Desde Niza, Delfino.cr conversó con una de las fundadoras de Misión Tiburón, Ilena Zanella.
Una niña, su abuelo y un tiburón protagonizan una historia que cruzó el Atlántico: desde Golfito llegó a Niza, Francia, a la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Océano (UNOC3) . Se trata del libro “El Viaje del Tiburón Martillo”, una publicación educativa costarricense inspirada en personajes reales de Golfito y desarrollada por la organización tica Misión Tiburón.
Esta obra se exhibe como parte del pabellón de Costa Rica en la zona verde del evento, destinada principalmente a organizaciones no gubernamentales y actividades paralelas a la propia conferencia.
El material es un ejemplo de educación ambiental y un caso en el que la organización quiso reflejar cómo el conocimiento local y la ciencia pueden encontrarse para impulsar la conservación de los ecosistemas marinos.
En el cuento, el abuelo Adonai y su nieta Danilu, que son personajes reales, hacen un viaje en el Golfo Dulce. Durante esa noche, conversan sobre la talla adecuada para capturar especies, el respeto por la vida marina y la importancia de proteger al tiburón martillo.
Desde Niza, Delfino.cr conversó con una de las fundadoras de Misión Tiburón para conocer más de su historia, su labor con el tiburón martillo y su presencia en la UNOC 3.
Un sueño de más de 15 años
Su fundación en 2009 inició por el sueño de los biólogos marinos Ilena Zanella y Andrés López. Misión Tiburón combina investigación científica con restauración ecológica, educación ambiental y participación activa de comunidades costeras.
Zanella cuenta que en sus primeros años de trabajo, generaron la información científica-técnica para promover acciones de conservación para los tiburones martillo. Esto derivó en algunos pasos significativos para la protección de esa especie, como lo es el santuario del tiburón martillo en el Golfo Dulce, que es considerado como su proyecto estrella.
Ese sitio fue creado justamente para proteger un área de crianza del tiburón martillo, ya que es una especie migratoria y pasa parte de su ciclo de vida como adulto en las islas oceánicas continentales, como la Isla del Coco".
La investigadora detalla que este tiburón cuando nace, lo hace principalmente en zonas costeras, cerca de bocas de río y manglares. En esa etapa juvenil, y en esos sitios, son más vulnerables a las acciones humanas, porque hay pesca, destrucción de hábitat, contaminación, y otras interacciones humanas.
Poco a poco como organización entendieron que no solo se trata de generar información científica y de generar políticas país sin impacto en comunidades. Esto los llevo a implementar un modelo integral de conservación que incluye a pescadores, mujeres, jóvenes y escuelas.
Podemos tener buenas leyes y regulaciones en papel, pero en Costa Rica y en la mayoría de la región, no tenemos un eficiente control y protección. Nuestras instituciones gubernamentales no tienen suficientes recursos para implementar esos programas. Es prioritario involucrar a las comunidades en la conservación".
Hoy, más de 25 mujeres participan en un proyecto textil inspirado en el océano que, además, financia becas escolares para niñas en riesgo social. Unos 30 pescadores colaboran en la restauración de manglares y el monitoreo ecológico, recibiendo ingresos por su participación y generando sentido de pertenencia.
Misión Tiburón trabaja principalmente en el Pacífico Norte, Golfo Dulce, la Isla del Coco y en el Área de Conservación Guanacaste. No solo laboran en el tiburón martillo, también dedican su esfuerzo a otras especies e implementan programas para ordenar actividades turísticas como el buceo y esnórquel, y minimizar su impacto sobre los ecosistemas costeros en zonas como Papagayo.
El tiburón martillo como especie sombrilla
Aunque no trabajan únicamente con el tiburón martillo, consideran que es casi el emblema a nivel país porque es mucho más que un tiburón depredador, según nos cuenta Ilena. Es una especie sombrilla: al proteger su hábitat desde manglares, estuarios y océano abierto, se resguarda a una cadena completa de especies, algunas amenazadas y otras aún poco conocidas.
