El sistema económico tradicional se desarrolla fundamentalmente por un modelo lineal basado en extraer-fabricar-usar-desechar, que busca el consumo y crecimiento económico constante, lo cual deteriora e impacta de manera considerable el medio ambiente y los recursos naturales.
Ante este panorama, surge la economía circular, como una alternativa innovadora, que busca principalmente las 4R: reducir el desperdicio y el uso de energía, reutilizar los productos, reciclar cada vez que sea posible y recuperar los bienes, de modo que se puedan mantener durante el mayor tiempo posible.
La importancia de la economía circular se centra en su capacidad para abordar desafíos ambientales y económicos de manera simultánea, a partir del ámbito de la bioeconomía, que a su vez se define como una economía basada en la biología y bio-ciencias para su funcionamiento.
La importancia de considerar la bioeconomía como parte de la economía circular radica en que se puede considerar como una expresión de la innovación que transforma las relaciones sociales y las relaciones con la naturaleza, permite la creación de nuevos procesos productivos mediante el aprovechamiento de las visiones de la bio-tecnología, bio-recursos y bio-ecología y, de esta manera, fomenta sistemas más circulares de recursos y productos.
La sinergia entre la economía circular y bioeconomía abre nuevas “ventanas verdes de oportunidad” a partir de las circunstancias históricas previas, de la búsqueda de soluciones a problemas ambientales que existen en los procesos productivos y de consumo, y del surgimiento de iniciativas que permitan la creación de empleo, innovación y crecimiento económico. Este enfoque teórico se lleva a la acción en diferentes eslabones de las cadenas productivas de varios productos nacionales, especialmente agroindustriales. Un caso que llama la atención, por lo avanzado de su trayectoria, es el de la zona de lo Santos de San José, particularmente con Coopetarrazú.
En San Marcos de Tarrazú la producción del café ha sido el pilar fundamental de desarrollo para los negocios y las familias a lo largo de la historia. De ahí que desde 1960 se fundó Coopetarrazú, que la ahora integrada 4600 personas dedica al beneficiado y comercialización del café, con el objetivo de brindar servicios que aumenten el bienestar y desarrollo de la zona. Esta cooperativa se ha especializado en la producción de café de alta calidad, pero su avance en materia de economía circular le ha permitido diversificar su producción de múltiples maneras.
En el 2011 dieron un gran paso al crear el Departamento de Investigación y Desarrollo y, pocos años después, surgió el Centro para el Desarrollo de Alternativas Orgánicas (CeDAO) para comercializar una serie de BioInsumos producto de las investigaciones. La atención del problema de las emisiones de gases de efecto invernadero, producto de la descomposición de la pulpa del café, que representaba el 80% de las emisiones de la cooperativa, al tiempo que la necesidad de fortalecer la fertilidad del suelo, impulsó la creación de un nuevo compostaje llamado “ecofértil”, que aumenta la disponibilidad de nutrientes, mejora la estructura del suelo y aporta materia orgánica a las plantaciones de café de los productores de la zona.
Por otro lado, se crea “ecofértil plus”, que es este compostaje enriquecido con minerales destinado a atender las necesidades particulares del suelo de la zona. Estos productos reducen los olores y mejoran la producción del café. Otros subproductos de la cadena son harina de café, emulsiones con cafeína, café verde doble potencia y capsulas de café.
Asimismo, la cooperativa se ha esforzado en crear productos basados en bacterias, hongos y levaduras que mejoran los cultivos para soportar condiciones de estrés, aumentar la resistencia ante enfermedades y mejorar la producción, que incluso se están utilizando en otros productos como la piña y el arroz.
El anterior caso ejemplifica cómo la innovación e investigación de biotecnologías, que buscan atender un problema ambiental, generan prácticas y acciones en el marco de la bioeconomía y la economía circular que desencadenan en una economía más sostenible, más resiliente y con mayores oportunidades para el desarrollo económico nacional.
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