Por Luis Diego Cubillo Guevara – Estudiante de la carrera de Electrónica
La electrónica y tecnología en las últimas décadas han tenido una relación muy estrecha, simbiótica prácticamente, enfocada en diferentes áreas, la cual tuvo sus inicios principalmente en comunicación tanto comercial y militar. Como su contraparte para la población general, tenemos la adopción del internet en una escala global, la cual irónicamente surgió como un proyecto militar llamado ARPANET. Conforme el desarrollo de la tecnología avanzó, disminuyó el tamaño de los transistores, permitiendo la implementación de sistemas cada vez más complejos en espacios más pequeños, lo que dio paso a una diversificación de aplicaciones donde se van a hacer presentes y serán útiles los avances tecnológicos.
En el campo medicinal, se desarrollan herramientas de monitoreo, que surgen para sustituir a los métodos antiguos o mecánicos, para así brindar mediciones más precisas y, sobre todo, para que sean mediciones fiables, ya sea para corto o largo plazo. De esta forma, se logran simplificar, reducir y facilitar las labores repetitivas que realiza el personal médico. Algunos ejemplos de esto son los dispositivos para el monitoreo cardiaco del paciente, desfibriladores, dispositivos de asistencia auditiva y, el que personalmente me parece más intrigante, el electroencefalógrafo.
Básicamente, un electroencefalógrafo es el encargado de registrar, medir y graficar los potenciales eléctricos que genera el cerebro, por medio de electrodos que se colocan en lugares clave del cuero cabelludo. Existen diferentes tipos de equipo para realizar electroencefalografías, pero con el tiempo se ha reducido de forma exponencial su tamaño y se ha llegado a un punto en el que actualmente existen electroencefalógrafos que caben en la palma de la mano. Estos registran la actividad del pacient, para que luego el médico pueda analizar las mediciones que se almacenaron en el dispositivo.
Un punto para recalcar es cómo la tecnología y la medicina se han enfocado en desarrollar soluciones para el estudio, análisis, medición y comprensión del cuerpo humano. De esta forma, se puede desarrollar una cura o tratamiento para las diferentes enfermedades que surgen en diferentes sistemas del ser humano.
En agosto del 2019, Elon Musk y Neuralink plantean oficialmente una interfaz “cerebro-máquina” integrada con varios propósitos y objetivos en mente, desde el tratamiento de enfermedades hasta desórdenes mentales (Musk, 2019). Otro de los objetivos que quieren resolver es cómo incrementar la banda ancha entre nuestro cerebro y los dispositivos electrónicos externos. Actualmente, para accionar e interactuar con nuestro dispositivo móvil o computador, estamos limitados a nuestras manos, lo cual se convierte en el principal cuello de botella que existe cuando interactuamos con nuestros dispositivos. Si esta limitante se elimina o se reduce, la comunicación y la transmisión de datos entre el cerebro y nuestro dispositivo sería de una velocidad vertiginosa. Este es solo el primer planteamiento de Neuralink. Conforme siga su desarrollo e investigación surgirán nuevos aspectos a evaluar y, al ser una tecnología tan innovadora e incipiente, tendrá que aprobar todas las regulaciones gubernamentales y éticas que plantean los diferentes entes regulatorios para en algún momento llegar a implementar y comercializar estas soluciones.
Para concluir, las tecnologías más novedosas requieren tiempo para poder madurar, años de prueba, desarrollo, aceptación y comercialización del público y de los expertos. Lo que actualmente nos parece descabellado, en un futuro, será posible gracias al trabajo de los profesionales en el área que trabajan en llevar los límites más allá. El caso de Neuralink y los casos anteriormente mencionados —como el marcapasos—, nos benefician a todos, como especie humana, para sanar o, en algunos casos, tener un tratamiento que sea efectivo.