Contexto
El 15 de septiembre se publicó en La Nación un pronunciamiento firmado por más de 230 familias de Costa Rica, en el que se pedía el cese de las hostilidades y el fin del genocidio. El 17 de septiembre, Abraham Stern, quien se presentó como costarricense, judío y humanista, respondió reprochando a las familias discriminación, sarcasmo y la omisión de otros conflictos, como Ucrania o Somalia, así como la liberación de los rehenes.
Mi familia firmó el pronunciamiento y, al sentirme directamente aludida, preparé una respuesta que envié a La Nación. Desde el periódico me informaron que ya nos habían publicado a las familias y que debíamos esperar nuestro turno. Dado que se trata de una noticia en curso, que más familias se han sumado y que el movimiento ha crecido, someto ahora mi respuesta a Delfino.cr, con la esperanza de que el señor Stern pueda leerla y de que más familias costarricenses se unan en solidaridad con el pueblo palestino.
Respuesta al señor Stern
Desde el 7 de octubre de 2023 vivimos y vemos el horror de la guerra fratricida. Desde ese día se asesina y se inflige dolor con un sadismo que no imaginábamos que pudiera existir. Usted habla de lo “selectivas” que somos esas familias que firmamos la carta pero no nos conoce. No tiene la menor idea del horror que sentimos ese 7 de octubre y los días siguientes. Pero usted nos cambia el tema: nosotros hablamos de genocidio en Palestina y usted quiere que hablemos de atrocidades en otros contextos. Eso se llama falacia de distracción.
Para volver al punto central de la carta, le aclaro: empatizamos con las víctimas, incluidos los rehenes, no con los victimarios. Sentimos que es imposible quedarnos impávidos ante el dolor o ante la negación de la existencia de todo un pueblo.
Cuando en octubre de 2023 mis hijos me preguntaron qué estaba ocurriendo, les pedí que se informaran con fuentes distintas, que revisaran mapas, que leyeran historia y que, sobre todo, procuraran entender a todas las partes en conflicto. Comprendieron, leyendo, escuchando, viendo y pensando, que el 7 de octubre no fue el inicio del conflicto, sino la continuidad de una injusticia que lleva décadas acumulándose, incluso desde antes de 1948. Por sí mismos se formaron un criterio, me compartieron noticias, se politizaron y tomaron partido, porque la desproporción de la respuesta del ejército israelí fue evidente.
712 días después, lo que algunos llaman indescriptible tiene nombre en el derecho internacional: crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y genocidio. Usted dice que sería el primero en denunciar lo que califica de “mentira”: niños operados sin anestesia, francotiradores apuntando a civiles… Aquí le dejo algunos reportes —de los muchos que existen— para que los lea y nos ayude a denunciar:
Usted también dice que usamos sarcasmo y que firmamos en nombre de colegios. No es cierto. En la carta no aparece el nombre de un solo colegio. La carta surgió de manera espontánea, desde la indignación de una de esas familias en un chat escolar. La respuesta fue inmediata, masiva y contundente. No pedimos permiso a nadie: actuamos desde nuestro albedrío y desde la necesidad imperiosa de hacernos oír, de saber y sentir que no estamos solos en estos tiempos fascistas.
Hablo aquí a título personal, pero sé, por lo expresado en los chats, que muchas familias estarán de acuerdo con lo que escribo. Y mantendrán a sus hijos en esos colegios que no evaden la geopolítica ni el dolor ajeno. Tampoco adoctrinamos: damos a nuestros hijos las herramientas para que aprendan a ser críticos con el fascismo, reconozcan la injusticia y se conviertan en ciudadanos ejemplares.
Coincido con usted en que la paz, como bien lo señala, “no se construye con medias verdades. La paz exige contar todas las muertes, llorar todas las lágrimas, nombrar todos los crímenes”. Nuestro llamado es simple y universal: que cese el genocidio.
Sigo invitando a más familias a firmar la carta que tanto ha dado de qué hablar entre la ciudadanía.
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.