Desconfinamiento, reapertura, flexibilización, descalonamiento, soltar/aflojar las medidas. Sea cual sea el nombre, Costa Rica ya está enrumbada en este camino. El día de hoy, el Ministerio de Salud anunció su lógica y las nuevas medidas de distanciamiento físico y social que iniciaran para las semanas por venir.
Es prudente visualizar este periodo de 15 días, del 1 de mayo al 15 de mayo, como un tiempo de prueba en los cuales teatros, gimnasios, escuelas de natación, establecimientos de entrenamiento deportivo, los servicios de alquiler de bicicletas, los salones de belleza, las barberías, los comercios que vendan repuestos y los parqueos, serán los primeros en gradualmente ampliar su oferta. Celosamente, el Ministerio de Salud vigilará los aforos y el cumplimiento de las medidas de higiene tomadas en estos negocios para evitar un repunte de casos.
Así, el país se suma a otras naciones, en la mayoría europeas, las cuales empiezan a “experimentar” sobre la mejor manera de retomar, lo más cercanamente posible, el ritmo de vida pre-pandemia COVID-19. Digo “experimentar” ya que, en realidad, ninguna nación, organización, o individuo, conoce aún cuál es la mejor manera de realizar esta reapertura escalonada.
Previo al coronavirus que ocasiona la enfermedad COVID-19, tenemos que buscar más de 100 años atrás en nuestra historia para encontrar una pandemia de esta magnitud. La experiencia no está de nuestro lado en esta ocasión. Adicionalmente, hay que considerar que cada país cuenta con condiciones particulares, sistemas de salud idiosincráticos, estructuras poblacionales, demográficas y epidemiológicas únicas, constituciones genéticas diferentes en su población, y países vecinos a su vez con características sui generis. Todo esto hace que sea casi imposible homogenizar una sola manera de flexibilizar las medidas de distanciamiento social tomadas hasta ahora por los gobiernos.
Adicionalmente, aún desconocemos las características esenciales del SARS-CoV-2 y su impacto en la población y en individuos. Siguen existiendo brechas de conocimiento e información, tales como:
- ¿Cuál es la prevalencia y tasa de letalidad verdadera de la enfermedad COVID-19?
- ¿Se desarrolla inmunidad ante el SARS-CoV-2? De ser el caso, ¿cuánto dura la inmunidad?
- ¿Existe transmisión comunitaria sostenida e importante?
- ¿Existe la posibilidad de profilaxis contra el SARS-CoV-2?
- ¿Está mutando el virus? De ser el caso, ¿qué tanto? ¿Va a impactar esto el desarrollo de una vacuna, o la manera que tratamos contra el virus?
- ¿Qué rol juegan los niños en la transmisión del SARS-CoV-2?
- ¿Qué porcentaje de las personas son asintomáticas?
- ¿Existen otros factores de riesgo o protectores que no se han descrito?
Todas estas preguntas tienen un impacto directo sobre el manejo de la pandemia y de cómo se “reabren” los países. Por ejemplo, sin conocer con certeza qué rol juegan las y los niños en la transmisión del SARS-CoV-2, es difícil saber si es seguro o no abrir las escuelas. Sin convicción sobre si se desarrolla inmunidad suficiente para prevenir una reinfección contra el SARS-CoV-2, tenemos que suponer que toda la población, inclusive la que ya ha sido infectada, es igual de susceptible hoy al virus que hace unos meses atrás, cuando desconocíamos de la existencia del SARS-CoV-2. Sin saber realmente cuántas personas ni quiénes han tenido la infección (la prevalencia), dado que existen un porcentaje desconocido de asintomáticos y/o limitaciones en las pruebas diagnósticas, no sabemos realmente cuánto, ni cómo, ni dónde ha circulado el virus dentro las fronteras de cada país.
Así, y a pesar de todas estas incertidumbres, países como Alemania, Austria, Dinamarca, República Checa, Francia, España, Noruega, Corea, Estados Unidos, China, y ahora Costa Rica, han empezado su camino estructurado hacia la reactivación de la vida económica, educativa y social. Sin embargo, la “lógica” detrás de estas no ha sido siempre la misma. Por ejemplo, en Dinamarca, las guarderías están abiertas desde el 15 de abril, pero las instituciones de educación secundaria permanecerán cerradas probablemente hasta mediados de mayo. Por otro lado, la República Checa anunció que a partir del 27 de abril permitirá tiendas de menos de 200 metros cuadrados abrir, mientras en Alemania dicha restricción aplica para tiendas menores a 800 metros cuadrados. En Noruega se recomienda limitar reuniones a no más de 5 personas, mientras que en otros países este corte es de 10 y en otros de 15. En Austria los restaurantes y hoteles podrían reabrir a partir de mediados de mayo si las condiciones de salud lo permiten, mientras que otros países reevaluarán si reabrir hoteles hasta junio.
¿A qué se deben estas diferencias? Como se mencionó anteriormente cada país tiene sus particularidades de cómo el virus se ha comportado en su población, pero también diferencias en cómo han respondido ante los embates del SARS-CoV-2. Algunos países como Suecia nunca impusieron medidas restrictivas, y otros como España e Italia tuvieron que poner en cuarentena total a toda su población. Así, a como se retiran las medidas, el camino “de vuelta” es único para cada una de las naciones.
A como los distintos países avanzan en su ruta de reapertura y reactivación, parece existir consenso en usar la evaluación de riesgo para determinar cuáles actividades pueden volver primero, y en qué condiciones. Hay que tener claro que la reapertura aumentará el riesgo de propagación de la enfermedad COVID-19, y no hay manera de escapar esa realidad. La evaluación de riesgo lo que nos permite es cuantificar el peligro de las distintas actividades usando herramientas que miden básicamente tres cosas; la probabilidad de una mayor transmisión del virus, las posibles consecuencias de esa transmisión, y la capacidad para mitigar o modificar dichos efectos. Costa Rica aplica esta lógica en su hoja de ruta y mide el riesgo en los siguientes 5 dominios, expuestos por el ministro Daniel Salas en conferencia de prensa.
¿Qué toca ahora entonces?
Aunque ningún país tiene la certeza ni la metodología perfecta para levantar las medidas de distanciamiento físico, los países están usando la mejor ciencia y conocimiento disponible, y contextualizando con la información a su alcance. Las naciones además deben enfatizar la necesidad de un nuevo contrato social donde sean los mismos ciudadanos quienes ejercen un reforzamiento positivo sobre las medidas de higiene estrictas y el cumplimiento del distanciamiento social en todas las esferas de nuestras vidas. Ahora, para los países que están reabriendo, toca manejar y vigilar de cerca los casos de COVID-19 durante lo que queda de la pandemia hasta que una vacuna segura y efectiva esté ampliamente disponible. Esta en últimas instancias es la estrategia de salida por excelencia ante esta grave situación.
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