir a los síntomas de la depresión”.

Advierten que es el mismo mensaje que han estado repitiendo miles de médicos en todo el mundo, tanto en sus consultas privadas como en los medios de comunicación. "Muchos empezaron a tomar antidepresivos porque creían que aquello solucionaría el desequilibrio de su cerebro", señalaron.

Esta revisión sugiere que el gran esfuerzo de investigación basado en la hipótesis de la serotonina no ha producido evidencia convincente de una base bioquímica para la depresión. Sugerimos que es hora de reconocer que la teoría de la serotonina sobre la depresión no está fundamentada empíricamente", concluyó la discusión de la publicación en la revista.