¿Tan de Amarillo de pies a cabeza?

¿Vistes? Es que no te he contado. Vos sabés que a mí siempre me ha interesado la gente y las cosas que le pasan a la gente. Y con todo lo que está pasando, decidí ser agradecido con lo que me ha dado el país y me metí a politiquear en un partido. Voy en papeleta y todo.  ¡Quinto lugar por mi provincia para diputado!  Y este es el color del partido: amarillo encendido. ¡Vamos a ver cómo me va! Por cierto, ¿a vos dónde te toca votar? ¿Tenés la cédula al día?  ¿Votarías por mí?

Fulanito… vos, ¿político?

Diay, sí. Si nosotros no nos metemos, ¿quién, entonces? No es suficiente estarse quejando de todo sin ofrecer soluciones. No se hace patria troleando desde un teclado desparramado en un sillón.  Además, no se requiere ser licenciado para trabajar por el país. Hemos tenido presidentes que no son graduados universitarios.

¿Y cuánto te costó la nominación?

Vela, lo que me pregunta… ¡Cuidado te mordés, porque te envenenás solita! No me costó nada porque somos un partido auténtico, nada de taxis. No somos plateros, ni argolleros. Entre todos ponemos conforme lo que tenemos. La sede del partido la tenemos en el garaje de una compañera, nos rotamos los sanguches y los frescos de las reuniones y así.

Ajá… contame, ¿de dónde sale la plata para la campaña?

Mirá, yo sé que en Costa Rica casi nadie sabe nada de derecho electoral o de estas cosas, pero yo me he preparado, vi tutoriales en YouTube y eso. Fijate que no tenemos derecho todavía a deuda política. Entonces diseñamos una estrategia de comando hormiga. Cada uno hace lo que puede con los amigos, en sus redes sociales, en el brete. Por ejemplo, yo hoy organicé un almuerzo aquí en la oficina, cada uno trae lo que se come y lo que se toma. Yo llego ya comido y les hablo de nuestro plan de gobierno y recojo unas firmas, los afilio al partido, hago listas de voluntarios para fiscal de mesa y esas cosillas.  Hasta reservé las mesas de afuera de la cafetería y las tengo decoradas con flores amarillas, de lo más corrongo.

Si me va bien, quería reservar la sala de gerencia —que solo la usan para almorzar viendo fútbol— para un centro de estudios de problemas nacionales.

Fulanito  ¿vos tenés claro que es prohibido hacer proselitismo en el trabajo? Es una falta grave

Nadie está haciendo eso. Yo solo me visto de amarillo, que no está prohibido y les hablo a los compañeros de las cosas en las que creo y lo que podemos hacer juntos. ¿Vos has visto lo desilusionada que está la gente con la política? Bueno, nosotros queremos sembrar esperanza y demostrar que estamos a tiempo, con ideas frescas, locales, ajustadas a la forma de ser del tico. Del tico buena gente, pues, no del tico resentido, serruchapisos, vago, muerdequedito, chismoso, valeverguista, que solapadamente le dicen a la gente que la pueden despedir por querer hacer patria. De ese no.

Me parece que estás en una línea muy delgada Fulanito, entre la conversa y la campaña…

¡Ah no me salgás con ese domingo siete! Vos, que sos recursos humanos deberías saber que no me pueden discriminar por tener convicción política ni por tener vocación de servicio público. Mis derechos políticos están consagrados en la Constitución, en alguno de los articulillos, porque del número exacto no me acuerdo. Además, el Código de Trabajo dice que hasta me tienen que dar tiempo pagado para ir a votar. Calmate, me metí a un partido político, no a un sindicato…

En ningún lado dice que podés andar bombeteando, ni cogiendo tiempo del trabajo para hacer campaña. Así que bajale dos rayitas a indignación

No es tiempo del trabajo. Es a la hora de almuerzo, que no me la pagan. Además, ahora resulta que aquí todos toman, pero el borracho es uno. No me parece. Para nada.

Vos te acordás de fijo, de aquella campaña, cuando los muchachos de bodega se dejaban decir barbaridades, como “Apenas gane tal, se acaban todos estos cuentos de la diversidad y de la inclusión. Es más, ojalá acaben con este montón de degenerados”. Eso era discriminación. Además de violento y amenazante.

¿Y qué me decís de aquel par que llevan toda esta administración agarrados del pelo y a gritos después de cada conferencia de prensa de los miércoles? Pero a esos no les hacen nada. Y a mí, en cambio, mirá cómo me va.

Por cierto, yo soy empleado mensual, me pagan todos los días del mes. Pero en fin de semana o fuera de mi horario sí puedo ir a plazas públicas, reuniones, armar piquetes en las rotondas y repartir stickers en el barrio ¿verdad?

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