Ganador del Apple Design Award 2025, este costarricense demuestra que la tecnología también puede ser accesible y empática.
Por más de una década, Carlos Lastres ha vivido entre códigos, ideas y emociones. Este ingeniero en sistemas, diseñador digital y máster en marketing encontró en Asia el escenario donde su curiosidad infantil por el diseño y la tecnología se transformó en propósito de vida.
“Siempre fui curioso y creativo. Pasaba horas dibujando y experimentando con colores”, relató desde Tokio, Japón, donde reside desde hace tres años tras una larga etapa en China.
Su carrera comenzó en la intersección entre lógica y emoción: el punto donde el diseño deja de ser solo estética para convertirse en experiencia. Lastres compartió:
De muy joven comencé a modificar imágenes en Paint y Photoshop por diversión, inspirado por las caricaturas japonesas que miraba todos los días. También me intrigaba el funcionamiento de la computadora, así que terminé estudiando ingeniería en software. Sin embargo, pronto descubrí que el diseño era el punto donde la lógica y la emoción se encontraban, y fue ahí donde encontré mi propósito. Más adelante cursé una maestría en marketing, porque entendí que el diseño no solo debía verse bien, sino también entregar valor y conectar con las necesidades humanas a lo largo de todo el ciclo del producto".
Además de su trabajo en diseño, Lastres lidera proyectos educativos y de salud mental que integran inteligencia artificial (IA) y gamificación para fomentar la creatividad inclusiva.
“Estoy convencido de que la creatividad no es un talento limitado a unos pocos, sino una habilidad que todos pueden desarrollar”, detalló. Para él, la IA debe actuar como un catalizador creativo, no como un reemplazo del ser humano.
A lo largo de su trayectoria, ha llevado su visión a escenarios internacionales de alto nivel. Ha sido ponente en TEDx Hangzhou (2019), TEDx Awaji (2025) y próximamente lo será en TEDx Tokio (2026), donde ha compartido su convicción de que “todos podemos ser creativos y que el fracaso puede ser el mejor maestro”.
Este año, también fue invitado a la Oficina de las Naciones Unidas en Viena para exponer cómo la gamificación y la inteligencia artificial pueden impulsar la educación emocional y la inclusión en países en desarrollo. Para Lastres, estas experiencias han reafirmado su filosofía esencial:
La innovación no empieza en los algoritmos, sino en la empatía. La tecnología sin humanidad pierde sentido”.
El punto de inflexión
El 2015 marcó un antes y un después en su trayectoria con el proyecto Tripinsiders, una startup en Hangzhou, China, dedicada a conectar viajeros con guías locales en ciudades poco conocidas.
“Ese proyecto me hizo entender que el diseño no se trata solo de funcionalidad o estética, sino de crear impacto real”, contó. Desde entonces, su trabajo ha estado guiado por una idea clara: toda innovación debe tener un propósito humano.
Un talento global con raíces ticas
En 2025, Lastres alcanzó un hito al recibir el Apple Design Award en la categoría de Inclusividad, gracias a su trabajo en Speechify, una plataforma que convierte texto en voz natural y expresiva. Esta herramienta fue diseñada para facilitar el acceso a la información a personas con dificultades de lectura, así como a quienes prefieren escuchar en lugar de leer.
Más que una herramienta, Speechify representa para él una forma de “democratizar el acceso al conocimiento, combinando empatía y tecnología”.
Al ser consultado sobre lo que sintió al recibir este galardón, Lastres respondió:
Sentí un orgullo enorme. Desde que dejé Costa Rica, mi misión ha sido demostrar que el talento latino puede competir a nivel mundial y representar a mi país con honor. Ganar este premio fue una validación de ese camino".
La diversidad cultural de los equipos con los que ha colaborado ha sido su mayor escuela. “La realidad es relativa. Lo que es normal en una cultura puede ser completamente desconocido en otra. Trabajar con personas de distintas partes del mundo te obliga a expandir tu visión, a escuchar antes de proponer y a entender que el diseño es un lenguaje universal”, reflexionó.
Esa comprensión lo ha llevado a ver la empatía como el puente universal del diseño:
En Japón aprendí el valor de la precisión y la paciencia. En China, el valor de la velocidad. En América Latina, la pasión y la improvisación. Combinar esas perspectivas me enseñó que la diversidad no es un obstáculo, sino una fuente inagotable de creatividad”.
Cuando la tecnología abraza
En la actualidad, su proyecto más desafiante es AnimaEcho, una iniciativa que combina hardware, software, narrativa y emociones para crear una asistente holográfica con inteligencia artificial inspirada en la cultura del anime japonés.
“1 de cada 3 personas en Tokio sufre de soledad. Quiero resolver esa soledad de forma cálida y con un acercamiento similar al candor latino”, explicó. Más que un producto, AnimaEcho es, en sus palabras, “una exploración sobre cómo la tecnología puede acompañar, inspirar y cuidar”.
En esa línea, comentó que su próximo sueño es seguir desarrollando la plataforma y llevarla a un precio accesible, de modo que personas en toda Latinoamérica puedan contar con una asistente emocional e inteligente. Y agregó:
A nivel personal, quiero seguir impulsando proyectos que utilicen la inteligencia artificial no solo para automatizar tareas, sino para humanizar la tecnología. Creo firmemente que el futuro de la innovación está en cómo logramos que las máquinas nos acerquen más como sociedad, en lugar de separarnos".
Inspirar desde Costa Rica al mundo
Para las nuevas generaciones que sueñan con dejar huella global, su mensaje es claro y honesto:
En redes sociales y medios, solo vemos el resultado, no los años de esfuerzo que hay detrás. A mí me tomó casi una década ver mi trabajo generar impacto global. El talento no necesita permiso, solo dirección. En un país pequeño como Costa Rica, es fácil pensar que los sueños globales son imposibles, pero el internet borró las fronteras. Si el diseño nace del corazón y se ejecuta con consistencia, puede llegar a cualquier parte del mundo. Yo soy prueba de eso".
Desde Tokio, este tico demuestra que el diseño va más allá de una carrera: se convierte en un espacio que conecta experiencias, emociones y personas. Y que, incluso desde el otro lado del mundo, un corazón costarricense puede hacer que la tecnología se sienta un poco más humana.












