La competencia por atraer inversión extranjera directa (IED) nunca ha sido tan feroz como ahora. El mundo y nuestros principales socios comerciales atraviesan transformaciones profundas: disrupción tecnológica, reconfiguración de cadenas de valor y un entorno geopolítico incierto. Ante este panorama, las empresas globales no solo buscan eficiencia y costos competitivos, también demandan continuidad, resiliencia, seguridad jurídica y estabilidad para operar.
Costa Rica llega a reto en buen estado de salud. Se ha consolidado como un centro estratégico en tres sectores que hoy marcan la pauta del desarrollo económico global: servicios, manufactura avanzada y ciencias de la vida. Eso no está en tela de duda, pero es válido preguntarnos ¿nuestras fortalezas actuales serán suficientes para lo que viene por delante? ¿estamos en el momento oportuno para rediseñar nuestra propuesta valor?
Nosotros creemos que sí. Tenemos el reto de continuar luchando por un destacado lugar en el mundo en atracción de inversiones y garantizar que las empresas que ya están aquí encuentren el lugar idóneo para crecer, invertir y quedarse.
Un mapa de competidores exigente: todos los días, como país competimos para estar en la lista de finalistas para nuevas inversiones y cada vez, es más retador.
La región latinoamericana presenta rivales fuertes. Colombia, por ejemplo, ha desplegado una estrategia agresiva en servicios digitales y externalización de procesos de negocio, atrayendo operaciones de atención al cliente, soporte técnico y gestión administrativa. México, con su escala y cercanía al mercado norteamericano, es un jugador estructural en manufactura. República Dominicana ha emergido como centro logístico y de zonas francas de rápida expansión, mientras que Uruguay ha destacado por ser uno de los pioneros en servicios digitales.
Además, competimos con estados de Estados Unidos que ofrecen incentivos significativos, así como con Europa del Este, donde por ejemplo Polonia y otros países bálticos, atraen operaciones de centros de servicios compartidos gracias a talento altamente calificado.
Lo que nos ha diferenciado hasta hoy: mirando con detalle, el talento humano especializado es el factor que nos ha permitido escalar en complejidad productiva. Además, la existencia de un ecosistema sostenible y confiable, con más de ocho décadas de estabilidad democrática y reglas claras de negocio; así como el acceso a mercados y la seguridad, que han hecho del país un socio predecible y atractivo para la inversión.
No obstante, los cambios recientes nos plantean la necesidad innegable de una estrategia con visión de largo plazo que asegure que estas ventajas se mantengan y evolucionen frente a un entorno global cada vez más competitivo.
Rediseñar nuestra propuesta de valor: la competencia se ha vuelto más sofisticada porque las empresas están cambiando su enfoque. Hoy por hoy, para tomar una decisión de dónde ubicar su inversión, no basta con hablar de incentivos básicos o de husos horario. Las compañías quieren saber qué tan resiliente será su operación, qué tan flexible es el talento local, qué tan confiable es la seguridad jurídica y qué evidencia concreta existe sobre sostenibilidad, costos y continuidad del negocio.
Costa Rica debe rediseñar su propuesta de valor para responder a esas nuevas prioridades como un objetivo país.
Nuestras cartas de juego debemos presentarlas no sólo de forma atractiva, sino que, debemos tener la capacidad de demostrar cada ventaja con datos verificables: desde la calidad de nuestro talento y la capacidad de seguirlo ofreciendo, hasta la infraestructura, los costos de operación y el compromiso con la estabilidad y la seguridad jurídica y física. Éste último aspecto por primera ocasión consultado por las empresas cuando analizan Costa Rica.
El futuro no espera y el mundo seguirá cambiando. La automatización y la inteligencia artificial transformarán industrias; la necesidad de resiliencia seguirá impulsando estrategias de nearshoring; y las tensiones geopolíticas, guste o no, seguirán redefiniendo dónde y cómo se invierte.
En CINDE escuchamos día con día a los inversionistas y a sus representantes corporativos quienes retan constantemente a los países a mejorar y pensar en cómo convertirse en aliados de las estrategias globales de los líderes empresariales.
Es evidente el cambio en los motivadores que están orientando las decisiones de inversión, es claro que este es el momento para que Costa Rica redefina la ruta para avanzar en la captación sostenida de IED; no solo para proteger el posicionamiento del cual aún gozamos, sino también para asegurar los pasos futuros hacia una etapa de mayor valor agregado y oportunidades para nuestra gente.
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