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La inflación en Costa Rica suma 27 meses fuera del rango meta del Banco Central y podría mantenerse así hasta 2026, lo que plantea riesgos para el consumo, la inversión y la credibilidad de la política monetaria.

La publicación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) correspondiente a julio de 2025 evidencia que la economía de Costa Rica continúa experimentando inflación negativa, con una variación interanual de -0.61% y acumulada de -1.34%. Esto implica que los precios, en promedio, son hoy más bajos que los de hace un año; que la inflación lleva 27 meses fuera del rango meta establecido por el Banco Central y que, según el último Informe de Política Monetaria, así continuará hasta el segundo trimestre del 2026.

Según INEC la inflación interanual negativa para este último periodo se explica, en gran medida, por la caída en el componente de bienes (-0,9%), mientras que los servicios crecieron 0,5% y los bienes y servicios regulados retrocedieron -4,2%. De los 289 bienes y servicios que componen la canasta, un 47% bajó de precio, un 34% subió y el 19% restante no presentó variación. Entre los bienes, las mayores reducciones provinieron de alimentos frescos como tomate, papa, aguacate y arroz; en los servicios, las bajas más notorias se concentraron en turismo y transporte aéreo, influenciados por la estacionalidad y la apreciación del colón frente al dólar estadounidense (reducción del tipo de cambio).

Por su parte, la variación interanual del Índice Subyacente de Inflación (ISI) —indicador calculado por el BCCR, que actúa como un filtro para identificar la inflación más estable al excluir productos muy volátiles o afectados por factores climáticos y estacionales— se ubicó en 0.57% en julio 2025.

Este resultado refleja leves presiones internas en el núcleo de bienes y servicios más estables de la economía. No obstante, en su variación mensual el indicador retrocedió (-0.18%), aunque las proyecciones del Banco Central apuntan a que mantendrá una tendencia al alza y alcanzará el rango meta en 2026, incluso antes que la inflación general. El significado de este indicador es crucial para comprender lo que ocurre con los precios, pues mientras la inflación general puede moverse mucho por factores externos a la política monetaria, el ISI señala la parte que sí responde a la política monetaria. Que el ISI se mantenga en terreno positivo, aunque bajo, sugiere que la demanda interna empieza a recuperar dinamismo, pero todavía con espacio para que el Banco Central acompañe el regreso gradual hacia niveles consistentes con la estabilidad de precios y la credibilidad de la meta.

Mientras tanto, la inflación general muestra un rezago mayor. Según el Informe de Política Monetaria de julio 2025, se mantendrá por debajo del rango meta (3%±1) durante todo el año y solo retornará gradualmente a ese nivel en 2026.

Este retraso se explica porque persisten factores externos y de alta volatilidad, como combustibles y algunos alimentos, que siguen conteniendo los precios. Las proyecciones elaboradas por el Observatorio Económico y Social de la Escuela de Economía de la Universidad Nacional (UNA) con modelos estadísticos y de aprendizaje supervisado coinciden en la tendencia y en el diagnóstico: el retorno a la meta será lento y la inflación seguirá en niveles bajos. Suponiendo que no se produzcan choques externos adicionales, la variación del IPC podría cerrar el 2025 en niveles cercanos al 0%.

Riesgos de variaciones negativas del IPC

Aunque la variación interanual del ISI está en terreno positivo, el IPC lleva tres meses consecutivos con variaciones interanuales negativas, y las proyecciones apuntan a que esta situación podría extenderse a corto plazo. Lo anterior alimenta la percepción de que la reducción en los precios es beneficiosa para el país, no obstante, una caída prolongada de este indicador puede convertirse en un freno para la economía.

¿Por qué? Si los consumidores piensan que los precios seguirán bajando, es posible que posterguen sus decisiones de compra a la espera de mejores condiciones, es decir, reducen la demanda. Al mismo tiempo, cuando las ventas caen, las empresas suelen bajar precios para competir, deteriorando con ello sus márgenes de ganancia y presionándolas a ajustar sus costos, ya sea reduciendo planillas, salarios o incluso su producción.

