A mediados de los años setenta, cuando se hablaba de la Unión Soviética (URSS), se pensaba que este Estado existiría por muchos años más en unidad. En menos de veinte años todo cambió.

Diferentes factores económicos y sociales entre los territorios que conformaban la URSS llevaron a su fin, surgiendo múltiples nuevos Estados con identidades muy distintas entre sí.

Actualmente, los Estados Unidos de América atraviesan una época de incertidumbre económica y política. ¿Será entonces posible dar por hecho que los Estados Unidos seguirán siendo un solo Estado Federal en el futuro, o están sufriendo condiciones similares a las que llevaron al fin de la URSS?

Gobierno Federal en conflicto con los Estados

El Gobierno Federal de los EE. UU. ha visto reducido su poder regulatorio sobre los Estados que constituyen la unión. Existen varios ejemplos, como la contradicción entre la normativa federal respecto a drogas y la legalización de la marihuana que algunos Estados han ejecutado.

Otro ejemplo es el cambio de postura de la Corte Suprema respecto al aborto en el 2022, pasando este tema a ser decisión de cada Estado y no un derecho constitucional. Similar ocurre con las diferentes posiciones en cuanto a los derechos que tiene la población LBGT para casarse y adoptar, que quedan al arbitrio de cada Estado.

Estos roces no son nuevos y son esperables en una nación federal, pero muestran fracturas y amplían la división entre los Estados que conforman la unión. En esa misma línea, es llamativo el conflicto entre el Estado de Texas y el Gobierno Federal.

Al sur de la frontera

En este Estado, insatisfechos por lo que consideran un mal manejo del tema migratorio, han decidido, en contra del gobierno Federal, tomar el tema en sus manos, incluso aprobando el llamado Senate Bill 4, que autoriza a arrestar y deportar a quienes determinen que se encuentran indocumentados en el Estado.

La posición de Texas contrasta con la de California, Estado vecino y que también comparte frontera con México, donde las personas sin documentos han sido tradicionalmente bien recibidas, incluso garantizándoles acceso a los servicios de salud.

Y es que esa parece ser el gran malestar que está afectando eso de ‘Unidos’, la gran diversidad en cuanto a políticas públicas (muchas contradictorias entre sí) que tiene cada Estado. Esta división sigue una línea partidaria entre los llamados Estados Azules o Rojos, según el territorio tenga mayoría de ciudadanos votantes Demócratas o Republicanos.

Nadie está de acuerdo

Esta división ideológica se ve en lo que los ciudadanos estadounidenses consideran prioridad en las políticas de su gobierno Federal, como muestra una reciente encuesta del Pew Research Center. Así, mientras un 70% de los votantes Demócratas ve como prioridad el Cambio Climático, solo un 15% de los Republicanos lo ven como prioritario. Similar ocurre con mantener el orden mundial, donde un 54% de los Republicanos prefiere que estos costos sean más asumidos por otros países, frente a un 33% de los Demócratas que opinan igual.

Más interesante aún, mientras que menos de un cuarto de todos los ciudadanos Estadounidenses ven el apoyar a Ucrania e Israel como prioridades, el Congreso y Senado aprobaron recientemente un nuevo paquete de ayuda por 95 billones a esas dos naciones y Taiwán. Muestra de una aparente división entre las prioridades de los ciudadanos y los funcionarios que eligen para gobernar.

La brecha entre ciudadanos se agranda aún más si se toma en cuenta el tema económico, siendo que de acuerdo a una encuesta de Axios muestra que un 43% de los votantes Republicanos siente que su situación económica es pobre frente a un 28% de los Demócratas, siendo que un 85% de los habitantes de zonas rurales considera que quienes los gobiernan no les importa lo que les ocurra a ellos o sus familias.

Un año electoral

Y es que la oferta electoral de los dos principales partidos no ayuda a la unión. Por un lado, el presidente Donald Trump, quien actualmente enfrenta un juicio con 88 cargos en su contra, mientras continúa la campaña electoral, siendo la cárcel una opción con igual chance que la de llegar a ser presidente de nuevo.

En la otra esquina está el presidente Joseph Biden, cuyo mandato ha sido divisorio y genera múltiples dudas, dado que asumiría el cargo con 82 años y se le ha visto actuar de forma algo confusa en público. Además, su memoria fue catalogada de ‘pobre’ en una investigación realizada por su manejo de documentos públicos con información sensible.

Es de esperar que la elección sea reñida como hace cuatro años, y hasta que en el voto popular gane un candidato y en el voto del colegio electoral triunfe otro, cosa que solo contribuirá a generar más división. Igual sin importar quién termine siendo presidente, es difícil que su figura pueda generar el liderazgo necesario para convencer a una mayoría de los estadounidenses de seguir un camino común.

Quizás sea temprano para hablar de una secesión de Estados y el nacimiento de nuevas naciones, pero negar dicha posibilidad hoy, sería como hablar del fin de la historia en los años noventa, algo prematuro.

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