Desde el alba de la humanidad, antes incluso de que existieran las palabras "empresa" o "mercado", existía la administración. No como la conocemos hoy, llena de teorías y modelos, sino como la práctica fundamental de organizar recursos, esfuerzos y voluntades para alcanzar un objetivo común: sobrevivir, prosperar, construir. En esencia, la administración es la profesión más antigua de la humanidad, nacida de la necesidad de gestionar lo que se tiene para lograr lo que se anhela.

Y, ¿qué es lo que más anhela el ser humano sino la realización de sus sueños? Cada persona alberga aspiraciones, visiones de un futuro mejor, ya sea personal, profesional o comunitario. Estos sueños, a menudo etéreos y abstractos, necesitan una estructura, un plan, una gestión para poder materializarse. Aquí es donde la administración revela su propósito más profundo: ser la gestión de sueños.

El viaje hacia un sueño rara vez es una línea recta. Comienza, frecuentemente, con una chispa: la curiosidad por explorar una idea ("¿Y si pudiera...?") o la necesidad apremiante de un cambio ("Necesito lograr..."). La administración actúa como el catalizador que facilita el aprendizaje a partir de esa chispa inicial. No impone un camino, sino que ayuda a identificar las preguntas fecundas: ¿Qué se necesita realmente? ¿Cuáles son los pasos viables? ¿Qué obstáculos podrían surgir y cómo superarlos? ¿Qué recursos –tiempo, conocimiento, contactos, capital– son cruciales?

Tradicionalmente, la administración se ha centrado en gestionar la escasez: optimizar recursos limitados. Sin embargo, en el mundo actual, nos enfrentamos a un nuevo desafío: gestionar la abundancia. Abundancia de información, de opciones, de herramientas. La administración moderna debe discernir, priorizar y enfocar en medio de este vasto océano de posibilidades. Aquí es donde herramientas innovadoras, como las tutorías en inteligencia artificial (IA), pueden jugar un rol transformador. La IA puede procesar datos masivos, identificar patrones, personalizar rutas de aprendizaje y ofrecer asistencia predictiva, convirtiéndose en un poderoso aliado para el administrador que gestiona la complejidad inherente a la persecución de un sueño ambicioso.

Pero la administración, entendida como gestión de sueños, va más allá de la mera eficiencia o la aplicación de tecnología. Se alinea con el propósito más elevado de la educación: el cultivo del ser. Al administrar nuestros propios sueños o al ayudar a otros a administrar los suyos, no solo estamos organizando tareas o asignando recursos; estamos participando activamente en un proceso de crecimiento personal y colectivo. Estamos aprendiendo a navegar la incertidumbre, a desarrollar resiliencia, a colaborar, a tomar decisiones significativas. Cada paso en la gestión de un sueño es un paso en el desarrollo de nuestro potencial humano.

En definitiva, la administración de empresas, vista a través de esta lente, deja de ser una disciplina meramente técnica o económica. Se revela como una práctica humana esencial, una forma de aplicar la inteligencia, la organización y la voluntad para construir puentes entre la realidad presente y el futuro soñado. Es la arquitectura invisible que permite que las aspiraciones tomen forma, la brújula que guía a través de la complejidad, y el motor que impulsa el viaje hacia la realización personal y colectiva. Es, en su forma más pura, el arte y la ciencia de ayudar a los sueños a encontrar su camino en el mundo.

Escuche el episodio 261 de Diálogos con Álvaro Cedeño titulado “Gestión de sueños”.

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