El Hospital San Juan de Dios habilitó un salón de aislamiento tras detectar la presencia en el centro médico de una bacteria resistente a los antibióticos.

De acuerdo con un comunicado de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), se trata de bacterias a las cuales se les adhirieron carbapenemasas, enzimas que las hacen resistentes a los antibióticos. El doctor Manuel Ramírez Cardoce, jefe del servicio de Infectología, explicó que los carbapenemasas son un mecanismo de resistencia a los antibióticos que se “pega” a las bacterias haciéndolas más fuertes, lo que hace que ningún antibiótico funcione.

A la fecha el centro médico reporta 27 pacientes que han presentado este mecanismo de resistencia a los antibióticos: cinco egresaron, tres están en aislamiento, uno permanece en otra área del hospital, libre del microorganismo; y 18 han fallecido.

Los pacientes afectados tenían en común estar críticamente enfermos, con periodos largos de internamiento en Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), post COVID-19 agudo, con sistema inmunitario afectado por cáncer, quimioterapia, estado terminal, u otras enfermedades crónicas.

Al ser pacientes que presentan una serie de comorbilidades y complicaciones asociadas, sus organismos están altamente comprometidos con un pronóstico reservado, por lo que ante la presencia de una bacteria con estas características y sin tratamiento de antibiótico que ofrecerles, el riesgo de muerte es muy alto.

Los primeros cinco casos se detectaron en febrero en la Unidad de Cuidados Intensivos y desde entonces el centro médico tomó las medidas necesarias para mitigar los contagios, y estableció coordinación con el Centro Nacional de Referencia de Bacteriología, del Instituto Costarricense de Investigación y Enseñanza en Nutrición y Salud (CNRB-Inciensa), para recibir y estudiar las cepas.

Según el reporte, aún se desconoce cómo esta bacteria resistente a los antibióticos ingresó al centro médico. Por ahora se están realizando tamizajes en las UCI para detectar la presencia de este microorganismo, pero a la fecha no se han encontrado más pacientes afectados.

“El mecanismo de resistencia consiste en una estructura que las bacterias adquieren y se lo pasan una a la otra, no necesariamente de la misma especie, puede ser entre especies diferentes, es como si la bacteria utilizara un anillo donde lleva toda la maquinaria (genes) para destruir los antibióticos”, explicó el infectólogo Ramírez Cardoce.

En el cuerpo del individuo la bacteria utiliza esta “arma” a favor destruyendo los antibióticos, por lo tanto, la persona que adquiere esta bacteria reforzada con el mecanismo de resistencia y desarrolla una infección, es prácticamente intratable con los antibióticos que actualmente existen y por esto la probabilidad de muerte es bastante alta en estos pacientes.

La bacteria se transmite por contacto y está en las superficies o en dispositivos, por lo que la limpieza, la desinfección, el lavado de manos y el uso de equipo de protección personal es vital, porque el microorganismo además de ser resistente a los antibióticos se adhiere a las superficies.

La doctora María Eugenia Villalta Bonilla, directora general interina del San Juan de Dios indicó que se están implementando medidas más estrictas para la disminución de los casos, entre ellas la vigilancia de los casos sospechosos con el fin de implementar las medidas de contención y prevención, se estableció un salón para el aislamiento de los pacientes (cohorte) que cuenta con personal de aseo, enfermería y médico exclusivo para su atención; se está reforzando todo lo relacionado con la desinfección de las diferentes áreas del hospital, y también la limpieza de la unidad de paciente (cama, mesa puente y mesa de noche) de forma recurrente.

A finales de abril, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió que los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestran que en la actualidad mueren al menos 700.000 personas cada año debido a enfermedades resistentes a los medicamentos; y que si no se toman medidas urgentes, estas enfermedades podrían causar diez millones de muertes anuales para 2050, además de provocar daños económicos tan catastróficos como la crisis financiera global de 2008-2009 y, para 2030, la resistencia a los antimicrobianos podría empujar a 24 millones más de personas a la pobreza extrema.