Los Sherpas o Sherpa son un grupo étnico originario de Nepal, ampliamente reconocido por su profundo conocimiento de los terrenos montañosos, su extraordinaria resistencia a la altitud y su papel fundamental en las expediciones al Himalaya. Su nombre proviene del idioma tibetano y significa "gente del este", debido a que sus raíces se encuentran en el este del Tíbet.

Desde principios del siglo XX, los Sherpas son conocidos por acompañar y asistir a los montañistas, ayudándolos a transportar su equipo y guiándolos en el ascenso hacia el punto más alto del planeta: la cima del Everest.

Los guías Sherpas, en su mayoría hombres jóvenes, son el motor de cualquier expedición. No solo transportan equipo adicional —como cuerdas, tiendas de campaña, tanques de oxígeno, alimentos y pertenencias de los montañistas—, sino que también destacan como expertos por su profunda conexión con las montañas. Enfrentan temperaturas extremas que pueden descender hasta los -60 °C y asisten a los escaladores en el cruce de cascadas de hielo, zonas propensas a avalanchas y altitudes considerables. Gracias a una adaptación evolutiva única, el pueblo Sherpa ha desarrollado una asombrosa capacidad para resistir las duras condiciones del Himalaya, incluyendo la escasez de oxígeno que caracteriza a las elevadas regiones donde viven desde hace siglos.

A diferencia de los montañistas, la fisiología de los Sherpas es particular y los investigadores la catalogan como una mutación genética ventajosa. No solo utilizan glucosa en lugar de grasa para producir energía, sino que el oxígeno se distribuye de manera más eficiente por todo el cuerpo debido a que su sangre es menos densa y no producen un exceso de glóbulos rojos.

Superación y riesgo extremo

Escalar la montaña más alta del planeta representa un hito de gran significado: un desafío monumental que exige una intensa preparación física, mental y emocional. Alcanzar la cima del Everest es un logro celebrado y admirado en todo el mundo, y formar parte del reducido grupo de personas que lo han conseguido despierta respeto y reconocimiento internacional.

Sin embargo, alcanzar la cima del mundo es una actividad potencialmente mortal debido a los peligros inherentes de la ruta, las condiciones físicas extremas, la altitud elevada, la baja presión de oxígeno, las avalanchas y los desprendimientos de hielo. Como seres humanos, no estamos naturalmente adaptados para enfrentar el Everest. Solo con una preparación exhaustiva, una aclimatación adecuada, el uso de tecnología avanzada y el apoyo de guías expertos es posible completar el ascenso. Pero ¿realmente vale la pena arriesgarse a tener una probabilidad de una entre 100 de morir en el intento?

Durante el último siglo, más de 300 personas han perdido la vida en la región del Everest, y aproximadamente, un tercio de estas muertes corresponden a los Sherpas. Lamentablemente, muchos de los cuerpos permanecen en la montaña, debido a que no todos pueden permitirse recuperar a sus seres queridos a una altitud superior a los 8.000 metros, no solo por el alto costo económico, sino también por el enorme peligro que implica la operación.

Escalar el Monte Everest pone a prueba los límites de la vida misma y cada paso es una lucha contra el peligro constante. En este ambiente implacable, los Sherpas no solo dejan sus huellas en la nieve, sino que también imprimen su valentía, su sabiduría y su sacrificio silencioso en cada expedición. Su legado va más allá de la cima.

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