Por Lucas Guevara Vásquez - Estudiante de la carrera de Seguridad Laboral y Ambiental
Años atrás, se desconocían los efectos adversos que los desechos químicos podrían ocasionar en la salud de las personas y el medio ambiente. En algunas ocasiones, al no saber tratar este tipo de desechos, estos desperdicios se enterraron, se desecharon en los cuerpos de agua o simplemente se dejaron a la intemperie. Como resultado, hemos obtenido muchos lugares con desperdicios químicos peligrosos que están abandonados y generan una exposición negativa hacía el medio ambiente.
Entre los lugares en donde se encuentran estos desperdicios peligrosos podemos mencionar almacenes, fábricas y maquiladoras abandonadas; plantas de procesamiento y manufactureras; y vertederos y basureros públicos abandonados, que son comunes en América Latina. La minería es promocionada por los gobiernos y algunas empresas privadas, como una solución a la falta de empleo e ingresos para poder financiar construcciones de hospitales, escuelas, carreteras y otras obras de interés.
A pesar de que se obtiene un gran beneficio político en ese sentido, los estudios de impacto ambiental que las empresas mineras presentan para obtener la autorización del gobierno como parte de sus requerimientos legales, omiten incluir temas poco favorables como los denominados impactos a perpetuidad, un término técnico referido a los daños ambientales que persisten por siglos o incluso milenios.
Debido a esto, no hay un programa de recuperación que ayude después a esa área explotada, un plan para tratar de que vuelva a la normalidad o hacer un uso razonable de los recursos naturales que nos brinda la naturaleza. Esto ocasiona también daños que no son tomados en consideración y que son de suma importancia:
• Modificaciones severas del paisaje: la excavación de una mina a cielo abierto en una montaña o el relleno de un valle con desechos mineros deja rastros y consecuencias negativas que dañan el medio ambiente y ya la zona no vuelve a ser la misma después de la explotación.
• Contaminación de fuentes de agua: debido a la formación de ácidos y de metales tóxicos que llegan a ríos, arroyos y fuentes de agua, se contamina toda la vida marina que presenta.
Aunque en algunos países de América Latina existen normas que regulan esta práctica y controlan un poco los desechos químicos peligrosos en su impacto al medio ambiente, la mayoría no tiene leyes específicas que contengan un monitoreo ni reparación de daños ocasionados por las actividades de alto impacto; por ejemplo, las mineras. Países como Bolivia o Colombia no tienen un marco legal pasivo ambiental minero o de análisis por daños al medio ambiente.
Ante una necesidad evidente, de legislación concisa y concreta que sea fuerte en el control del superfund, el cierre de minas y la finalización de esta actividad son intentos ineficaces. Como no se tiene definido quién debe ser responsable, la remediación termina siendo una idea abandonada.
El secreto está en la prevención
Los daños permanentes de la minería requieren acción constante y un financiamiento que no es posible garantizar en el tiempo. Además, dada su gravedad, solo es posible mitigarlos de manera parcial, pero no remediarlos totalmente debido al impacto tan alto que generan. Como estudiante de la carrera de Ingeniería en Seguridad Laboral y Medio Ambiente, apoyo que esta actividad se base en una evaluación científica, que contemple alternativas y que sea realizada de forma independiente para garantizar resultados objetivos.
Si el análisis establece que un proyecto generará daños perpetuos que no podrán ser recuperados con el tiempo, debe ser rechazado. Se deben buscar soluciones y un plan de contingencia para hacer un uso razonable del recurso. La minería, especialmente la de metales, no es un buen negocio y siempre generará un daño ambiental en nuestra querida tierra de Latinoamérica.