En el mes de julio del 2024 tuve el honor de presentar el poemario de nuestro amigo Edmundo Retana, titulado El incendio del ser, para alegría de muchas personas esta publicación acaba de recibir el Premio Nacional de Poesía y la verdad estoy feliz porque en medio de tanta violencia los poetas siguen levantando la voz y nos continúan recordando que no todo está traspapelado. La voz poética de Retana reviste de esperanza a la palabra desde la vida diaria.
Nuestro Aquileo es teólogo y librero, su primera publicación vio la luz en 1991 con el poemario Los bailes íntimos. En el año 2018 bajo el sello EUNED reunió 25 años de su producción poética. Ana Istarú escribió el prólogo y señaló que su poesía es “un compromiso riguroso por revelarnos la belleza oculta en los ámbitos más humildes de la cotidianidad”. Y lo hace utilizando un lenguaje llano, sin florituras, ni excesos dramáticos, encontramos una palabra que fluye suave y sincera.
Y es que Edmundo es un fiel hacedor al oficio de tallar cada expresión para que tenga un significante. Su poesía se construye de versos sencillos y profundos. Es un orfebre que durante años de forma silenciosa y sin aspavientos se ha dedicado a elaborar su obra. Nos conocimos desde la época cuando éramos estudiantes de Teología y estábamos llenos de ideales y esperanzas. Ideales y esperanzas que siguen presentes en su obra hasta el día de doy.
El poeta nos convoca no desde un sitio cualquiera sino desde el fuego mismo: eterno, primario, dador de vida, fuente de luz y calor. Estas características nos emplazan de entrada a leer con detenimiento, nos invita a desentrañar el mensaje o los mensajes principales, y nos predispone a encontrar la parábola que encierra este libro.
El Incendio del Ser denota una hoguera, una acción fecunda, purificadora, y también conlleva otras connotaciones, porque desde otro ángulo: quema, devora, castiga, destruye, transforma.
En la mitología y en varias tradiciones espirituales, ha sido un símbolo de cambio, purificación y sacrificio. También contiene una connotación mágica ancestral porque el fuego es un elemento primordial que atañe a la vida misma y su conservación. Es una fuerza superior que rige el universo y constituye un elemento desde siempre en la literatura. Este poemario representa una elaboración fecunda y serena que ha crecido en estética en cada publicación, por eso nos complace mucho este reconocimiento.
La otra obra a la que me quiero referir es a la novela más vendida en Costa Rica en los últimos meses, titulada Una mujer insignificante, de Catalina Murillo. El nombre mismo es una provocación muy bien plantada, con ese abrebocas empezamos a leer y les dijo que hasta la última página es un disfrute. A Catalina la he conocido como participante en sus talleres de escritura creativa que he disfrutado al máximo, narrando y escuchando. Es el aporte didáctico muy valioso de la escritora.
La prosa de Catalina es moderna, corta, sencilla, es como si estuviese contando una historia personal a un círculo privado, con fluidez y picardía, y que dicho en sus palabras utiliza como “una válvula de escape”, cosa que hace desde la memoria misma y sus laberintos, si hay algo que no es lineal es la memoria. Los recuerdos son selectivos, sin que tengamos todavía claro a que obedece esto. La reminiscencia es el diario que todas llevamos incorporado de forma permanente y emerge según su propia lógica.
Las mujeres archivamos cientos de historias personales que por mucho tiempo quedaron rezagadas, fuimos enseñadas a almacenarlas en el archivo de la “vida “privada”. Con el devenir del movimiento feminista el llamado mundo privado se resquebrajó, y las mujeres empezaron a tener voz propia y a transformar sus vivencias en literatura. Las escenas privadas de las mujeres sin duda tienen muchos elementos en común, esencialmente el mundo androcéntrico y ellas -nosotras- buscamos hendijas para no asfixiarnos y respirar para sobrevivir. ¡Y vaya que lo hemos hecho!
Catalina se arriesga a compartir por medio de la auto ficción una historia que sucede en una familia del Valle Central, en medio de una pequeña ciudad conservadora con patrones de conducta muy rígidos para las mujeres. La voz narrativa es desde la “hijidad”, (el otro lado de la maternidad) y logra contar sin pena ni reclamos la historia de una madre, que Catalina percibe desde su mirada, la auto ficción que se compone de dos elementos complementarios el auto y la ficción, y cada cual interpreta como mejor le corresponde.
Lo valioso de esta trama es el acercamiento a la madre desde la hija, una hija que reconciliada con su progenitora logra desatar uno de los principales nudos en la vida de las mujeres. Ha sido de sobra analizada la tensión dinámica en las relaciones madre-hija, hija-madre. Mirar a la madre desde la adultez es sabernos iguales, pares, imbuidas en este mundo sesgado del cual cada una intenta salvarse a su manera.
Y para terminar traigo esta lacónica oración: ¡la desgracia es hacerse mujer, no me lo nieguen!, en un mundo regido por la misoginia y el androcentrismo. Recomiendo su lectura si usted todavía no lo ha hecho.
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