Por Yamní Isabel Delgado Obregón – Estudiante de la carrera de Odontología
De acuerdo con las cifras de la OMS (2019), cada año más de 8 millones de personas mueren a causa del tabaco. Más de 7 millones de estas defunciones se deben al consumo directo de tabaco y alrededor de 1,2 millones son consecuencia de la exposición de no fumadores al humo ajeno. Es sorprendente la magnitud del problema, puesto que, si bien la acción de fumar es una decisión personal, posee múltiples repercusiones negativas tanto para quienes fuman como para aquellas personas que no desean adoptar dicho hábito; estas pueden ser desde enfermedades autoinmunes, respiratorias y cardiacas hasta cánceres que también pueden llevar a la muerte. El porcentaje de riesgo que tienen las personas no fumadoras de padecer cánceres orales si se exponen por 10-15 años es más del 51%; dichos cánceres representan 447,751 nuevos casos anuales a nivel global. De ahí radica la importancia de concientizar a las poblaciones para que dejen el fumado (OMS, 2019; Sameth, 2002).
El tabaquismo afecta hasta a personas que están expuestas involuntariamente al humo, esto se evidencia en el estudio del grupo British Medical Journal sobre el control del tabaco, en donde se obtuvieron datos de 192 países. Los resultados reflejaron que perjudica en un 33% a hombres no fumadores, un 35% a mujeres no fumadoras e inclusive un 40% a niños de todas las edades. Esto se debe a que el humo de tabaco posee sustancias nocivas y cancerígenas que afectan el organismo; en ambientes cerrados este se queda en suspensión, permaneciendo en el aire horas, días y hasta semanas. Muchos recurren al uso de extractores o a la ventilación natural, pero esto no es suficiente, ya que, aunque desaparezca el olor, las moléculas quedan adheridas al cabello, ropa, muebles y otros. No se justifica que personas deban sufrir consecuencias negativas por las acciones de fumadores, por esto se han implementado medidas legislativas que controlan este hábito en entornos cerrados (Emeka et al., 2020; Behrmann, 2021).
La OMS se encarga de velar y proteger la salud de las poblaciones, por esta razón ha decidido colaborar en la lucha contra la epidemia del tabaquismo estableciendo en el 2008 un plan integrado conocido como MPOWER, el cual vigila el consumo, protege a la población del humo, ofrece ayuda para lograr el cese, advierte de los peligros, cumple las prohibiciones sobre publicidad, promoción y patrocinio, y aumenta los impuestos al tabaco. Su implementación ha sido eficaz en algunos países, ya que según el informe del mismo año, se vieron beneficiadas 400 millones de personas gracias a las políticas de control del tabaco (OPS, 2021).
Sin embargo, continúa siendo una preocupación, ya que más del 80% de los millones de fumadores provienen de países de bajos recursos, al mismo tiempo estos son los que representan la carga de morbilidad más alta con relación al consumo de tabaco. Esta conducta contribuye con la pobreza, pues al convertirse en un vicio, ese dinero no es destinado a cubrir solo las necesidades básicas de sus hogares. Además, muchos niños y adolescentes se exponen a diferentes riesgos en su salud como la enfermedad del tabaco verde al trabajar en su cultivo, esto se debe a la gran demanda del producto (OPS, 2021).
Muchas de las personas fuman por intentar llenar un vacío emocional, o bien presentan problemas psicológicos y adquirieron una dependencia física a la nicotina. Sin importar los motivos, se puede ofrecer ayuda y crear consciencia, ya que, sin apoyo, solo el 4% de quienes intentan dejarlo lo logran. El lograr erradicar esta adicción no es fácil, ni rápido, requiere de mucho compromiso y disposición; también de la ayuda profesional (OMS, 2019).
Finalmente, hay que recordar la situación actual del mundo, la pandemia por coronavirus, la cual ha convertido en personas de riesgo a los pacientes con enfermedades pulmonares, muchos de ellos fumadores activos, pasivos, y exfumadores. Esto provoca una situación de incertidumbre que genera estrés y ansiedad, motivando a otros a fumar para lograr relajarse momentáneamente. Por esta razón, se debe continuar fomentando el cese de dicho hábito, para el mejoramiento de la salud. Las campañas de prevención y de concientización bien dirigidas a poblaciones vulnerables van a permitir la disminución continua del consumo del tabaco. Esto debe ir de la mano con más leyes que protejan del humo a los individuos no fumadores, y deben ayudar a los fumadores a evitar su consumo. También previene a otros a no iniciar este hábito por el sinnúmero de consecuencias negativas que puede traer a sus vidas.
MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas. Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.
Referencias bibliográficas_
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Behrmann, E. (2021). El riesgo de ser fumador pasivo. Hospital Alemán. Servicio de Neumonología. https://www.hospitalaleman.org.ar/prevencion/el-riesgo-de-ser-fumador-pasivo/
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Emeka, P., Craig, P., Vittal, S. y Green, M. (2020). Impact of UK Tobacco Control Policies on Inequalities in Youth Smoking Uptake: A Natural Experiment Study. Nicotine & Tobacco Research, 22(11). 1973-1980. https://doi.org/10.1093/ntr/ntaa101
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OMS. (2019). Tabaco. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/tobacco
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OPS. (2021). OPS/OMS Medidas efectivas para el control del tabaco. https://www3.paho.org/hq/index.php?option=com_content&view=article&id=1350:medidas-efectivas-control-tabaco&Itemid=1185&lang=es
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Sameth, J. (2002). Los riesgos del tabaquismo activo y pasivo. Tabaquismo: Riesgo, percepción y política. 3-28. https://scielosp.org/article/spm/2002.v44suppl1/s144-s160/