Dice un proverbio indio que hay dos cosas que crecen cuando se comparten. La primera es el amor. La segunda es el conocimiento. Los científicos costarricenses queremos generar y compartir conocimiento. Sin embargo, los que trabajamos en biodiversidad nos vemos cada vez más agobiados por la creciente burocracia y el afán de control de la Comisión para la Gestión de la Biodiversidad (CONAGEBio). En lugar de articular con los diferentes sectores la gestión integral de la biodiversidad, para su conservación y uso sostenible, el ente se volvió un inquisidor de la investigación de las universidades públicas, desincentivando la generación de conocimiento e intimidando a los académicos costarricenses.

¿Qué llevó a que los científicos nos sintamos como criminales cuando estamos generando conocimiento de la biodiversidad del país? ¿Cuándo se nos olvidó que para hacer conservación se requiere investigación? ¿Acaso no son los investigadores los más interesados en promover la conservación de la biodiversidad? ¿Quién sembró el germen de la desconfianza entre el gobierno y las universidades? ¿Cuándo dejamos de ser parte del mismo equipo? ¿En qué momento los entes del gobierno se volvieron un fin en sí mismos en lugar de un medio para alcanzar los propósitos más altos? En fin, ¿Qué nos pasó? Así no podemos avanzar. Algo tiene que cambiar.

Costa Rica es un país muy privilegiado. Cuenta con el 5% de la biodiversidad del planeta gracias a la convergencia de factores geológicos, geográficos y climáticos. Por años, el país fue un importante centro internacional para su estudio. Ante los ojos del mundo, Costa Rica es sinónimo de biodiversidad. Sin embargo, muchas especies están desapareciendo a causa de las perturbaciones humanas, la expansión urbana, la actividad agrícola y el cambio climático. Una gran parte de esa biodiversidad permanece desconocida, y es trágico que algunas especies desaparezcan antes de ser descubiertas. Es triste que el impulso que por muchos años se dio a la investigación en biodiversidad haya perdido fuerza. La falta de recursos es una de las razones principales. Otra es el creciente número de trámites y burocracia, muchas veces sin sustento técnico.

A pesar de las limitaciones, los científicos de las universidades públicas han mantenido un firme compromiso por seguir estudiando diariamente la biodiversidad costarricense, realizando cerca del 90% de las investigaciones en las múltiples unidades académicas y centros de investigación. Estas actividades son realizadas con profundo apego a todas las disposiciones legales, consideración de las comunidades locales y respeto por la biodiversidad. Por tanto, la generación de conocimiento no representa ninguna amenaza para la conservación de la biodiversidad.

Las universidades públicas imparten numerosas carreras relacionadas con las ciencias naturales y el conocimiento de la biodiversidad. Por décadas, el país ha formado una inmensa cantidad de profesionales en estos temas. El Estado debería crear las condiciones apropiadas, en lugar de limitaciones, para que todos esos profesionales aprovechen y apliquen sus conocimientos. Particularmente en la coyuntura social y económica actual.

La Ley de Biodiversidad señala en su artículo 4 el respeto a la autonomía universitaria en materia de docencia e investigación. Dicha Ley facultó a la Universidad de Costa Rica a contar con su propia reglamentación y Comisión Institucional de Biodiversidad. Esta Comisión está compuesta por científicos con una reconocida trayectoria en la investigación y conservación de la biodiversidad. La experiencia de dicha Comisión constituye un excelente ejemplo de que la autorregulación de las universidades públicas, incluida en el espíritu de la ley vigente, no significa desregulación, sino una manera de hacer la gestión más eficiente, con mayor calidad e incluso a un menor costo para los contribuyentes. Sin embargo, el TEC, UNA, UTN y UNED no tienen esa posibilidad y tienen que gestionar sus permisos de acceso a través de CONAGEBio.

Los resultados de una encuesta reciente aplicada por Conare a científicos que han realizado trámites ante CONAGEBio evidencian los gravísimos problemas en la gestión de permisos de acceso a la biodiversidad. La mayoría de permisos tardan entre 6 meses y 2 años en otorgarse, lo que irrumpe por completo el planeamiento, la ejecución de fondos y el cumplimiento de metas. Este y otros problemas son atribuidos a la falta de capacidad técnica, exceso de atribuciones y lenta capacidad de respuesta de la oficina técnica. Esta situación tiene profundas repercusiones en el desarrollo de investigaciones, la realización de tesis de estudiantes y el conocimiento de la biodiversidad del país.

El Convenio de la ONU sobre Diversidad Biológica establece que “nuestra salud depende de la diversidad biológica. La diversidad biológica constituye la base de nuestros alimentos, es fuente de medicamentos y sustenta el suministro de aire puro y agua dulce, a la vez que contribuye al desarrollo económico y al enriquecimiento cultural y espiritual".

En este sentido, se discute en la Asamblea Legislativa el proyecto de ley 21.807, el cual corrige varias de las limitaciones que dificultan las actividades de docencia e investigación de la biodiversidad. Se brinda una mayor claridad a la norma y abre la posibilidad a todas las universidades públicas de establecer sus propias comisiones institucionales. Además, simplifica trámites, y permite hacer más eficientes los procesos de investigación, no solamente para las universidades, sino también para otros entes que estudian la biodiversidad costarricense. Estimula la generación de conocimiento, esencial no sólo para la conservación, pero también para su uso sostenible en beneficio de la sociedad. Esta reforma no representa una amenaza a la biodiversidad costarricense, sino todo lo contrario. En esencia: nadie ama y preserva lo que no conoce.

En conclusión, por este medio quisiéramos motivar a los científicos del país para que sigamos trabajando en el aula, el bosque, la lancha, el laboratorio, el museo y el herbario. Para que sigamos generando y compartiendo conocimiento de nuestra extraordinaria biodiversidad. Pero también, para que luchemos por lo que es justo y correcto. Para que nos involucremos más en las políticas que nos atañen.

Finalmente, hacemos un respetuoso, pero vehemente llamado, a las señoras diputadas y señores diputados para que atiendan las necesidades de los científicos que estudiamos la biodiversidad costarricense y hagan lo correspondiente.

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