Ya no se podrá conformar ninguna coalición para las elecciones del 2022. El pasado 5 de agosto, fue la fecha límite para la inscripción de coaliciones.

Los partidos liberales y grupos afines tenían una oportunidad inmejorable, una elección donde la agenda económica y el desempleo son medulares, les permitía distanciarse de los partidos que han gobernado durante el presente siglo. Los grupos liberales no supieron leer la situación; o no lograron conformar una coalición liberal fuerte. Eso solo sus integrantes lo saben con detalle.

La tendencia marcada en Costa Rica, demuestra que la gran mayoría del electorado está conformado por personas indecisas, lo cual ha sido señalado reiteradamente por el  informe Estado de la Nación, según el informe de 2021, entre el año 2012 y el 2021 el 61% del electorado dijo no simpatizar con ningún partido político.

Ante ese desencanto, visible en las elecciones de 2014 y 2018, evidente otra vez de cara a 2022; ha surgido una explosión de partidos y partiditos, 26 en total. La mayoría con agendas o agenditas, propuestas poco viables y algunas desconcertantes. Así, han quedado manifiestas para el recuerdo y para el olvido, “la Sala V”, “el derecho a la felicidad”, derogar el decreto de la FIV, entre otras.

Algunos de estos partidos solamente buscan conseguir diputaciones, usando la visibilidad de la plataforma electoral presidencial, sus partidos no tienen para nombrar ni la cuarta parte de un gabinete.

Otros partidos nuevos, recientes o relativamente pequeños, pero que sí son serios, también carecen de estructura y fogueo en la Administración Pública (donde no son pocas las manzanas envenenadas), estos no han sido capaces de proponer un proyecto político común, temporal, realista y pragmático, que permita al electorado olvidarse definitivamente del añejo bipartidismo.

Los dos gobiernos del PAC tuvieron fracciones de minoría, don Luis Guillermo tuvo una bancada de 14; y don Carlos tuvo una de 10 (nueve luego de la salida de Paola Vega). Es muy probable, que quien gane en 2022 tenga una bancada relativamente pequeña.

Considero que el sistema político nacional por la voluntad del electorado, se mueve cada vez más hacia la necesidad de gobernar con coaliciones, especialmente legislativas, y no me refiero necesariamente a un sistema parlamentario. El problema es que los intentos de acuerdos legislativos nacionales han sido superficiales, oportunistas y se resquebrajan en tiempos de campaña, debido a la mala lectura que hacen los partidos, ya que según ellos, pueden gobernar solos; y la mala costumbre propia de no pocos diputados, cuya fórmula mágica es que quien esté en el Ejecutivo todo lo hace mal y yo todo lo haría bien.

Cuando los partidos y los representantes populares dejen de verse el ombligo, quizá entiendan que los tiempos actuales demandan abordajes diferentes. No en vano, el Presidente Alvarado debió conformar un “Gobierno de Unidad Nacional”, era lo viable ante tanta dispersión del poder.

Un gran acuerdo político para fortalecer la democracia, debe incluir como mínimo:

En lo electoral y político:

  1. Reformar la elección de magistrados (as).
  2. Valorar pasar a períodos de gobierno de cinco años.
  3. Eliminar la reelección indefinida de alcaldes.
  4. Reformar el financiamiento electoral.
  5. Reformar las elecciones de diputadas (os).

En la Administración Pública:

  1. Eficiencia y transparencia en la función pública (sin demagogia ni discursos mágicos).
  2. Evasión fiscal.
  3. Gasto del Estado (inversión, eficiencia).
  4. Seguridad y narcotráfico.

En lo ambiental: protección del medio ambiente y cambio climático.

En lo social:

  1. Urgente reforma educativa.
  2. Revertir las condiciones estructurales del desempleo.
  3. Derechos humanos, especialmente de las poblaciones en situación de vulnerabilidad.
  4. Cerrar la brecha de género y cualquier forma de discriminación contra la mujer desde un enfoque interseccional.

En los próximos días, comenzará a gobernar en Alemania una coalición entre los socialdemócratas, los verdes (ecologistas) y los liberales.

Guardando las distancias muy significativas entre los sistemas de gobierno en Alemania (parlamentarismo federal) y Costa Rica (presidencialismo), las democracias modernas parecieran evolucionar hacia coaliciones antes inimaginables. Islandia (parlamentarismo) es otro caso de gobierno de coalición (izquierda y derecha) desde el 2017 con buenos resultados, evidentemente su sistema también es diferente.

En Uruguay (presidencialismo), el país más estable en América del Sur, gobernó la izquierda durante 15 años (sin excesos) y no se convirtieron en chavistas (con minúsculas), ni tampoco en la Cuba del sur. Hoy, gobierna en Uruguay una coalición de derecha y el país sigue estable, con sus problemas como cualquier país, no existe modelo político perfecto. Según las proyecciones de la CEPAL, Uruguay tendrá un crecimiento económico del 4.1% del PIB, luego de una caída de -5.9% en 2020; mientras que Costa Rica tendrá un crecimiento del 3.7% para este año, luego de una caída del -4.1% en 2020.

Es una pena que nuestra campaña política, verse sobre discursos tan simplistas como el de quien se autoproclama "el único con experiencia y contactos internacionales", eso es pura demagogia. Otros exponen su retórica gastada de que tal es "comunista" o tal otro es "neoliberal".

Las coaliciones eventuales podrán ser previas a las elecciones o estrictamente legislativas una vez superadas las elecciones, en cualquier caso se requerirá de acuerdos programáticos y de su buena dosis de pragmatismo, pero por sobre todo madurez política. Aquellos que sean capaces de mostrar una hoja de vida limpia y con propuestas aterrizadas, bien harían en ceder un poco en sus ideologías en aras del bien común, poniendo así en jaque al añejo bipartidismo, cuyas prácticas cuestionables llevan décadas documentadas.

Quizás en 2026 tengamos un debate más serio. La democracia no evoluciona a partir de la demagogia, los caudillismos ni la retórica populista, tampoco desde los discursos mesiánicos. Repetir cien veces que hay que “reactivar la economía” no la reactiva.

Considero que tampoco requerimos una constituyente, ni la revocatoria de mandato. No sé cuál sería más peligrosa, tema para otra ocasión.

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