Crecí en los años en que la tecnología digital daba sus primeros pasos y solo estaba cambiando algunas aplicaciones muy específicas. El día a día de la mayoría no se veía afectado por estos cambios. Seguíamos estudiando, trabajando, aprendiendo y divirtiéndonos de forma muy parecida a como lo hicieron nuestros padres.

Recuerdo un libro que leí siendo muy joven llamado ‘La tercera Ola’ de Alvin Toffler donde el autor ya preveía los efectos de la tecnología digital en el futuro cercano. Para mi asombro pude presenciar cómo esas predicciones fueron concretándose en realidades conforme pasaba el tiempo y la digitalización iba incursionando en muchos aspectos de nuestra sociedad. Hoy esta ‘transformación digital’ está presente en la educación de mis hijos, en la forma en que se desarrollan los trabajados y hasta en la forma en que invertimos nuestro tiempo libre.

La conocida “Cuarta Revolución Industrial” empujó a las compañías a incrementar sus presupuestos destinados a la tecnología y a plantear cambios organizacionales profundos para aumentar la productividad en el sector público y privado, lo que impulsa a su vez el crecimiento de la industria de tecnologías de la información.

A pesar de que esto asusta un poco a muchas personas, en lo personal valoro mucho lo que la tecnología nos aporta a nivel personal y laboral. Reconozco que, aunque hay riesgos y retos importantes, son más los beneficios que esta nos da.

Mis circunstancias me han dado la oportunidad de ver que al lado de la tecnología se pueden hacer cosas increíbles e impensables hace algunos años: una tarea que tardaba tres días ahora se puede hacer en 10 o 15 minutos; existen sistemas que permiten hacer reuniones desde cualquier lugar del mundo y es posible aumentar las capacidades productivas para generar mayores utilidades en menos tiempo.

Incluso los gobiernos han implementado medidas de regulación que obligan a empresas y personas a incorporar la tecnología en su rutina. Por ejemplo, en Costa Rica desde hace varios años es necesaria la firma digital para varios trámites, el año pasado las empresas asumieron el cambio de la factura electrónica; hace algunos meses experimentamos que para presentar la declaración del Impuesto sobre el Valor Agregado (IVA) había que utilizar un software y hoy nos vemos bajo la misma situación con el tema de la Renta.

En el 2018, el sector de Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en Costa Rica representó un volumen de ventas de ₡1.258.966,4 millones y según las cifras del II trimestre del 2019 del Banco Central, los ocupados en el sector son más de 46 mil personas en Costa Rica, número que aumenta poco a poco.

El migrar a nuevos métodos de trabajo relacionados con la tecnología para lograr objetivos abarca a todos los sectores, desde pequeñas y medianas empresas, transnacionales y Gobierno. De acuerdo con datos del Foro Económico Mundial 2019, hay una tendencia creciente sobre la confianza en los softwares, inteligencia artificial y la automatización, tanto que creará más de 21 millones de puestos de trabajo significativos y sostenibles en la próxima década.

La tecnología representa desarrollo y oportunidades para el país por lo que es clave estar abiertos a la innovación e implementación de ella, y lo más importante en el área empresarial, estar anuentes a reinventarnos profesionalmente, capacitarse y desarrollar nuevas habilidades indispensables para mantenernos en línea con el futuro.

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