El reloj político no se detiene y como todos los años, este primero de mayo se elige al Directorio Legislativo. Cuatro personas serán durante el Gobierno Alvarado Quesada votadas año con año para presidir las sesiones legislativas y poner “orden” en el plenario.
Arduo y sin pies ni cabeza. Así parece ser, muchas veces, el trabajo de quien se instala en el Castillo Azul, casa del máximo jerarca del Congreso. Un frío, idílico y viejo edificio espera a quien logre lo que todos los años es una hazaña: conseguir 29 votos.
De antemano, gran parte de los costarricenses sabemos cuán complicada será la Asamblea Legislativa que nos espera para los siguientes cuatro años. Pero, también una entrabada e ineficiente Asamblea nos dice adiós. ¿Lección? Los humanos somos complicados, claro, unos más que otros y si le agregamos a la ecuación el factor político debemos, sin reparo… armarnos de paciencia.
De cara a la última semana laboral en las curules de los diputados 2014-2018, nos sentamos a conversar con quienes fueron los presidentes del Congreso durante la administración Solís Rivera. En esta tercera entrega: Rafael Ortiz Fábrega.
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El Presidente amigo
Rafael Ortiz Fábrega es conocido no solo por su paso por la presidencia del Congreso sino también por su presidencia en la Liga Deportiva Alajuelense. Abogado de profesión y con un posgrado de Harvard, Rafa, de entrada, no invita a otra cosa que no sea la confianza.
La sensación es extraña, no sé si me toma por ingenua o si realmente el diputado es en esencia abierto con las personas. Luego de apagar la grabadora y tras compartir un par de anécdotas, puedo decir que realmente es una persona con menos perfil político y más perfil humano.
De su trato con el entonces Fiscal General Jorge Chavarría, el pasado 26 de octubre 2017, hoy no hay rastros. Mientras en aquel momento sus ojos saltaban de incredulidad hoy solo reposan en su propio tono verde azulado. Tampoco escucho el eufórico tono de voz que mandó a callar a Chavarría y las manos que antes golpearon la mesa para poner orden en la comisión del cemento chino hoy solo las usa para tranquilamente ordenar sus ideas en el aire.
Imposible decirle Don Rafael. No calza tanta seriedad. Pero tampoco resulta posible irrespetar su investidura. Si bien, Don Rafa, invita a la confianza, quienes hemos trabajado en el sector privado sabemos, también, que, aunque el jefe puede ser tuanis, sigue siendo el jefe. Don Rafa, además, inspira respeto. No en vano es la primera impresión que me llevo al observar cómo se mueve y cómo articula sus palabras.
Es lo suficientemente casual como para andar sin corbata, pero lo suficientemente cauto como para ofrecer la entrevista con su asesor al lado. Las blancas y vacías paredes de su oficina en el edificio Sion, anexo al edificio principal del Congreso, son sinónimo del fin de la administración 2014-2018, aunque también podrían ser sinónimo del inminente descalabro que podría sufrir, en cualquier momento, el recinto. Sus deplorables condiciones hacen que a cada paso que doy piense en mi último deseo.
El crujir del piso de madera y el insoportable calor que sufren quienes no tienen aire acondicionado en las oficinas hacen que apresure la entrevista. Al igual que con Antonio Álvarez, empezamos con los principales retos políticos y mediáticos que enfrenta un presidente legislativo.
“Yo creo que el reto político que enfrenta quien asuma la presidencia el primero de mayo (ayer, Carolina Hidalgo) es lograr amalgamar un directorio que le permita tener, en alguna medida, una coalición legislativa con la que pueda avanzar en la agenda que se predetermine. La misma [agenda], no solo está limitada a lo que el Gobierno ha definido, me refiero a la agenda nacional que suscribieron los partidos políticos, en la que estuvo involucrado el Programa del Estado de la Nación, el INCAE... la de Don Miguel Gutiérrez-Saxe, esa.
Entonces, me parece que el primer reto político es tratar de tener una coalición, por así decirlo, porque en el ambiente en el que uno se desenvuelve ahora es multipartidista y eso fue lo que casi que durante toda mi gestión dio buenos resultados, trabajar en coalición”.
¿El reto mediático?
