Por Sebastián Villalobos Víquez - Estudiante de la carrera de Derecho

Es un tiempo convulso en el que vivimos, tal vez no por conflictos armados interminables, escasez o por plagas devastadoras, sino por un ambiente político extremadamente polarizado. La sociedad occidental ha logrado incontables avances, tanto en lo económico como en materia de derechos y libertades para sus ciudadanos, algo extraño en la historia. Ortega y Gasset (1930), a inicios del siglo XX, comentaba que el ser humano de hoy domina todas las cosas, pero no es dueño de sí mismo; se pierde en su abundancia y, a pesar de disponer de más medios, más saber y más técnicas que nunca, el mundo actual se dirige a la deriva. La desinformación, la parcialización de los medios de comunicación y las redes sociales, y el alza de movimientos sociales perniciosos ha generado un caldo de cultivo de todo aquello necesario para corroer la credibilidad en las instituciones públicas y el debate de temas importantes.

La principal causante de esta ola de polarización social es la desinformación. Una evidencia de esto se da en el contexto de la pandemia por la COVID-19, como resaltan varios investigadores (Pérez-Curiel et al., 2020), pues las comparecencias públicas de los presidentes de gobierno organizadas a raíz del coronavirus son una muestra del uso de desinformación y de falacia por parte de los líderes políticos, un hecho que se ha convertido en motivo de debate político. El nacimiento de las fake news ha sido la cumbre de este tema, pues han proliferado gracias al internet y al desdén que existe en muchas personas por buscar información verificada. Esta falta de información y contexto de los sucesos políticos es el primer síntoma de esta problemática.

“La polarización se manifiesta como fragmentación social entre extremos antagónicos, que son rígidos en sus posturas y exigen adscripción a uno solo de ellos” (Blanco y De la Corte, 2003, como se citó en Villa Gómez et al., 2020). La parcialización en los medios de comunicación es simplemente el catalizador, y somos culpables en parte al no verificar las fuentes que nos informan, y simplemente vemos una noticia en alguna red social y la tomamos como verdadera. Esto es muy peligroso, ya que la finalidad de los medios es vender, y para eso crean enemigos, desligan a la humanidad de un sector que está en contra de su narrativa, criminalizan a quien los critica y alaban a quien los reivindica. Todo este clima de división les genera mayor audiencia, véase como ejemplo las cadenas televisivas estadounidenses CNN y MSNBC durante la presidencia Trump y luego de esta. Poseían más espectadores durante los juicios políticos que cuando Joseph Biden fue juramentado.

Durante la última década, hemos visto cómo los movimientos sociales de corte marxista han florecido y se han popularizado tanto en Estados Unidos como en Latinoamérica. Black Lives Matter y Antifa son movimientos que, si bien sus nombres trasmiten unidad, al analizar bien sus fines políticos, nos damos cuenta de que son simples grupos de extrema izquierda que vienen a demonizar a sus opositores con diversos epítetos. “Se fundó (Black Lives Matter) en 2013 para luchar contra el racismo y hoy es una formidable fuerza de organización política cercana ideológicamente a los demócratas” (Alandete, 2021). En Latinoamérica vemos ciertos vestigios de esto con las manifestaciones y protestas que en ocasiones tienen algunos tintes ideológicos.

Es imposible que el ciudadano tenga confianza o credibilidad en sus representantes o en un Estado de derecho que se deja llevar por la desinformación, la parcialización política de los medios y por la presión que ejercen algunos grupos o movimientos sociales que tan solo buscan polarizar mediante lo “políticamente correcto” y eliminar el debate civilizado que ha sido una constante histórica. Muchas veces, la sociedad es el reflejo de quienes nos gobiernan. Seamos conscientes de esto y busquemos analizar cada situación con la mayor objetividad posible, tengamos malicia a la hora de revisar lo que nos quieren “vender”. ¿Es mucho pedir que veamos las dos caras de la moneda?

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.

Referencias bibliográficas
  • Alandete, D. (2021, 17 de julio). Black Lives Matter culpa a Washington de la miseria en Cuba. ABC internacional. https://www.abc.es/internacional/abci-black-lives-matter-culpa-washington-miseria-cuba-202107170048_noticia.html
  • Ortega y Gasset, J. (1930). La rebelión de las masas (Raúl Berea Núñez). https://monoskop.org/images/f/f6/Ortega_y_Gasset_Jose_La_rebelion_de_las_masas.pdf
  • Pérez-Curiel, C. y Velasco Molpeceres, A. M. (2020). Impacto del discurso político en la difusión de bulos sobre Covid-19. Influencia de la desinformación en públicos y medios. Revista Latina de Comunicación Social, 78, 86–118. https://doi.org/10.4185/RLCS-2020-1469
  • Villa Gómez, J. D., Velásquez Cuartas, N., Barrera Machado, D. y Avendaño Ramírez, M. (2020). El papel de los medios de comunicación en la fabricación de recuerdos, emociones y creencias sobre el enemigo que facilitan la polarización política y legitiman la violencia. El Ágora USB, 20(1), 18–49. https://doi.org/10.21500/16578031.4642