En los últimos años, se ha empezado a construir una mafia en torno al mercado rosa. La marca LGBTIQ+ es un nicho, un oasis de riqueza en medio del desierto, una marca que refleja uno de los valores más funcionales al sistema de acumulación de riqueza que conocemos como capitalismo en su etapa avanzada, se creó una propaganda cursi de la inclusión de la que se alimentan muchas empresas y se ha hecho costumbre que las bases de las organizaciones LGBTIQ+ se vendan con facilidad.
Gaypitalismo es un neologismo utilizado por Shangay Lily para describir el fenómeno gentrificador que una elite gay realizó en un antiguo barrio pobre de Madrid. De los outsiders y marginados de Chueca a la actividad devoradora del mercado inmobiliario que expulsa a los pobres.
En Tiquicia, el matrimonio igualitario genera 349 millones de colones solo en turismo, mientras que discriminar representa una pérdida del 1% del PIB del país. Si les parecen poco pensemos que la comunidad LGBTIQ+ es una minoría del 10% de la población entre turistas y nacionales y el porcentaje se reduce al 3% cuando vemos que la única clase capaz de alimentar al turismo rosa viene de las siglas LGB “Los cisgéneros, Gentlemen Bien adinerados”. -el resto TIQ+ permanece en la marginalidad-
En los acuerdos del compromiso “Sí acepto” Microsoft, Coca Cola y los hoteles Marriot están seguros que la inclusión reducirá las barreras para la inversión y mejorará su renta corporativa, ¡aleluya!
Así es como la marca de la inclusión salva al capitalismo que venía siendo desacreditado por sus prácticas salvajes e instituciones represivas como la familia, el matrimonio, el sistema educativo, la policía y la fuerza militar.
Nuestro poderoso sector tres de la economía, —el de servicios y turismo—, no quiere ataduras, vive del consumo de identidades basadas en la libertad y conocerse viajando por el mundo, este estilo de vida mainstream es todo lo contrario al estilo de vida de los primeros dos sectores económicos. Arraigados a la tierra por sus cultivos (sector 1) y alienados por la producción fordista (sector 2).
Esta es una oportunidad para las personas que ven negocios en los movimientos sociales, estos personajes reiteradamente intentan sacar provecho para el beneficio de pocos. Recientemente varias figuras como la activista Alhana Chavarría han comunicado el descontento por las actuaciones transfóbicas de los Pride Awards y el año pasado ya se había polarizado el movimiento con el cambio de dirección en sentido opuesto del desfile, (el movimiento ahora busca alejarse de un San José pobre y decadente como el centro histórico hacia una zona de crecimiento económico y verticalización acelerara como el sector de Sabana) Dos ejemplos que muestran el carácter poco democrático de una organización que esta más preocupada por la audiencia y el posicionamiento de la marca antes que las personas del propio movimiento social.
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