Por Alfonso Corrales Arce y Georgianella Coto Quesada – Estudiantes del Club de Debate de ULACIT
Como era de esperarse, el internet ha llegado a apropiarse de gran parte de las actividades que las personas realizan día a día. Y es que, por medio del internet, se transmite gran cantidad de información a nivel mundial desde hace décadas, y, conforme pasan los años, esta cantidad de información va a aumentando y se vuelve indispensable para cualquier evento. De acuerdo con Jacob Morgan (2014) (creador de FutureofWorkUniversity.com), el Internet de las Cosas o IoT es un concepto que involucra la conexión de cualquier dispositivo al internet. Las máquinas, electrodomésticos, animales y personas tienen la capacidad de transferir datos por medio de la red y los aparatos electrónicos. Un ejemplo de la aplicación del IoT es la utilización del internet y el celular para desbloquear la seguridad de una casa, espejos inteligentes que informan el peso e hidratación corporal (Mango Mirror), y collares para mascotas que informan(2014) su estado de salud.
Países como Corea, Suiza, Países Bajos, Alemania y España lideraban la lista de países con dispositivos conectados a Internet por cada 100 habitantes, esto de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OECD (2015). Esto significa que dichos países invertían y destinaban en aquel entonces sus recursos en temas de tecnología y digitalización que, a largo plazo, les permite crear una estrategia para aumentar ingresos y posicionarse por medio de la creación de nuevos emprendimientos. Pero ¿cómo está la situación en Costa Rica?
En el año 2016, Costa Rica ostentaba el primer lugar en la lista de países de América Latina y el Caribe con mayor cantidad de hogares conectados y de acceso por medio de dispositivos móviles, esto de según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Sin embargo, este dato no refleja totalmente la realidad interna en tanto que, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) realizada en el año 2019 por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), solo el 60,2% de los hogares cuenta con conexión a internet y los menores porcentajes de conectividad se presentan en las regiones Huetar Norte y Caribe, y la región brunca. Esto muestra que los problemas de cobertura se presentan en las zonas más distantes del país, lo que genera retos en materia de inclusión y de alfabetización digital para estas mismas regiones.
Por otra parte, otro reto en Costa Rica es la protección de los datos. El país es definido como un puerto no seguro, de acuerdo con Puerto Seguro, una la ley que nivela las características de protección de datos de las personas que existen en la Unión Europea (Umaña, 2018). En este sentido, en Costa Rica, la legislación es desactualizada en materia de protección de datos y existe poco conocimiento de la población respecto del manejo seguro de su privacidad y su información en las redes.
En consideración de algunos de estos factores, el gobierno inició la Estrategia de Transformación Digital hacia la Costa Rica del Bicentenario 4.0, con el objetivo de preparar y potenciar la capacidad país de afrontar las oportunidades y retos de la cuarta revolución industrial y la sociedad del conocimiento, en las cuales el IoT tiene un rol central. Aún no se cuenta con la posibilidad de evaluar esta estrategia en términos de sus resultados e impactos; sin embargo, la estrategia es destacable y debe ser un punto de referencia para subsanar las deficiencias mencionadas y ser complementada por acciones concretas de todos los actores involucrados: sociedad civil, Estado y empresas privadas (Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones, 2018).
Todo lo anterior pone en perspectiva que la situación del país no es la mejor, aunque existen esfuerzos para superar los retos actuales. El IoT ha llegado para impactar la forma en la que se realizan prácticamente todas las actividades humanas, por lo que debe tenerse en cuenta que la capacidad de un país para conectar máquinas, dispositivos, animales y personas de forma segura, eficiente y accesible determinará sus niveles de bienestar, competitividad y, por lo tanto, también de desarrollo.