¿Alguna vez se han preguntado, cuánto empieza a parecerse el mundo a la ciencia ficción? Películas y series, cuyos efectos especiales y fantasía lograron deslumbrar a generaciones completas, ya no distan tanto de la realidad. Por ejemplo, los fanáticos de la serie Star Trek de seguro recordarán el episodio «The Best of Both Worlds». Para quienes no lo vieron, en esa entrega, Jean Luc Piccard, capitán de la nave Enterprise, es secuestrado y convertido a la raza Borg. Estando prisionero, le agregaron una serie de dispositivos mecánicos y otras formas de hardware convirtiéndolo en un cyborg.
En cuanto al tema de integrar prótesis y otros dispositivos en el ser humano, hoy en día, diversas empresas lo hacen, trayendo consigo un beneficio de incalculable valor para muchísimas personas. ¿Algún ejemplo? ¡Claro! La nueva tecnología artificial touch le permite a personas que perdieron una extremidad el poder recuperar el sentido del tacto. Maravilloso, ¿verdad? Pues sí, los avances cada día mejoran la calidad de vida de muchas personas.
Con ciertas diferencias, The Matrix, presenta un mundo donde los seres humanos solo interactúan a través de una simulación y desconocen el mundo real. Novedoso, ¿verdad? Bue… Ni tanto. El criterio de fondo puede rastrearse hasta Rene Descartes. Dicho filósofo se preguntaba: «¿qué tal si nuestros pensamientos están siendo manipulados por un genio maligno?». Esta idea tuvo eco en la historia y, en el siglo XX, sufrió algunos cambios convirtiéndose en el experimento mental «el cerebro en la cubeta» cuyo objetivo era figurar en el debate del realismo científico. Pero esto es una discusión para otro día.
Regresando con The Matrix, Neo, el personaje principal, logra salir de la simulación y descubre que, para desenvolverse en el software, un dispositivo introducido en su cabeza permite conectar el cuerpo al hardware. Esto lleva a una inevitable pregunta: «¿Puede, una persona o entidad, inducir sensaciones o ideas en una persona?». Aunque parece algo de la ciencia ficción, sí, es posible y la primera vez ocurrió algunas décadas atrás.
Wilder Penfield, un neurocirujano sobresaliente en su campo, durante ciertos procedimientos quirúrgicos, estimulaba el cerebro y, como resultado de esos experimentos, logró acuñar información importante que llegó a convertirse en la famosa teoría del homúnculo cortical.
Bueno, sí, pero de eso al dispositivo que introdujeron en la cabeza de Neo parece faltar mucho. Mmm, no tanto. Inscopix, una empresa norteamericana, desarrolló un microscopio capaz de observar las interacciones neuronales con el sujeto vivo y en tiempo real. Y no solo ellos, Neuralink, una empresa propiedad de Elon Musk, hace unas semanas anunció los resultados de un primer ensayo en humanos logrando con éxito introducir un chip en la cabeza de una persona. ¿Con qué objetivo? El dispositivo le permite a ciertos individuos poder realizar acciones con solo pensarlo. ¿Sirvió? Según informó la empresa parece haber sido un éxito.
Pues bien, tal y como se mencionó, en ciertos casos la ciencia ficción parece vaticinar aspectos, los cuales, han traído gran beneficio a la humanidad. El único detalle es este: si criterios, una vez de fantasía, se han convertido en realidades, ¿las predicciones negativas también lo harán? Llegará el momento donde estemos conectados a una computadora perdiendo así parte de nuestra independencia.
El documental The Social Dilemma, dirigido por Jeff Orlowski parece explicar cómo, los dispositivo electrónicos, han logrado absorber la atención de las personas llegando al límite de crear, incluso, adicciones a las redes sociales. ¿Llegaran a ser, estos dispositivos, la forma material que asume el genio maligno del que Descartes nos advertía?
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