Por Marco Antonio Sandí Sandí - Estudiante de la carrera de Ingeniería Biomédica

Tener un cuerpo perfecto es algo que muchas personas quieren. Por una parte, a las mujeres les gustaría tener un cuerpo de 90-60-90, mientras que los hombres desean tener un cuerpo musculoso y definido. Según Rodríguez Molina (2007), “el cuerpo se ha convertido para muchas personas en el referente más importante de la propia identidad que homogeneiza valores a falta de otros de diferente naturaleza” (p. 290). Para poder alcanzar estos deseos de forma natural, se necesita una dieta balanceada y mucho ejercicio; sin embargo, hay personas que prefieren conseguirlo de forma fácil. Existen diversas maneras de cambiar nuestra apariencia sin necesidad de entrenar cinco veces a la semana y comer saludable. Las cirugías plásticas son una opción, pero existe otra manera (principalmente utilizada por los hombres) cuyo uso ha crecido exponencialmente a lo largo de los años en varias disciplinas deportivas. Este es el caso de los esteroides anabolizantes o anabólicos. El uso de estas sustancias produce resultados bastante eficientes y prometedores, pero pueden tener efectos nocivos para la salud.

Muchos han escuchado de los famosos esteroides y de lo dañinos que pueden ser, pero no saben qué son exactamente. De acuerdo con Rivera Prosper (2017), “los esteroides anabólicos (EA) o anabolizantes andrógenos son sustancias sintéticas derivadas de la hormona sexual masculina (testosterona) producida en los testículos por las células de Leyding. Los andrógenos son esteroides fundamentales para el desarrollo masculino” (p.16). Se evidencia que no es una sustancia natural, pero sí cumple las funciones de una. Los esteroides anabólicos son utilizados principalmente por adolescentes y adultos jóvenes. Por esta razón es que se ha mostrado una gran preocupación por parte de los especialistas, ya que el mal manejo y el abuso de estas sustancias puede presentar efectos negativos en la salud.

Uno de los casos más comunes de consumo de esteroides anabólicos es en el deporte. Se sabe que el físico de los atletas es clave para un buen rendimiento en su disciplina, por lo tanto, el uso de sustancias como estas les permite cumplir este propósito. Los esteroides anabólicos son utilizados en la medicina, ya que ayudan en el tratamiento de enfermedades, de hecho, son sustancias que deberían ser recetadas por médicos, pero el problema es que muchos jóvenes no saben de esto y los utilizan de forma excesiva (Avella y Medellín, 2012). Los efectos secundarios que puede generar el consumo desmedido de esteroides son varios, como el aumento del acné, la hipertrofia cardiaca y el cáncer de hígado, entre otros (Avella y Medellín, 2012). No obstante, Lo único peligroso no son los esteroides, sino también la ignorancia de las personas que los usan.

Son pocos los que defienden el uso de los esteroides anabólicos; no obstante, existe una disciplina que se ha caracterizado por tener una gran cantidad de consumidores: el físicoculturismo, deporte en el cual la apariencia física es primordial. Según Arbinaga Ibarzábal (2008), citando a Lombardo, estos atletas utilizan esteroides con el propósito de lograr “un incremento del rendimiento deportivo a través de una mejora en la composición corporal - reducción de grasas y aumento de masa muscular- e incrementos de la fuerza y la potencia” (p.49). Si bien estos motivos no son totalmente negativos, las consecuencias de consumir estas sustancias sí lo son. La búsqueda del desarrollo físico no parece ser una excusa lo suficientemente convincente como para poner en riesgo nuestras vidas.

Es evidente que los esteroides anabólicos han sido de gran ayuda para aquellos que buscan mejorar su apariencia física y su rendimiento deportivo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que estos son sustancias sintéticas que tienen fines salubres y de tratamiento de enfermedades, las cuales deben ser administradas por médicos o especialistas, y no por jóvenes que lo único que buscan es ganar masa muscular. La ignorancia de estas personas pone en riesgo sus propias vidas, ya que los efectos secundarios de los esteroides pueden llegar a ser bastante severos. Según Hernández Rodríguez y Licea Puig (2016), el uso de sustancias como los esteroides anabólicos deberían ser ilegales, dadas las repercusiones que pueden traer a la salud (p. 8). Ningún tipo de empleo de estas sustancias tiene la evidencia necesaria como para decir que no son dañinas. Existen otros modos de mejorar nuestra apariencia física, y aunque los cambios no se dan tan rápido, se pueden evitar peligros innecesarios.

 

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.

Referencias bibliográficas:
  • Arbinaga Ibarzábal, F. (2008). Consumo de esteroides androgénicos anabolizantes en el fisicoculturismo: relaciones con variables del entrenamiento y la imagen corporal. Revista Iberoamericana de Psicología del Ejercicio y el Deporte, 3(1), 47-60. file:///C:/Users/marco/Downloads/Dialnet-ConsumoDeEsteroidesAnabolizantesEnElFisicoculturis-2720013.pdf
  • Avella, R. E. y Medellín, J. P. (2012). Los esteroides anabolizantes androgénicos, riesgos y consecuencias. Revista Actualidad & Divulgación Científica (U.D.C.A), 15, 47-55. file:///C:/Users/marco/Downloads/892-Texto%20del%20art%C3%ADculo-3207-1-10-20180913.pdf
  • Hernández Rodríguez, J. y Licea Puig, M. E. (2016). Algunos aspectos de interés sobre la vigorexia. Revista Cubana de Medicina General Integral, 32(3). http://scielo.sld.cu/pdf/mgi/v32n3/mgi13316.pdf
  • Rivera Prosper, C. B. (2017). Estudio descriptivo del consumo de esteroides anabólicos en los estudiantes universitarios que realizan actividad física. Revista Colón Ciencias, Tecnología y Negocios, 4(2), 15-25. file:///C:/Users/marco/Downloads/48-Texto%20del%20art%C3%ADculo-79-3-10-20190128%20(1).pdf
  • Rodríguez Molina, J. M. (2007). Vigorexia: dicción, obsesión o dismorfia; un intento de aproximación.  Salud y drogas, 7(2), 289-308. https://www.redalyc.org/pdf/839/83970205.pdf