Otro riesgo importante de mantener una inflación negativa o fuera del rango meta definido por el BCCR, es la pérdida de credibilidad o confianza en la política monetaria. Como se indicó antes, el país tiene 27 meses de tener una inflación alejada del rango meta, por lo que se vuelve necesario que el Banco Central evalúe si debe mantener o ajustar su meta inflacionaria para los próximos años.

Ahora bien, a estos riesgos debemos sumarles otros factores que complican aún más el panorama. Por ejemplo, la economía costarricense está expuesta a choques externos que podrían alterar la trayectoria de algunas variables macroeconómicas; el caso más relevante en la coyuntura actual es la imposición por parte del gobierno de los Estados Unidos de un arancel de 15% a todos los productos importados desde Costa Rica.

En su actualización de Perspectivas Económicas Mundiales (julio 2025), el Fondo Monetario Internacional (FMI) distingue dos efectos opuestos de los aranceles, según el país que los imponga o los reciba. Para el país que aplica la medida, el arancel actúa como un choque de oferta que tiende a trasladarse a los precios internos y a generar presiones inflacionarias. En cambio, para el país que recibe el arancel (como es el caso de Costa Rica) el efecto es principalmente un choque negativo de demanda, pues se reducen las exportaciones, baja el ingreso de divisas y se enfría la actividad en sectores vinculados, lo que atenúa la inflación.

Sin embargo, este impacto contractivo podría verse contrarrestado parcialmente por canales secundarios de costos, si la menor entrada de divisas presiona al alza el tipo de cambio y encarece las importaciones o, si los bienes que importamos de Estados Unidos se encarecen por el mayor costo de producción de estos. El resultado neto dependerá de la intensidad de cada canal, por lo que la trayectoria final de la inflación resulta difícil de anticipar.

Escenarios

La trayectoria futura de la inflación en Costa Rica se desarrolla en un contexto de alta incertidumbre, en el que confluyen factores internos y choques externos, cuyo desenlace resulta difícil de prever. Ante este panorama, se pueden delinear tres posibles escenarios:

1. Escenario de repunte inflacionario

Riesgos: presiones de costos derivadas de choques externos como conflictos geopolíticos, la política arancelaria de los Estados Unidos o impactos del cambio climático que provoquen aumentos en los precios de los combustibles o materias primas.
Posibles respuestas de políticas: endurecimiento gradual de la política monetaria para anclar las expectativas inflacionarias (mediante un aumento en la Tasa de Política Monetaria); intervención cambiaria selectiva; medidas temporales para aliviar costos energéticos o logísticos.

2. Escenario de indefinición o volatilidad

Riesgos: una inflación sin una tendencia clara, producto de la compensación entre fuerzas contractivas y presiones alcistas.
Posibles respuestas de políticas: mantener una postura monetaria estable y reforzar la comunicación del BCCR para evitar interpretaciones erróneas.

3. Escenario de persistencia de la baja inflación o deflación

Riesgos: una prolongada desviación de la inflación respecto a la meta definida por el BCCR podría desalentar el consumo y la inversión, al tiempo que eleva el costo real del crédito.
Posibles respuestas de políticas: relajar la política monetaria para estimular la demanda agregada, con reducciones paulatinas en la Tasa de Política Monetaria, siempre y cuando exista espacio respecto a las tasas internacionales.

En cualquiera de estos escenarios, la política económica debe implementarse con prudencia y oportunidad, considerando no solo la magnitud de los choques sino también su persistencia. La experiencia internacional y las recomendaciones del FMI indican que, en contextos de alta incertidumbre, resulta preferible adoptar ajustes graduales y fortalecer la comunicación por parte de las autoridades económicas.

Una pérdida de confianza en la capacidad del país para mantener la estabilidad de los precios podría generar efectos adversos, persistentes y costosos para la economía.

En síntesis, la baja inflación que hoy experimenta Costa Rica ofrece un alivio aparente al consumidor, pero prolongarla en el tiempo puede transformarse en un riesgo para la economía, pues erosiona la credibilidad de la política monetaria y limita el potencial de crecimiento del país.

Artículo por: Yenén Mejías San Lee, Economista, Observatorio Económico y Social (OES-UNA), Escuela de Economía, Universidad Nacional (UNA).