El 18 de abril marca un antes y un después en la vidas de cientos de estudiantes universitarios nicaragüenses. La sangrienta represión causada por el régimen de Daniel Ortega ha despertado una ola de indignación nacional a lo largo y ancho de todo el territorio nicaragüense, lo cual ha sido definido como el “inicio de una revolución cívica y pacífica”, tal como lo señalan Francisco, Valeska, Zaida y Víctor, líderes del movimiento universitario 19 de abril.
Estos estudiantes universitarios han visto como en los últimos tres meses sus vidas han pasado de ser las de unos simples estudiantes, a convertirse en arduos opositores al régimen nicaragüense, y por ende un símbolo de resistencia y esperanza para miles de ciudadanos en su país. Estos jóvenes ya no se desvelan para entregar un informe o estudiar para un simple examen, ahora muchos de ellos inclusive viven en la clandestinidad, alejados de sus familias y con el miedo a ser asesinados por la policía nacional, paramilitares o algún mercenario.
Con más de 400 muertos a sus espaldas, la represión por parte del régimen ha conseguido frenar la rebelión de los estudiantes en muchos puntos del país, pero sin duda alguna su lucha continuará hasta conseguir “una Nicaragua próspera y equitativa para todos”, lo cual se traduce en una Nicaragua sin Daniel Ortega ni su régimen sandinista, al cual tildan como “organización terrorista”.
Desobediencia civil y lucha pacífica. A pesar de que con el paso de los días y el aumento de muertos en sus filas, el movimiento estudiantil 19 de abril establece que la desobediencia civil y la lucha pacífica son la vía para derrotar al régimen, a pesar de que existen voces que intuyen a levantarse en armas, las cuales “siempre han existido”.
La legitimidad tanto nacional como internacional que han tenido los movimientos estudiantiles nicaragüenses tiene en el pacifismo la base de su lucha, y con ello el único medio para construir una nueva Nicaragua. A pesar de que los líderes del movimiento 19 de abril señalan al pacifismo como “el camino más largo”, saben muy bien que la credibilidad de su movimiento se basa en una Nicaragua donde existe un conflicto entre “asesinos versus desarmados” lo cual ya se ha denunciado tanto por diferentes organizaciones de derechos humanos como por parte de medios de comunicación.
¿Sandinistas versus antisandinistas? ¿Somozismo sin Somoza u Orteguismo sin Ortega? A pesar de que el futuro es incierto y Daniel Ortega no parece dispuesto —bajo ningún escenario— a abandonar o adelantar las elecciones, el movimiento reconoce que no pueden cometer los errores del pasado, tal como ellos afirman que sucedió en 1979 con
Somoza y a continuación con Ortega.A diferencia de 1978, cuando el pueblo nicaragüense se alzó en armas con el objetivo de derrocar la dictadura de Somoza, esta vez los estudiantes nicaragüenses enfatizan que su movimiento nacido en pleno 2018 es pacifista y con ello no busca dividir a la sociedad nicaragüense entre sandinistas y antisandinistas. “En el 78 hubo armas desde el primer día”, y “contamos con un respaldo popular enorme debido a que nuestra causa es noble”, un discurso del cual no huía el sandinismo en sus primeros años y le valió un amplio respaldo internacional, gracias a esas causas que defendía el sandinismo en el principio.
¿Vencedores y vencidos? El futuro es incierto pero los estudiantes no dudan de que tarde o temprano el pueblo saldrá victorioso ante el régimen de Ortega. “En Nicaragua nunca habido una revolución pacífica”, “no cometeremos los errores del sandinismo con los somocistas”. Las preguntas de cara al futuro son muchas, un escenario post Daniel Ortega parece todavía lejano, aunque a este movimiento no le cabe la menor duda de que tarde o temprano derrotarán al régimen.
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