En los últimos años hemos visto cómo la inteligencia artificial (IA) dejó de ser un tema de ciencia ficción para instalarse en nuestra vida cotidiana. Su avance genera entusiasmo, pero también temor. Una de las preguntas más frecuentes que escucho es si la IA terminará por desplazar a los trabajadores en Costa Rica.
Entiendo esa preocupación. Es normal pensar que, si las máquinas pueden hacer ciertas tareas, habrá menos espacio para las personas. Sin embargo, estoy convencida de que reducir la discusión a “IA contra empleo” es un error. La inteligencia artificial no debe verse como un sustituto del ser humano, sino como una herramienta que potencia nuestras capacidades. Por más que avance, jamás podrá reemplazar lo más valioso de nosotros: la creatividad, la ética y la sensibilidad.
Costa Rica tiene en sus manos la oportunidad de decidir cómo quiere enfrentar este cambio. Creo firmemente que debemos trabajar en una normativa que regule el uso de la IA y brinde seguridad jurídica a todos los costarricenses. A la par, necesitamos invertir en educación y en capacitación laboral para que nuestra fuerza de trabajo pueda adaptarse y aprovechar al máximo esta nueva tecnología.
También considero esencial incentivar la inversión extranjera en el área tecnológica. Si nuestro país se posiciona como un destino confiable y responsable para el desarrollo de IA, atraeremos más empresas, generaremos empleos de calidad y reforzaremos nuestra competitividad.
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