La muestra, abierta hasta el 30 de noviembre en Barrio Amón, presenta una serie de obras en acrílico y hoja de oro que evocan los espacios urbanos tradicionales de San José desde una mirada contemporánea.

La artista costarricense Carolina Rodríguez Herrera presenta su exposición individual De pulperías, cantinas y trenes en la Galería Talentum, ubicada en Barrio Amón. La muestra estará abierta al público hasta el 30 de noviembre de 2025, con entrada gratuita.

La exposición reúne una serie de obras en acrílico y hoja de oro sobre lienzo, inspiradas en los espacios urbanos tradicionales de San José —pulperías, trenes y bares— reinterpretados desde una perspectiva contemporánea que conecta la memoria colectiva con el presente.

La exposición invita al público a reconectarse con los paisajes y memorias de la capital costarricense, al tiempo que celebra el diálogo entre arte, identidad y urbanidad que caracteriza la obra de Rodríguez Herrera.

¿De dónde nace la exposición y de qué trata?

La obra de Carolina Rodríguez Herrera nace del tránsito constante entre dos territorios: Costa Rica e Illinois. Desde hace catorce años su vida se ha tejido entre la distancia y el retorno. Cada regreso a San José, su ciudad natal, despierta memorias íntimas del barrio Luján: las pulperías, las casitas de madera, los rieles del tren y el bullicio urbano que marcaron su infancia y juventud.

En sus obras se plasman escenas que resguardan la memoria colectiva: la pulpería de esquina como punto de encuentro cotidiano, la histórica estación al Pacífico, el legendario tren 84 y edificios que aún conservan la belleza arquitectónica de la ciudad. Estos fragmentos del paisaje urbano son al mismo tiempo huella del pasado y símbolo de permanencia.

Entre la nostalgia y el presente, Carolina retrata también el fluir de los transeúntes que cruzan la ciudad bajo atardeceres de intensos tonos naranjas y dorados. La luz, el movimiento y el bullicio se convierten en metáforas de alegría, color, esperanza y del vínculo profundo con su tierra natal: la certeza de que, aun en la distancia, siempre hay un regreso posible al terruño que la habita”.