1816 fue un año sin verano por actividad volcánica en Indonesia. Se hospedaban en la Villa Diodati en suiza Mary Shelley, marido y John Will Polidori, médico de Lord Byron, el anfitrión. Una noche de aquel junio gótico, Lord Byron, lanzó un reto a sus amigos poetas: ¿Cuál de ustedes puede crear el sumo relato de terror? Así fue como nacieron Frankenstein, o el moderno Prometeo y El Vampiro respectivamente. Más adelante Bram Stoker se inspiró en El Vampiro para escribir Drácula. El árbol genealógico gótico es abundante, pero definitivamente los huéspedes de la Villa Diodati crearon los primeros brotes.
2020, Mark Gatiss y Steven Moffat estrenan Drácula de Netflix-BBC. Mark es británico y Steven escocés, ambos baby boomers y sin embargo, crearon una extraordinaria adaptación del clásico gótico con un agudo Female Gaze, narrado desde lo que acecha, escucha o vive la monja.
Ágatha Van Helsing es la versión contemporánea del profesor Abraham Van Helsing de Bram Stoker. Si bien el profesor era un doctor, abogado y filósofo holandés, especialista en el fenómeno vampiro; esta vez se llama Ágatha y es todas las pesadillas de Drácula juntas: una mujer educada y con un crucifijo.
Female Gaze -mirada femenina- es una tesis colectiva inspirada en la famosa Male Gaze -mirada masculina- de L. Mulvey. El Female Gaze lo hemos creado Jill Soloway, Laura Freixas, Mila Gisbert y yo misma; y lo primero que establece es que de ninguna manera es la forma inversa del Male Gaze; porque lo inverso en biología, género y cultura, no existe.
Entonces es Female Gaze cuando los distintos tipos de violencia contra las mujeres son el contexto y no el texto, y de ninguna manera el detonante, plot o conflicto. Agatha Van Helsing es clara al respecto: ella es monja porque al igual que muchas mujeres de su edad, está en un matrimonio sin amor, a cambio de casa y comida. Se lo recuerda Drácula: su iglesia siempre ha sido opresora de la humanidad, pero sobre todo de las mujeres.
También es Female Gaze cuando los personajes pueden mostrar sentimientos y emociones. Agatha y Drácula establecen un juego de seducción basado en efímeras astucias retóricas, repleto de emociones, intuiciones, fragilidades, sentimientos. Los varones abrazan, lloran y aman a otros hombres. También Ágatha fantasea eróticamente con otras mujeres.
Y finalmente es Female Gaze porque quedan claras las relaciones de poder entre los personajes: Agatha constantemente señala que Drácula consume víctimas nobles y cultas por su discriminadora actitud de aristócrata. El conde nombra a los cuerpos que consume como novias, sean estos hombres o mujeres; por el mero hecho de la relación de dominación que establece contra ellos. Ambos discuten acerca de los derechos humanos, como algo que la humanidad está apenas aprendiendo a usar.
Un plus: todo el abordaje abiertamente lgtbq+ pero a la vez de sexualidad fluida. Un contra: no sabemos cómo vive un tilapión ultra-sensible a la sangre como lo es el Conde Drácula, las menstruaciones de todas las mujeres que lo rodean.
En conclusión: El irlandés, Los dos papas, Ad Astra o El Joker, no son películas de hombres porque ese mundo “lo dominan los hombres“, son películas de hombres porque esos autores-hombres no consideran que las mujeres tengan ninguna relevancia en sus relatos.
Y para volver al 1.800, y a Mary Shelley, hija de Mary Wollstonecraft la primera feminista autodenominada y publicada en la época: lo que cuenta Frankenstein es la creación de la vida sin las mujeres, lo que cuenta Drácula es la vida misma pero sin la muerte.
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