En un entorno donde la desinformación a menudo ahoga la verdad, es fundamental recordar que la fortaleza de una institución se cimienta en hechos tangibles, no en especulaciones. En el Banco Popular, los resultados no solo son evidentes, sino contundentes.

El pasado 13 de mayo, el Consejo Nacional de Supervisión del Sistema Financiero (CONASSIF) aprobó una nueva y estratégica adquisición de cartera proveniente de Coopeservidores por parte del Banco Popular, esta vez por un monto de hasta ₡40.178 millones. Esta operación no es un hecho aislado; se suma a una enorme gestión que ha movilizado en total más de ₡451 mil millones para brindar tranquilidad y la recuperación de sus recursos a más de 170 mil personas.

Este logro innegable contrasta drásticamente con las dudas infundadas que, en el pasado reciente, surgieron desde ciertos sectores políticos y mediáticos. Críticas teñidas de alarmismo –pero desprovistas de rigor– cuestionaron la capacidad, idoneidad y responsabilidad de nuestra Junta Directiva. Hoy, la evidencia no solo refuta esas acusaciones, sino que las desmantela por completo.

Mientras se alzaban voces apocalípticas, en el Banco Popular trabajábamos con eficiencia, transparencia y un alto sentido técnico para llevar adelante un rol clave y único en el complejo proceso de resolución de la cooperativa. Lo hicimos no solo cumpliendo con las exigencias legales, sino superando los estándares éticos e institucionales que nos definen. El CONASSIF fue categórico al señalar que nuestra propuesta de compra fue, por amplio margen, la mejor recibida. Así de claro.

Sin embargo, aquellos presagios de caos se desvanecieron sin explicaciones ni rectificaciones, como si nunca hubieran existido. Esta falta de rendición de cuentas en el discurso público no solo es irresponsable, sino profundamente peligrosa. Jugar con la confianza del país en su sistema financiero es un acto que debe tomarse con la mayor seriedad, especialmente en tiempos de incertidumbre global.

Las personas trabajadoras, verdaderas dueñas del dinero que gestionamos, merecen respeto, no un espectáculo mediático. Por eso, desde la Junta Directiva Nacional del Banco Popular asumimos con total responsabilidad el liderazgo que requería esta coyuntura. Lo hicimos en estrecha colaboración con una Gerencia General comprometida y capaz, y con un equipo técnico y humano que ha estado a la altura del desafío.

Este no ha sido un logro institucional de escritorio, sino de terreno. Cercano a las personas, sensible a sus necesidades y coherente con los principios que definen al Banco Popular: compromiso social, eficiencia operativa y visión estratégica.

No es casualidad que agencias internacionales de prestigio como Fitch Ratings hayan calificado esta operación como un "movimiento estratégico" que fortalece nuestra posición en el mercado financiero nacional. Estas evaluaciones externas validan lo que hemos construido desde adentro: un banco robusto, serio y profundamente humano.

A quienes aún creen que las juntas directivas son figuras decorativas, les decimos: en el Banco Popular, asumimos decisiones con criterio técnico, con visión de futuro y con un compromiso irrenunciable hacia el millón de clientes que representamos.

La confianza no se impone. Se construye, día a día, con trabajo profesional y resultados verificables. Hoy, esa confianza se fortalece. Apostemos por la certeza, no por la sospecha; por la construcción, no por el ruido.

Porque en el Banco Popular no trabajamos para los titulares de coyuntura, sino para los resultados que dejan una huella duradera.

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