Por Alonso Monge Blanco – Estudiante de la carrera de Ingeniería en Seguridad Laboral y Ambiental
De acuerdo con las prácticas de seguridad e higiene en el trabajo, y como parte de la ergonomía preventiva, se han incorporado ejercicios físicos a través de rutinas cortas como una buena práctica para evitar las lesiones musculoesqueléticas en los trabajadores. Esta tendencia inició en Polonia en la década de los años 20 entre los operarios de fábricas como una gimnasia laboral que luego tomó más fuerza en el este de Europa durante los años 60. Hoy en día es muy utilizada en las empresas en Costa Rica, en primer plano para las áreas de producción, y aunque no tan popular, y de igual forma aplicada a las labores administrativas.
Hoy en día podemos ver diferentes aplicaciones para las rutinas breves; por ejemplo, se utilizan para el calentamiento previo a las actividades del día, pausas activas durante la jornada y estiramiento al final de una tarea específica o del día laborado. Pero su aplicación depende de los riesgos identificados en las tareas que ejecuta el trabajador. Los ejercicios cortos más utilizados son los comúnmente conocidos como “pausas activas”, las cuales buscan compensar la posible fatiga muscular y el cansancio generado por el trabajo y los movimientos repetitivos, a través de pequeños recesos durante la jornada. De ahí que comúnmente se realicen a media mañana y media tarde. Sin embargo, de acuerdo con la carga de trabajo, podría requerirse en lapsos más cortos como una vez cada hora. Estas buscan reactivar los músculos menos utilizados y relajar los más exigidos, lo que previene lesiones y enfermedades musculares y óseas. Por otro lado, brinda recuperación de energía y mejoran el desempeño. Además, rompe con la rutina, reactivando al trabajador de forma física y mental, lo que mejora su estado de alerta y la atención a los riesgos del trabajo.
Las pausas activas deben ser desarrolladas por un profesional técnico con múltiples conocimientos ergonómicos, posturales, anatómicos, entre otros. Las secuencias, orientaciones y protocolos se establecen a través del estudio de las tareas y factores de riesgo ergonómico identificadas previamente en los puestos o áreas de trabajo, tales como una línea de producción, trabajo de campo, (ya sea en ventas o en la agricultura, por dar un par de ejemplos), un centro de atención telefónica u oficina administrativa, entre otros. Como parte fundamental, para programar una serie de ejercicios, es necesario el conocimiento de las características antropométricas de los trabajadores, movimientos repetitivos, cargas musculares, afectaciones o lesiones más comunes, entre otros que nos ayuden a identificar los grupos musculares y óseos que requieren de una terapia laboral preparatoria o compensatoria. La clave de las pausas activas radica en el descanso activo y demuestra que el descanso físico no siempre es la manera idónea de reposar.
En conclusión, las pausas activas son una serie de ejercicios que, realizados de una forma correcta, brindan muchos beneficios al trabajador: estos van desde lo físico, a través de la disminución de las lesiones y el dolor causado por la fatiga muscular, hasta las mentales a través de emociones favorables de plenitud y salud que reducen la tensión y el estrés negativo de los trabajadores. Incluso podemos decir que se ha visto cómo se crea una interacción o vínculo más cercano a través del disfrute de las pausas activas en grupo, las cuales generan apoyo, camarería y en algunos casos competencia saludable. Las pausas activas deben formar parte esencial del cronograma diario de trabajo en cualquier empresa que construya y promueva un ambiente sano y seguro bajo un Cultura de Cero Incidentes.
