Por Ricardo Umaña Cervantes – Estudiante de ingeniería Informática
Por miles de años el hombre se ha enfrentado a temas de salud, cada era ha traído sus efectos directos en la manera que nuestro cuerpo reacciona a bien o a mal. El desarrollo de enfermedades puede estar originado por muchos factores como una mala alimentación o lo emocional, etc. Estos detonadores encadenan otros factores que comienzan a sumarse en el deterioro de nuestro cuerpo.
Antes la forma de investigación se basaba principalmente en textos como libros, revistas o artículos; muchos de estos recursos, tal vez de muy excelente contenido, peligraban de ser consultados por algunos pocos privilegiados, con una potencial imposibilidad de llegar a lugares distantes o remotos. Con la aparición del internet se presenta la oportunidad de conectar mucho de este valioso conocimiento y rescatarlo para ser consultado por muchos investigadores en cualquier parte del mundo.
Este logro comienza a revolucionar el área de la salud a pasos agigantados, se ha logrado en cuestión de unos 20 años lo que no se puedo hacer por miles de años, todo el conocimiento desperdiciado por tanto tiempo ahora gira a otra velocidad en avances y soluciones científicas. La ciencia de la salud está cambiando significativamente y en mi impresión personal aún no estamos plenamente conscientes de lo que esto significa, y más lo digo por nuestros paradigmas que nos siguen arrastrando a la poca evolución de los miles de años atrás sin un significativo progreso.
Con la revolución tecnológica pasamos de un conocimiento localizado a un conocimiento globalizado, la facilidad con que obtenemos información es asombrosa, nuestras generaciones tienen un fácil alcance de millones de Terabytes de información. La velocidad como reciben datos ya no se basa a la estructura convencional limitada a un aula o a un profesor, la forma en que aprenden es bajo modelos colaborativos (redes sociales, amistades, núcleos de información). Se estima que nuestro cerebro puede almacenar alrededor de 100 Terabytes y que sólo conocemos un 10 %, tiene una capacidad de almacenar hasta 21,45 Gb por segundo de video y ojos de hasta 126 Megapixeles, aunque parezca que estoy describiendo una súper computadora no es así, hablo del 10 % de lo que conocemos de nuestro increíble cuerpo. A pesar de tan maravillosa biotecnología orgánica, recién empezamos a asociarla con otras alternativas de estudio que no sea únicamente por medio de galenos (palabra usada para referirnos a los Médicos, en honor al gran médico griego Claudio Galeno del siglo II).
Por miles de años no logramos eficazmente almacenar patrones de comportamiento para luego sobre ellos generar predicciones, aunque las primeras predicciones orgánicas datan de la creación del primer ser humano, según Jeff Hawkins (ingeniero informático inventor del Palm Pilot y teléfono inteligente), el cerebro (córtex) funciona sobre la base de la memorización y el reconocimiento de patrones, que es la forma como el cerebro realiza las predicciones. La tecnología por medio de Machine Learning (predicción por medio de patrones) ha logrado significativos avances en cuanto predicciones de enfermedades tomando como referencia patrones históricos con múltiples casos y variables asociadas a la condición médica, entre más vasta la fuente de datos y mejor estén los patrones confeccionados, tendremos resultados más exactos, parte del aporte tecnológico está en la confección de un algoritmo para el análisis de patrones y de la capacidad de procesamiento del computador para entregar los resultados.
El COVID-19 dio la oportunidad a muchos investigadores disruptivos de analizar creativamente la forma de prevenir pandemias, es el caso de la empresa española Biometrix Vox, que está almacenando las voces de los pacientes infectados por coronavirus como sanos para detectar si una persona tiene la enfermedad con solo escuchar su voz, bastaría una llamada de teléfono para emitir un diagnóstico, todo esto por medio de un poderoso algoritmo de análisis sobre una base de datos celosamente alimentada con las variables correctas para dar predicciones que superarían cuánticamente cualquier recurso humano. En refuerzo a este caso, investigadores de Birmingham (Reino Unido) desarrollaron un algoritmo que detectó de forma correcta una dolencia en el 87% de los casos, mientras que los médicos lo hicieron en el 86% .
En las crisis están las oportunidades y, aunque el COVID-19 fue un trago amargo, lo más seguro dejará importantes iniciativas científicas como las ya mencionadas con IA , sin COVID-19 no hubiera existido lo más posible una incursión acelerada a la predicción de enfermedades. ya no solo hablando del coronavirus sino del sinfín de posibilidades de amenazas a que podemos estar expuestos. Se inicio una nueva industria basada IA médica que ofrecerá una mejor calidad de vida, situación económica mundial y. por supuesto, el mal momento de vivir un confinamiento y un virus que afectó a millones de personas.