—Yo creo que los medios en Costa Rica son críticos. Gozamos, por dicha, de una gran libertad de prensa y siempre van a estar muy encima de cómo se manejan las cosas, políticamente hablando. Creo que es importante comenzar con el pie derecho; siempre tener apertura en la forma en que uno se relaciona con la prensa; es un tema de personalidad, si se quiere.
Lo otro es, siempre, manejarse con mucha cautela porque los medios son como una caja de resonancia de las diferencias entre las fracciones [legislativas]. De eso hay un buen reflejo en la prensa.
Don Rafa nos decía que el reto mediático pasa por tener buenas relaciones con otros diputados, pues “las buenas relaciones no venden”.
“Eso no vende. Eso no es noticia. Yo me acuerdo de cuando dicen que si el perro muerde a un señor no es noticia, pero si el señor muerde al perro sí es noticia, y como quien dice no news is good news, o sea, que si se está llevando bien eso no es noticia.
El reto mediático es, también, sin duda alguna, la relación que se tenga con el Gobierno, porque yo creo que hay una gran expectativa de los temas de fondo que se tienen que resolver y me parece que los medios van a estar muy enfocados en ver cómo le va a hacer este Gobierno de Unidad Nacional con las relaciones con la Asamblea Legislativa, (...) es decir, la expectativa que hay es, también, de un gran trabajo de la Asamblea Legislativa con el Poder Ejecutivo”.
Cuando usted asumió la presidencia del Congreso dijo que no sería una piedra en el zapato para el Gobierno de Luis Guillermo Solís. ¿Cómo se construye una oposición inteligente?
—Yo dije eso en el sentido de que me parecía que una de las primeras tareas que teníamos cuando asumimos la presidencia legislativa era generar un clima de confianza con la ciudadanía. En el sentido de que la Asamblea no se iba a manejar de una manera arbitraria ni mucho menos, y también, era importante que el Gobierno supiera que no éramos un directorio oficialista pero tampoco íbamos a estar necesariamente generando obstáculos.
Más bien, uno de los temas que después logramos fue que en las reformas al reglamento y otras leyes importantes el PAC prácticamente terminó, en buena medida, siendo parte de mi coalición. Una de las cosas que sí tratamos de conversar era que si vamos a estar en constantes discusiones mínimo que fueran discusiones de fondo y no meramente por un control insidioso. Yo creo que todo eso pasa por construir un clima de confianza basado en un mucho respeto; sabiendo que no siempre vamos a estar de acuerdo pero que yo no parto de la intención de hacer zancadillas donde no amerita.
Ahora hablemos de realidad política. Cuando usted asumió la presidencia del Congreso dijo lo siguiente: «que no se atormente (el Gobierno) por el tema fiscal, con todo el respeto. Venimos a trabajar, a buscar una solución», pero hoy, dos años después seguimos teniendo el problema fiscal latente y sin solución. Esto lo que nos demuestra es que los procesos políticos son lentos, en este sentido, ¿qué debería tener presente la persona que ocupe la presidencia del Congreso en cuanto al lento avance en las discusiones políticas de temas muy importantes?
—Nosotros estábamos claros en ese problema y lo analizamos con diferentes organismos internacionales con los que nos reunimos, tanto los del Banco Mundial como los del Fondo Monetario; nos hicieron ver lo que estamos viviendo actualmente. Pero, es evidente que los costarricenses tenemos una aversión absoluta por discutir todo lo que tenga que ver con impuestos. Lo primero que promoví fue un acercamiento entre la fracción de Liberación Nacional, que venían de un enfrentamiento en las elecciones 2014-2018 y un primer año muy movido con Antonio Álvarez, y Helio Fallas. Esto para encaminar la discusión del tema fiscal, que no necesariamente era impuestos, porque ya había otros temas como el de fraude fiscal.
¿Cómo se maneja el lento avance de los procesos políticos?
—Vamos a ver... yo creo que... [piensa un poco] hay elecciones que dejan muchas heridas. Creo que la situación que se dio después de la del 2014 dejó al Partido Liberación Nacional herido y me parece que, por eso, su reacción inicial fue venir [al Congreso] a hacer una oposición muy férrea.
Lo más importante para mí, y que, más que en política lo he aprendido en mis más de 25 años trabajando en temas de negociación, es generar esa confianza. Por eso, desde un principio le decía que tuve que promover que don Helio y Liberación conversaran porque durante el año anterior [2014-2015] prácticamente no se hablaron.
