Lograr que el paso de las personas por el IMAS sea corto, sencillo y eficaz es el objetivo permanente de esta administración. Esa meta se incorporó en un plan de trabajo cuya implementación comenzó el mismo 9 de mayo, un día después de iniciado el actual gobierno. El mayor reto fue trascender de las consignas lanzadas al aire o los siempre complacientes enunciados.
Trascender de ello y convertir esas tres palabras (corto, sencillo y eficaz) en acciones concretas que se traduzcan en un beneficio a las personas usuarias de los servicios y un compromiso con quienes pagan sus impuestos de que sus recursos serán utilizados e invertidos con la mayor eficiencia posible, es sin duda el norte que guía el trabajo de la institución.
La primera labor fue reducir los largos periodos de espera para la obtención de una cita o la atención de una consulta, particularmente a la población prioritaria, cuya caja de resonancia era la Sala Constitucional. Para ello, se terminó una contratación con una empresa externa que se encargaba de la asignación de citas, lo cual representa un ahorro de aproximadamente ₡2.500 millones al año.
Lo más importante de ello, es la disminución de los tiempos de espera para obtener una cita, y la consecuente reducción del 39,62% en la cantidad de recursos de amparo que se interpusieron contra el IMAS por motivo de citas al comparar 2022 y 2024. Además, debe destacarse que entre el año 2022 y el 2023 se aumentó la cantidad de citas asignadas en 35.043 cupos más, y del 2023 al 2024 hubo 88.500 citas adicionales. Todo con los mismos recursos.
De seguido, se continuó con retomar lo dispuesto por la ley del IMAS: atender primero personas en pobreza extrema y básica y emplear sí o sí la clasificación socioeconómica generada por el Sistema Nacional de Información y Registro Único de Beneficiarios del Estado (SINIRUBE) para el otorgamiento de subsidios.
Estas disposiciones han permitido ordenar y priorizar la fila y arrojar a la bandeja del olvido la práctica de “primero en tiempo, primero en derecho”, con la cual se beneficiaba a quienes llegaran primero y no necesariamente a quienes más lo necesitaban.
Actualmente el IMAS emplea una triple hélice para priorizar sus atenciones, la de la línea de pobreza (extrema primero y luego básica), la de personas prioritarias a partir de agravantes como el envejecimiento, la dependencia, la discapacidad, fase terminal y menor de edad (entre otros) y la priorización territorial, obviamente donde se dispone de más recursos en aquellas áreas geográficas con mayor prevalencia de personas en pobreza.
Volver al campo para facilitar el acceso de las personas a los servicios de la institución es parte del plan de trabajo. Visitas a zonas fronterizas, islas, territorios indígenas o comunidades muy alejadas es algo que hoy se hace, al menos con una frecuencia de 2 visitas al año.
La cercanía que las personas se merecen llevó al IMAS desarrollar in house un aplicativo conocido como “Mi Expediente” con lo cual las personas usuarias tienen información como la certificación de su clasificación socioeconómica otorgada por el SINIRUBE que pueden presentar en cualquier oficina pública, subsidios aprobados, estado de su solicitud de atención, fechas de transferencias y mucha otra información más. Eso es, sin duda, empoderar a las personas en condición de pobreza.
A finales del 2023, se empezó a construir la estrategia de empleabilidad, la cual procuraba acercar lo más posible a las personas a la obtención de un empleo o al autoempleo. Para ello, se construyeron perfiles de entrada y salida de las personas, una ruta lógica y necesaria con los pasos antes, durante y después, que debe dar una usuaria o usuario de servicios para lograr ese objetivo.
En paralelo a ese proceso, se revisó sino es que toda, una buena parte de las acciones implementadas por el IMAS, múltiples documentos vinculados sobre la temática de la pobreza y se conversó con expertos en la materia. Todo ello arrojó la conclusión de que el IMAS atendía la pobreza, y que atendiéndola, es poco probable disminuirla de manera significativa y sostenida.
De esta manera nació IMAS Impulsa, el modelo de intervención piloteado a partir de la estrategia de empleabilidad y que poco a poco se convirtió en lo que se implementa por regla general desde enero del 2025. IMAS Impulsa busca resolver la pobreza, no atenderla, y para ello implementa elementos diferenciados a lo que se había hecho con anterioridad: a) es para toda la población que recurre a la institución, exceptuando a personas adultas mayores, con discapacidad, menores de edad o con una enfermedad en fase terminal. b) condiciona el subsidio, con lo cual busca construir e implementar la corresponsabilidad, tanto por el Estado como desde el hogar. c) El subsidio se otorga por periodos cortos para garantizar con ello el cumplimiento de parte del hogar. e) Se monitorea y fiscaliza el cumplimiento de los compromisos adquiridos por el hogar. f) la corresponsabilidad se construye con todos los integrantes del hogar, no únicamente con la persona que solicita o recibe el subsidio.
Con IMAS Impulsa se busca que las personas y los hogares se sitúen en dos carreteras: la del empleo o la del autoempleo, donde para los dos casos, la educación, la formación y la capacitación son absolutamente necesarias, como también lo es el acompañamiento con asistencia técnica brindado por otras instituciones.
Al 10 de marzo, hay 34.022 hogares atendidos bajo el modelo (24.288 con un perfil condicionado a que cumplan compromisos para que se les otorguen subsidios y 9.734 bajo el ala de la protección social -es decir, que no tienen que cumplir con ese tipo de requisitos-).
Estos pasos, que se leen rápido y se interpretan como fáciles, han tomado 3 años, mucho más de lo planeado, debido a los dilemas y paradojas existenciales presentes tanto en la institución como fuera de ella que ha sido indispensable sortear. ¿Quién puede creer que la lucha a favor de la justicia social, la objetividad y la transparencia deba de ir cuesta arriba, y con múltiples obstáculos que dificultan el avance del sentido común?
¿Qué hace falta? Sin duda consolidar el modelo de IMAS Impulsa, sobre el cual no existe la menor duda es la ruta correcta para el país. Consolidarlo no solo a lo interno de la institución, sino también en el resto de la institucionalidad, para convertirse en el modelo sombrilla donde cada institución tiene un rol determinado, pero absolutamente necesario para disminuir la pobreza.
Entender que el modelo es de mediano y largo plazo, ya que sacar a un hogar de la pobreza de manera sostenida e irreversible no sucede de la noche a la mañana y mucho menos a punta de subsidios. Se deben crear confianzas y convencimiento en las personas usuarias para remplazar la idea de la eternidad del subsidio por la de la generación de ingresos propios como mecanismo para vivir mejor. Además, evaluar indicadores de procesos y de resultados, para con ello ir recalibrándo el modelo, tanto como sea necesario.
La tarea no es sencilla, tampoco imposible y requiere paciencia, pero sobre todo compromiso.
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