A las dos y pico de la mañana me despertaron los golpes a mi puerta, con una insistencia como cuando se llama por alguna emergencia. Abrí la puerta y ahí estaba él, con su bata blanca y sus gafas de protección sanitaria. El susto fue colosal. No era para menos, con la ¨placidez¨ y delicadeza con la que llamaron a la puerta casi se me desmayo del susto. Me temblaban las piernas, me sudaban las manos y sentía que mi corazón se iba a salir de mi pecho para esconderse en el armario. Claramente lo primero que pensé fue: ¡Ya está, vienen a llevarme! ¡Salí positiva! ¡Me llevan a un campo de confinamiento!

Sin decirme una palabra me entrega unos sobres con una prueba de antígenos y me dice que tengo cinco minutos para hacer la prueba. Cerré la puerta y por primera vez en mucho tiempo meterme el aplicador en mi nariz representó un alivio.

Como una ciudad fantasma al mejor estilo de una película de ciencia ficción que relata la historia de alguna catástrofe, o el mismo Apocalipsis, así se encuentran las calles de Shanghái en estos momentos; desoladas.

Shanghái, la metrópoli financiera de la República Popular China, ciudad donde se encuentra el puerto más grande y con más movimiento en el mundo, urbe de 26 millones de habitantes implementó desde el pasado 28 de marzo un confinamiento masivo, estricto y oficial en aras de interrumpir la cadena de transmisión del virus del Covid-19.

Este confinamiento, trae cierre de peajes de autopistas, interrupción del transporte público, cierre de supermercados, clases virtuales para las escuelas, colegios y universidades. El fin de la suspensión de dichos servicios es de implantar la política de “Cero Covid”, es decir, cero casos del virus. Dicha estrategia, se ha visto amenazada con la variante Ómicron debido al alza en el número de casos asintomáticos que dificulta las labores de rastreo.

Todos los días desde que inició el confinamiento los ciudadanos debemos realizarnos dos pruebas al día. Una de antígenos cacera y una prueba PCR. El país utiliza aplicaciones celulares para almacenar los resultados de dichas pruebas, de esta manera dar con residentes infectados y sus contactos cercanos quienes son mandados a un centro especial de salud.

Centros de convenciones, estadios, escuelas, hoteles y hasta residencias han sido convertidos en estos centros llamados FangCang 方舱 (Almacenamiento rectangular), cuyo fin es albergar a más de 160.000 infectados. Dichos centros se han dado a conocer en las redes sociales chinas como campos de aislamiento. En las mismas redes individuos han alzado la vos reportando el trato inhumano de dichos sitios; un lugar donde se pierde la identidad para convertirse en un número, sin duchas, fluorescentes encendidos las 24 horas y baños portátiles sin limpiar; así como también la falta de personal médico y medicamentos para tratar condiciones preexistentes.

Dicha política de aislamiento no discrimina a niños, ancianos o personas gravemente enfermas.  Si un niño da positivo en las pruebas PCR, independientemente de su edad, es separado de su familia y llevado a un centro especial para niños. Una vez más las redes sociales ardieron con videos de dichos centros donde se pueden apreciar niños en estado de negligencia. Tal fue la gravedad de los videos que los consulados de países de la Unión Europea y Gran Bretaña emitieron una carta en conjunto solicitando a la oficina de asuntos exteriores de China que por favor permitieran a los niños aislarse con sus respectivas familias y que evitaran a toda costa la separación de niños.

En dicho documento los diplomáticos también solicitaban la protección animal, debido a la cantidad de casos de personas que fueron enviadas a dichos centros y regresaron a sus casas para encontrar a sus mascotas muertas de hambre o de sed, o bien asesinadas debido a que aún hay muchos individuos en esta sociedad que temen que los animales puedan esparcir el virus.

La vida fuera de los campos de confinamiento es incierta. La distribución de suministros es compleja; supermercados, farmacias se mantienen cerrados hasta hoy. El gobierno dona víveres esenciales a todos los habitantes de Shanghái. Situación un poco contradictoria para una ciudad en donde tres semanas atrás predominaba la eficacia en compras por aplicaciones móviles.

Actualmente es posible realizar compras de víveres perecederos por medio únicamente de aplicaciones móviles, dificultando la adquisición de víveres para adultos mayores, que no cuentan con tecnología o billeteras electrónicas.

Aun no se tiene una idea clara de cuándo podremos salir de las casas a caminar nuestras mascotas, o disfrutar de la primavera. Para volver a gozar de ese privilegio el residencial o la comunidad necesita obtener 0 casos por 7 días consecutivos; 7 días más para poder salir al vecindario. El traslado de distrito a distrito aun es incierto. Tomando en cuenta que en el momento en el que se detecte un caso volvemos a fase uno. Todos encerrados en casa.

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