Este manejo también pasa por entender el cambio en el que estamos y lo demuestran las últimas elecciones. Creo que, aunque todavía vivimos con muchos resabios de la forma en que interactuábamos durante la rivalidad bipartidista, ahora requerimos un cambio de paradigma. La confrontación por confrontación pensada dentro de la lógica bipartidista del Siglo XX que pasaba por el proceso de que cuatro años de férrea oposición y control político casi que aseguraban que ganabas en la próxima, ahora se invierte.
Me parece que, incluso a las nuevas generaciones eso ni les atrae, sino más bien hasta genera cierta repulsión. Entonces, los actores políticos tenemos que entender que estamos en la obligación de lograr acuerdos; como cualquier cosa en la vida donde haya intereses contrapuestos hay que generar confianza (...), para mí esa es la llave para abrir los caminos y construir los puentes y acuerdos necesarios en un entorno multipartidista.
Si bien Don Rafa no se refirió concretamente a mi pregunta dio en el clavo de entender por qué muchas veces las cosas no avanzan al paso que los costarricenses esperamos. La falta de diálogo es uno de los motivos por los que las negociaciones, en ocasiones, no caminan ¿Cuál diría usted que es el mejor legado que le deja a los costarricenses como Presidente del Congreso y cuál es su autocrítica?
—Me parece que a lo interno del Congreso planteamos y nos asociamos con organizaciones de la sociedad civil para poner en funcionamiento el parlamento abierto. Pasamos de estar en los últimos lugares [en apertura de datos] a ser catalogados, al final de nuestro año, como el parlamento que más había avanzado a nivel latinoamericano.
¿De qué se trata este proyecto?
—El parlamento abierto trata de establecer relaciones con organizaciones de la sociedad civil, como Ojo al voto y otras, para que éstas valoren qué se necesita para el buen funcionamiento de la Asamblea; [con la retroalimentación] se impulsó la nueva página web en donde la información no está en programas complicados o cifrados sino en plataformas amigables y en donde se sabe, por ejemplo, cuál es el presupuesto de la Asamblea Legislativa, a quién se le asignan licitaciones, los salarios de los diputados, quiénes son los asesores, en fin; la información a la que antes los medios, a veces, accedían únicamente mediante recursos de amparo... ahora es posible acceder a ella con el parlamento abierto.
Dice don Rafa que esta implementación se dio gracias al apoyo del parlamento chileno, varias organizaciones de la sociedad civil y la Ulacit. De este proyecto también deriva que ahora se tengan cámaras en las comisiones Legislativas; antes las Comisiones no transmitían lo que en su seno se discutía, y si bien por el momento no todas lo hacen, sí pudimos ser testigos de este avance durante las sesiones del Cementazo, según él, este es un proceso de implementación que se dará paulatinamente.
“Lo otro que sacamos es el voto electrónico. Este fue un proyecto que yo me propuse desde el primer año y lo sacamos en la Comisión [especial] de Reglamento y, aun cuando mucha gente me dijo que eso nunca se iba a poder, hoy es una realidad; hoy la gente sabe cómo votan los diputados. Para mí esa es de las cosas que más aportan, el voto electrónico es parte del parlamento abierto”.
Diría usted que, su experiencia en el sector privado, ¿valió para que esta propuesta se tradujera en hechos?
—Sin duda. Por supuesto; al principio me dijeron “bueno el año que viene apenas entramos [de vacaciones] hay que sacar la licitación…” y no, yo dije que se debía tener todo listo en julio [2015] para que el 3 de enero lo sacaran a la licitación, dije que a más tardar en octubre debía tenerlo en mi escritorio y saber cuáles son los pasos a cumplir para tenerlo así [listo].
Es un tema de seguimiento y compromiso. No por nada, a veces, salía a las nueve o diez de la noche para que las cosas se hicieran. Para mí el legado es ese, dar un paso en el avance para que la Asamblea Legislativa esté acorde a los tiempos y a las nuevas demandas de la sociedad, aprovechando los instrumentos de la era de la información; por supuesto aún queda mucho más por hacer.
