Costa Rica, reconocida por su compromiso con la igualdad de género y los derechos humanos, sigue enfrentando desafíos. A pesar de los progresos en la promoción del tema de género, existen vacíos en el reconocimiento de las mujeres sobresalientes en la sociedad costarricense, especialmente en la entrega del título de ciudadano de honor por parte de nuestro gobierno.
Al ver la lista de personas acreditadas con este honor, se puede observar una marcada falta de presencia femenina. De los veintiocho ciudadanos de honor hasta la fecha, solo ocho de ellos, son mujeres. La disparidad refleja una falta de reconocimiento público de nuestra sociedad a lo largo de la historia. Aunque se demuestre la capacidad y la excelencia de las mujeres en diversos campos, las contribuciones siguen siendo ignoradas en comparación con la de sus homólogos, los hombres.
En el acto de develación de las fotografías de los ciudadanos de honor por parte de la Asamblea Legislativa, el 28 de febrero pasado, encontramos la figura de la señora Yvonne Clays Spoelders, quien resalta por méritos propios más allá de ser la exprimera dama de la república.
Doña Yvonne Clays, demostró tener habilidad para resolver numerosos asuntos de relevancia frente a las autoridades estadounidenses, lo que la posicionó de manera no oficial como la primera diplomática en la historia de Costa Rica. Además, contribuyó a la implementación de reformas sociales en el país, participó en la formación de la Orquesta Sinfónica Nacional de 1940 y se destacó su participación en diversas obras benéficas.
La cita anterior deja claro los grandes aportes de doña Yvonne a nuestro país, razón por la cual la Asamblea Legislativa reconoció recientemente al otorgarle la Ciudadanía de Honor. Lamentablemente, existen páginas negras en la historia de cualquier nación, en el caso de nuestro país, una de ellas es el acoso perpetrado por el Tribunal de Probidad de 1948, fue la misma doña Yvonne quien lo sufrió durante unos 20 años cuando este infame Tribunal le retuvo todos sus bienes, e incluso le confiscó dos propiedades cuando no se encontraba en el país. No obstante, la Ley de Indemnización aprobada en 1964, autorizó a los afectados reclamar sus bienes al estado, no hay constancia de que esto realmente ocurriera. Fue una larga lucha a lo largo del tiempo, por lo que hizo estragos en su salud física, ¡Qué dolor debió significar para doña Yvonne que el país al que ella le había dado tanto, le daba a ella la espalda!
El legado de doña Yvonne Clays Spoelders nos recuerda el derecho innegable de levantar nuestras voces para reclamar nuestros derechos y compartir nuestras experiencias. ¿Nos negamos a ser relegadas al olvido o ser minimizadas en la historia? Por supuesto que no, reclamemos nuestro legítimo derecho a ser vistas, escuchadas y recordadas.
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