Cuando empezaron a trabajar en áreas de crianza, fue como un cambio de visión, porque la mayoría de trabajos se realizaban en las islas oceánicas en Isla de Coco y en Galápagos, ejemplificó Zanella.
Vemos que la Isla de Coco tiene 40 años de protección y las poblaciones del tiburón martillo decaen. Eso fue porque en su momento no tomamos esa visión integrada al tratar de conservar al tiburón martillo. No tenemos que ser muy biólogos para saber si no protegemos a los pequeños, no vamos a tener los adultos en las islas oceánicas".
La organización, asimismo, investiga otras especies, como el tiburón sedoso, la especie más capturada comercialmente en Costa Rica. Su estudio busca mapear patrones migratorios que sustenten futuras acciones de protección regional.
Su trabajo en UNOC
En la UNOC 3, un evento que busca unir esfuerzos para la protección y desarrollo sostenible de los océanos, Misión Tiburón tiene su mensaje permanente en el pabellón tico. Asimismo están presentes en eventos y en reuniones con potenciales donantes. Su objetivo es claro: demostrar que la conservación con justicia social es posible, replicable y urgente.
Ilena Zanella destaca:
Hemos aprendido a lo largo de los años, que si no logramos involucrar a las personas en la conservación, no logramos tener impacto. Tenemos que buscar esas soluciones integradas que igual a la vez dan oportunidades a los grupos más vulnerables de nuestra sociedad".
Y continuó:
Es tratar de promover esa visión integrada, de conectar también habitat".
También tienen presenten el libro de la historia de Adonai y Danilu, para que un poco de esa historia de golfiteños y de protección, se quede en Europa.
Dar como un ejemplo de lo que está haciendo Costa Rica al tratar de conectar esos dos santuarios, porque la Isla de Coco también fue declarada santuario para tiburones. Por ahí iba el mensaje. Esa visión integrada a nivel científico y a nivel de actores comunitarios e instituciones gubernamentales".
Cuenta que la historia de Adonai refleja ese impacto que generan en las comunidades; antes él pescaba tiburón y luego comprendió de la importancia de protegerlos.
Ahora nos manda videos cuando libera los tiburones de martillos. Ha sido como un viaje también para nosotros al tener de 15 años trabajando en ese proyecto, conociendo sus personas y viendo ese cambio. Creo que es algo muy lindo y por eso queremos destacarlo".
“Eso para nosotros vale más que cualquier premio”, dice Zanella. “En Golfito, el tiburón martillo ya es un emblema: está en el malecón, en el escudo municipal, y en la identidad de toda una comunidad”.
Zanella destacó que la participación de Misión Tiburón en la UNOC3 inicia gracias al Premio Océano, otorgado por la Embajada de Francia en Costa Rica y la Agencia Francesa de Desarrollo en 2024.
En su historia, entre otras distinciones, han recibido el Whitley Award en 2019, el San Andrews Prize en 2022 para restauración de manglares, y el Yves Rocher Prize ese mismo año. Estos reconocimientos no solo celebran su impacto científico, sino el enfoque humano y comunitario que distingue su trabajo.
Misión Tiburón ha pasado de ser el sueño de dos biólogos jóvenes con apenas 1000 euros de financiamiento que recibieron para su primer proyecto, a ser una organización galardonada internacionalmente y con un equipo de 13 personas.
Zanella menciona que cuando llega final de año, a la fiesta de celebración llegan casi 100 personas, entre mujeres que empoderan, pescadores y otras personas involucradas. "Es muy lindo para nosotros... algo que nació muy pequeño, ahora ver cómo tantas personas se identifican con la organización", agregó.
El libro El Viaje del Tiburón Martillo se lanzó en 2020 y ha sido distribuido en escuelas públicas del Pacífico sur costarricense, especialmente en Golfito y Puerto Jiménez. Este se puede adquirir a través de la web de Misión Tiburón.