Nos han hecho o intentando creer que sí y algunos he visto se lo han creído, en un derrotismo electoral anticipado o bien en un precipitado y arrogante triunfalismo electoral.

La fotografía de hoy puede cambiar. Hoy ciertamente, el oficialismo parece estar un paso adelante que el resto — tanto por capacidad propia como por incapacidad de los demás —, distintos estudios de opinión lo posicionan como primero en las encuestas, incluso así ya lo señalaban antes que definieran a su candidata, pero sí algo nos ha enseñado la política electoral costarricense en los últimos doce años, es que las cosas pueden cambiar en las últimas semanas, días, e incluso horas antes de una elección.

Comportamiento electoral meses antes. Repasando lo sucedido en los últimos tres procesos presidenciales, algunos podrán recordar que: ninguno de los candidatos que estuvo en los tres primeros lugares de las encuestas a tres meses de las elecciones resultó electo como presidente de la República; tampoco ninguno de los candidatos que estuvo en los dos primeros lugares de las encuestas un mes antes.

Comportamiento electoral del mes de enero.  Las tres últimas elecciones presidenciales se han decidido el mes de enero, según datos de la penúltima encuesta del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica (UCR) publicada el 25 de enero de 2022, días antes de celebrarse la primera ronda electoral. La población indecisa un 40,8% en ese momento, postergaba hasta prácticamente el final, su decisión de ¿Por quién votar?, el cuadro 4 de aquel estudio, señalaba que un 16% se decide dos semanas previas a la elección, el 47% se decide en la última semana previa a la elección — 22,5% luego de mirar los debates que generalmente ocurren esa semana —; y un 25% el día de la elección.

Momentos de enorme incertidumbre. A menos de diez meses para la celebración de la primera ronda electoral, más de un 71% de los costarricenses manifestó no saber por quién votar en las elecciones presidenciales de 2026 (CIEP, UCR, Abril), y probablemente muchos de los que ya se encuentran decididos podrían variar su criterio en un entorno político tan frágil como el actual, donde cualquier declaración de un testigo de la corona, de un extraditable requerido por la DEA o de nuevos testigos a incorporar en el proceso de levantamiento de inmunidad contra el presidente de la República, pueda cambiar radicalmente la fotografía actual, y poner a una o varias agrupaciones en severos aprietos.

Grandes interrogantes del proceso. Entiendo que el oficialismo pueda sentirse hasta este momento confiado en la popularidad que hoy tienen figuras como el presidente de la República, Rodrigo Chaves o la principal vocera de gobierno, Pilar Cisneros, pero existen grandes interrogantes ¿Podrán trasladar esa popularidad a otra figura? ¿Los costarricenses están de acuerdo con que el presidente les diga por quién votar? ¿Esa popularidad es posible traducirla a intención de voto? Hasta el momento parece que no, según datos del 3 de agosto de Opol Consultores un 61,6% apoya la gestión del mandatario Rodrigo Chaves, lo cual no parece traducirse en intención de votos para Laura Fernández, quien solo registra un 24% de respaldo y es que tal como advirtió el CIEP, UCR en abril anterior, un 86% se manifestó en desacuerdo o muy en desacuerdo con que el presidente les diga por quién votar.

No todo ha sido popular durante estos años. El oficialismo también deberá prestar atención a que las percepciones positivas de la gestión del gobierno y del presidente, no experimenten dramáticos retrocesos durante los últimos meses de su administración, como suele ocurrir generalmente en cualquier gobierno producto del desgaste natural del ejercicio del poder. Deberá prestar atención a que temas como el de inseguridad y delincuencia, principal problema del país, no sigan minando su capital político y su confianza, además de atender, contener o al menos disimular, crisis en sectores como el agro, educación, turismo, y ambiente, lunares de la actual administración.

Otros desafíos importantes. Las cosas se podrían complicar todavía mucho más para el oficialismo conforme avance la campaña, esto si la amalgama de agrupaciones y movimientos que conforman la coalición de hecho encabezada por el Partido Pueblo Soberano, termina por desmoronarse y finalmente implosiona cuando venga el reparto de cuotas para la selección de candidatos a diputados, así como si los conflictos existentes a lo interno de la agrupación entre distintas figuras — Pilar Cisneros, Laura Fernández, Mayuli Ortega, Calixto Chaves, entre otras —, continúan siendo tan evidentes y llevan alejarse o asumir roles más discretos, a quienes verdaderamente son quienes tienen el arrastre y el capital político que necesita la agrupación para este proceso.

Preferiblemente deberá ganar en primera ronda. En las elecciones de 2022 y 2018, quien ganó la primera ronda terminó perdiendo la segunda y en 2014 quien terminó segundo en primera ronda, se retiró para la segunda. Si el chavismo no quisiera dejar más elementos a la suerte, debería preferiblemente ganar en primera ronda, ya que la dinámica de las segundas rondas generalmente funciona bajo otra lógica, donde el electorado vota más que por un candidato contra uno en específico.

En conclusión. No descarto que el chavismo pueda ganar en primera o segunda ronda, eso lo veremos en febrero o abril, pero tampoco descarto que su arrogante triunfalismo y una coyuntura política desfavorable los pueda sorprender con una derrota.

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