En “Un cuento de Navidad”, el escritor inglés Charles Dickens narra la historia de Ebenezer Scrooge, un señor avaro y amargado que detesta la Navidad y todo lo que no se mide en dinero.

Una Nochebuena, tiene la visita de su fallecido socio y luego de tres fantasmas (Navidad Pasada, Navidad Presente y Navidad Futura) cuyas enseñanzas le llenan de horror por su estilo de vida y los efectos de este en las personas alrededor de él. Resulta ser un sueño, pero se asusta tanto que de la noche a la mañana se convierte en alguien más cálido y generoso con quienes tienen menos.

La historia fue publicada hace casi 200 años, pero mantiene su validez hasta el día de hoy. Invita a no fijarnos tanto en los regalos debajo del árbol, sino a echar una mirada alrededor, a solidarizarnos con quienes tienen menos suerte en la vida.

Hoy, cuando una crisis del transporte marítimo amenaza con atrasar la llegada de los contenedores desbordantes de juguetes de Navidad, entre otros, tal vez sea el momento ideal para volver a pensar en esta solidaridad. A tender la mano a las familias que no esperan la llegada de los contenedores a los muelles nacionales, porque de igual manera, en su casa, no habrá nada debajo del árbol.

Y es que no es poco: una de cada cuatro familias en el país se encuentra sumida en la pobreza, siendo unas 1,35 millones de personas (Encuesta Nacional de Hogares 2021). Eso significa que, vivamos donde vivamos en el país de Pura Vida, siempre estaremos viviendo cerca de una familia que vive en pobreza. No es algo que ocurre lejos de nuestra cama. Están aquí y ahora, a unos pasos. Basta con (querer) abrir los ojos para verlo.

En esta Navidad, la Fundación Tejedores de Sueños invita a todos y todas a abrir los ojos y mirar alrededor, a tender una mano solidaria a quienes la necesitan, aquí cerquita.

Invitamos a que vean, realmente vean, el increíble trabajo de tantas personas voluntarias que se empeñan, a veces trabajando con las uñas, para que la Navidad llegue también a los barrios menos favorecidos, y a los hogares menos alumbrados. A quienes viven en las calles…

Invitamos a que se acerquen a alguna de las muchas organizaciones que, como la nuestra, no sólo en Navidad sino todo el año, se esfuerzan para que la juventud de hoy, la Costa Rica de mañana, pueda estudiar y prepararse para un futuro más próspero, para Navidades mejores.

Invitamos a quienes buscan regalos, a que se fijen también en lo que se puede encontrar dentro del país, que tal vez son regalos menos vistosos y exclusivos pero cuya compra puede ayudar a familias que conocemos. Hay bellísimos artículos de producción local, hechos con amor y creatividad. Probablemente no vienen con etiqueta “Made in”, pero llevan una parte del alma de quien los hizo, y a menudo toda una historia detrás.

Invitamos a que no tengamos que preocuparnos por la subida de peso con las comidas navideñas, sino a que las compartamos, o a que regalemos unos tamales y un café a quien no pueda comprarlos.

Busquemos de nuevo el sentido real de la Navidad: el de la solidaridad y la generosidad. A Ebenezer Scrooge le hacía falta la aterradora visita de tres fantasmas. Tal vez a nosotros, nos basta con unos contenedores atrasados para que todas y todos podamos tener una mejor Navidad.

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