Es el mensaje que Dios envía a los pastores porque ha nacido el Niñito Jesús.

El milagro de amor que es la encarnación de Dios en la humanidad de Jesús y su irrupción en nuestro tiempo y geografía se anuncia por sus ángeles a humildes pastores que cuidan sus rebaños.

Es parte de los eventos de la historia de nuestra redención, que a nosotros parecen contradicciones y que nos deparan enormes enseñanzas.

Frente a la omnipotencia y la majestad de Dios, "Mientras estaban en Belén, llegó para María el momento del parto, y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, pues no había lugar para ellos en la sala principal de la casa".

Nace el Salvador de la humanidad, y se anuncia primero no a emperadores y reyes, ni a sacerdotes y fariseos, sino a humildes pastores de un perdido rincón de Israel. "En la región había pastores que vivían en el campo y que por la noche se turnaban para cuidar sus rebaños. Se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de claridad. Y quedaron muy asustados. Pero el ángel les dijo: «No tengan miedo, pues yo vengo a comunicarles una buena noticia, que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy, en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor. Miren cómo lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre»".

Lo que se pregona no es poder para conquistar a Roma y hacerse de sus riquezas y poderes, sino la paz. "De pronto una multitud de seres celestiales aparecieron junto al ángel, y alababan a Dios con estas palabras: «Gloria a Dios en lo más alto del cielo y en la tierra paz a los hombres: ésta es la hora de su gracia»."

La paz nace del amor. Del amor del Niñito Dios que nace. Del mandamiento del amor que nos trae.

Cuanto nos cuesta entender el mensaje de la sencillez y del amor en medio de la lucha de la vida, de los deseos de progresar, de tener, de dominar.

Es el mensaje que resplandece en la vida del Niño Dios que se prolonga en su edad adulta. “El niño crecía y se desarrollaba lleno de sabiduría, y la gracia de Dios permanecía con él.” Y después de quedar perdido y hallado por sus padres en el templo “Jesús… regresó con ellos, llegando a Nazaret. Posteriormente siguió obedeciéndoles. Su madre, por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón. Mientras tanto, Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia, ante Dios y ante los hombres.”

Su vida pública se da en la sencillez de Judea, Galilea y Samaria, no en Roma ni en las grandes ciudades de su imperio ni en los reinos de Asia. La mayor parte de su vida pública se da en pequeñas aldeas o en campos despoblados, no en palacios. Predica principalmente y escoge sus apóstoles y discípulos entre pescadores y pastores no entre los poderosos representantes romanos, ni entre fariseos y sacerdotes. Predica el amor y el perdón, no la sublevación y la guerra. Cura a los enfermos, alimenta a los hambrientos, perdona a los pecadores.

Muere para redimir nuestros pecados y resucita para que nosotros resucitemos con Él.

En el pesebre y en la Cruz nos predica humildad y amor.

Toma la regla de oro de los antiguos: “Traten a los demás como quieren que ellos les traten a ustedes” y la convierte en el mandamiento del amor: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No es solo el trato, es sentir el bien ajeno como parte de nuestro propio bien.

Jesús el amor lo llevó a su consecuencia del perdón: “Pedro se acercó con esta pregunta: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas de mi hermano? ¿Hasta siete veces?» Jesús le contestó: «No te digo siete, sino setenta y siete veces.» y pidió el amor incluso para el enemigo: “Ustedes han oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo y no harás amistad con tu enemigo.» Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores”

Y en la última cena, en su despedida de los apóstoles Jesús llevó el mandamiento del amor a límites inimaginables: “Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos”. No es ni más ni menos que ser capaces de trasmitir el mismo infinito amor de Dios a nuestros semejantes.

Este es el mensaje de Navidad. Esta es la celebración de Navidad. Esta es la tarea que el Niñito Dios nos vino a revelar.

Amémonos en medio de las guerras y los crímenes, en medio del desarraigo y la frustración, en este país polarizado y dividido. Así venceremos guerras, crímenes, desarraigo, frustración y polarización.

Amémonos como a nosotros mismos, perdonémonos siempre, amemos a nuestros enemigos, amémonos como Dios nos ama.

Feliz Navidad a todas las personas. Pido al Niñito Dios que abra nuestro corazón, el de todas y todos, al mensaje de amor que nos vino a traer. Qué hoy nazca en nuestro corazón como hace 20 siglos nació en Belén.

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