En cuanto a la autocrítica, don Rafa dice que las pocas reformas al Reglamento Legislativo le causan frustración. Él cree fundamental poner plazo a la votación de proyectos de ley: “perdimos la posibilidad de que algunas fracciones respaldaran esas gestiones y siento que eso sin duda, por lo menos a mí, me generó cierta frustración”. Dice que no hablar de los temas país podría ser contraproducente, lo vemos pues con las uniones civiles entre personas del mismo sexo, que, por no discutirlas, ni aprobarlas donde corresponde, es decir el Congreso, alguien las llevó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
“Pero los ticos tenemos como la maña de decir bueno guardemos esto aquí debajo de la alfombra que tal vez es algo feo, pero después cuando la levante tal vez salga un hada madrina, y no, lo que va a salir es algo horrible. Eso es lo que pasa. Pero bueno esa es nuestra naturaleza, y para mí ese es uno de los principales obstáculos para un buen funcionamiento del sistema democrático moderno: no podemos quedarnos sencillamente en que las cosas no se voten”.
La naturalidad con la que habla el exdiputado electo por Alajuela resulta casi familiar. Los ejemplos tan cotidianos que usa sirven para que durante la conversación no quede perdida, como sí me ha sucedido con otras figuras políticas.
Una de las cosas que dice quedan por hacer, es la ley del lobby, proyecto que fue propuesto por el ex diputado Sergio Alfaro, actual Ministro de la Presidencia.
“Por supuesto aún queda mucho más por hacer. Para mí un tema fundamental es todo lo que tiene que ver con la ley del lobby porque eso es una realidad de la cual nadie habla.
Muchos de los proyectos pasan por que alguien tenga o no relación con los diputados, pasan por quién puede influirlos, por quién puede enamorarlos con futuras contribuciones a campañas políticas; son temas tabú pero ahí están. Entonces, los costarricenses deben saber muy bien con quién nos reunimos y para qué nos reunimos; entender mucho más allá de los temas de tráfico de influencias o faltas a la probidad, porque tampoco se trata de satanizar las reuniones, es decir, aquí puede venir X persona que está interesada en un proyecto, pero el tema es que la gente se pueda enterar, y que yo como diputado también deba, luego, darle el espacio a la contraparte del proyecto, así funciona en Chile”.
¿Repetiría don Rafa?
—¿Ser otra vez diputado? Diay, no sé, o sea… he disfrutado mucho ser diputado, me ha gustado mucho, pero para eso faltarían ¿qué, cuatro años? igual y no es tanto. No lo descarto. Pasé dos años que disfruté mucho como jefe de fracción y uno como Presidente del Congreso y este último año que ha sido de control político en la Comisión [del Cementazo] también ha sido de mucho aprendizaje y muy interesante.
Además, la otra parte que la gente no ve es toda la relación que uno desarrolla con las comunidades. Me permitió conocer lugares de mi propia provincia, por ejemplo, allá por Tablillas de Los Chiles, y que seguro, sinceramente, no hubiera ido nunca. Ser diputado permite ver más a fondo la realidad de nuestro país, la profunda desigualdad, la pobreza; como viven muchos de nuestros compatriotas en las zonas periféricas, que fue lo que en un momento dado me impulsó a tratar de llegar a la Presidencia [de la República] porque creo que le estamos debiendo mucho a muchos costarricenses que viven rezagados; sinceramente, en este sentido sí hay dos Costa Ricas, entonces, si fuera por eso vale la pena repetir, pero tendría que pensarlo. Por ahora vuelvo a mis quehaceres privados.
¿Va para la Liga?
—(Ríe) nombre ¡qué va! Todos los días hay como 250 programas deportivos, eso sí que es complicado (...).
Durante mi última pregunta seria don Rafa apartó su verdiazul mirada de mis ojos, se fijó en la nada y yo les juro que por un segundo pareció que se le aguaron los ojos. Eso de las dos Costa Ricas es algo que solo puede impactar a quienes han visto por sí mismos las dos realidades.
Como soy pésima sosteniendo momentos sensibles no acaté a otra cosa que no fuera a preguntarle por la Liga. Claramente su semblante cambió y de un segundo a otro pasó de ver a la nada a cerrar sus ojos de una carcajada. En seguida di por terminada la entrevista y procedí a apagar la grabadora. Las anécdotas que siguieron off the record son dignas de un libro de memorias.
Puedo decir que busqué y busqué, a más no poder, titulares en los que estuviera involucrado el nombre Rafael Ortiz Fábrega. En todos, debo ser honesta, no primó más que un tono conciliador. Don Rafa tenía razón. Sus años de experiencia en el sector privado le sirvieron para aplicar efectivamente el no news is good news.