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La Policía Nacional de Migración detuvo la mañana de ayer al sacerdote católico Jorge Arturo Morales Salazar mientras intentaba salir del país por la frontera de Paso Canoas, solo unos cuantos días después de que en su contra cayera una denuncia penal por abusos sexuales cometidos contra una víctima que, al momento de los hechos, era menor de edad.

— La noticia trascendió la mañana de ayer, luego de que a Morales lo atraparan a las 6:34 de la mañana en la frontera con Panamá, cuando un control migratorio reportó la activación de una alerta de Interpol motivada por la causa penal abierta contra el cura.

— Lo peor, sin embargo (sí, hay cosas aún más indignantes de lo que de por sí ya es esta) fue que el vocero de la Curia Metropolina, Jeison Granados, salió a la prensa a decir que la Iglesia Católica le hará un llamado de atención al sacerdote, porque "un llamado de atención que es lo que podemos aplicar".

— La Iglesia aseguró que "desconocía" de la denuncia penal sobre este caso, a pesar de que la denuncia canónica está interpuesta desde hace años y por ello las autoridades eclesiásticas rechazaron tener responsabilidad alguna sobre el intento de huída de Morales, pues aseguraron a la prensa que él ni siquiera cumplió con el deber que tienen los sacerdotes de reportar su salida del país a la Curia.

— Claro, porque cuando se va a huir del país solo dos días después de que trascendiera en prensa que hay una denuncia penal en contra de uno, y más aún cuando la causa está a punto de prescribir (el denunciante, de apellido Arguedas, tiene 27 años y las denuncias de este tipo prescriben 10 años después de que la víctima alcance la mayoría de edad) lo primero que uno hace es llamar al jefe a pedirle permiso para viajar, y claro, porque si uno sabe que tiene una lista cada vez más amplia (ya vamos por más de 20) de sacerdotes acusados de delitos gravísimos, lo común es que la Curia no les ponga el ojo encima...

— Si este caso no se pareciera tanto tanto al de Mauricio Víquez, quizá uno sí pudiese tener fe... pero vaya que nos remite al de Víquez, que sigue sin aparecer a cada vez menos meses de que el caso en su contra prescriba en la Fiscalía y también al de Enrique Vásquez, que escapó de Costa Rica en 1998 luego de que personeros del PANI lo denunciaran por abuso contra un menor de 11 años...

En entrevista a Universidad el denunciante aseguró que la querella ante el tribunal eclesiástico está interpuesta desde hace unos 8 años. La respuesta que recibió de parte de la Curia para el pelo:

Cuando mis papás fueron a poner la denuncia, Daniel Blanco (hoy obispo auxiliar) fue el que los atendió. Él tomó las anotaciones y dijo que iba a hacer todo lo posible por investigar el caso. Cuando me tomó las declaraciones a mí, me dijo que si yo ponía la denuncia en el Poder Judicial iba a salir en la Extra y en todos los periódicos, que yo iba a salir perjudicado. Me dijo que hacía lo correcto yendo a la corte eclesiástica. Cuando terminé de dar el relato, me dijo que no era muy creíble y que no había muchas pruebas del caso, que iban a durar mucho y que no había una prueba en concreto que certificara que el abuso fuera real. En resumen, él no me creyó, tomó el relato y ya. Me dijeron que como ya era mayor de edad, no se podía hacer mucho.

— Hay aquí otro detalle: Arguedas denuncia que las agresiones empezaron cuando él tenía 17 años y que se extendieron hasta los 19. La Curia, sin embargo, sostiene que el denunciante ya tenía más de 18 años pues "la denuncia llegó aquí cuando el denunciante era mayor de edad", según le dijo Granados a AmeliaRueda.com.

— Arguedas sostiene que tenía 17, pero más allá de eso nosotros tampoco entendemos cómo si los curas tienen obligación de celibato (y se supone que eso aplica con todas las personas, no importa si tienen 18 años o menos) y cómo si las violaciones son violaciones siempre, no solo si se ejecutan contra gente de 18 para abajo, esta defensa es de recibo para la Curia, principalmente si les están también acusando de no haberle creído a la víctima a la que le sacaron hasta titulares en Extra... pero bueno.

— Según un comunicado del obispo auxiliar Daniel Blanco, que el Semanario publicó, el sacerdote actualmente "no es cura párroco ni tiene ningún oficio parroquial. Tiene como medidas cautelares canónicas que solo pueda celebrar misa en una comunidad de hermanas religiosas contemplativas" y por tanto, aseguran, no tiene contacto con menores ni con los fieles en general. Menos mal...

— El tema es que ayer, según un comunicado de la Fiscalía General, Morales Salazar estaba tratando de salir del país (jugada Mauricio Víquez detected) a pesar de que "hoy es investigado como sospechoso de cometer un presunto delito sexual, por lo que será trasladado hasta San José, donde se le tomará la declaración indagatoria. Posteriormente se valorará la solicitud de medidas cautelares”.

— A estas alturas nosotros ya también estamos hartos de empezar cada mañana con noticias así de indignantes respecto a la Iglesia Católica. Pero es que ¿de qué otra manera se va a sentir uno cuando le dicen que un llamado de atención es lo único que puede hacerse? ¿Un llamado de atención también será lo que le toque a Mauricio Víquez cuando aparezca?

— Seguiremos atentos tanto a las denuncias contra sacerdotes, como al avance del proyecto de Ley de Derecho al Tiempo que, por fin, fue dictaminado esta semana por la Comisión de Asuntos Jurídicos y que está por llegar a Plenario para aumentar el plazo de prescripción por delitos sexuales cometidos contra menores de edad o personas sin capacidad volitiva o cognoscitiva, de 10 a 25 años después de que la víctima haya cumplido los 18 años de edad. No más Mauricios Víquez.

Bonus Track: Otra noticia de esta misma semana que nos demuestra, una vez más, la tortura que es denunciar, principalmente cuando el denunciado es un alto miembro de órdenes religiosasFamilia que denunció a pastor de Cartago por abuso sexual sufre martirio por insultos y amenazas.

Esta nota es parte del Reporte: Paola Mora nos escribe una peculiar carta, Mónica Segnini explica la génesis del Cementazo y las razones de su despido.