En el marco de todos los esfuerzos que se están impulsando para contrarrestar los efectos de la actual pandemia quisiera, respetuosamente, llamar la atención a poner el foco en garantizar la alimentación básica de la población con acciones específicas y de amplia cobertura.
Es preciso no olvidar que en la base de la pirámide motivacional humana se encuentra la satisfacción de las necesidades básicas de sobrevivencia, muy particularmente, garantizar los alimentos que sostienen la vida. En pos de la comida —del bocado para llevarse a la boca, como dice nuestro pueblo— se han provocado grandes revoluciones.
Yo no quisiera que tuviéramos que llegar a escenas como las que hemos visto en otros países donde la población hambrienta saquea supermercados.
Garantizar ese bocado diario —aunque sea solo arroz y frijoles— no es solo necesario para garantizar la sobrevivencia, sino requisito para la paz social. Una población hambrienta no solo no hará caso a las recomendaciones sanitarias sino que puede provocar un caos de seguridad ciudadana.
Si tenemos en consideración que cerca del 50% de la población nacional se ubica en la informalidad hay que pensar que la asistencia tradicional que se brinda a la población en extrema pobreza o la que se planea entregar a la población asalariada ahora desempleada (ambas muy importante) no le estará llegando.
En este contexto considero que es necesario pensar fuera de los parámetros tradicionales. con mentalidad abierta e imaginación en función de esta realidad y considerando que una amplia proporción de nuestra población está en necesidad o va a estarlo prontamente.
Por ello sugiero lo siguiente: establecer un acuerdo de créditos diferidos con las diversas cadenas de supermercados (las grandes como Perimercados, Walmart… etc. , y las medianas regionales y pequeñas locales) para que, con base en listas de familias por distritos (que pueden ayudar a identificar rápidamente las asociaciones de desarrollo, iglesias, etc.) se entreguen diarios básicos mensuales que garanticen la seguridad alimentaria de estas familias que por lo general están fuera de los radares institucionales. Esto se complementa con acuerdos con los productores nacionales que están teniendo dificultades para colocar sus productos por el cierre de restaurantes, centros turísticos y reducción de la capacidad de compra de la población.
Esta factura alimentaria la cancelaría el Gobierno mediante acuerdos con el sector alimentario. Repartir comida es más fácil y eficaz que repartir dinero.
¡Panza llena… mayor paz social… mayor protección sanitaria!
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