Por Jensy Patricia González Ríos - Estudiante de la Maestría en Gerencia de Proyectos
En el presente artículo, desde la perspectiva de la gerencia financiera de proyectos, se realiza un acercamiento a cómo definir e implementar los métodos para poder llevar a cabo nuestro más grande proyecto en nuestra vida personal. Estamos en la era de los proyectos. Sentimos una gran necesidad de organizar hasta en los más mínimos detalles lo que queremos hacer y los medios que pretendemos utilizar para conseguirlo. Esto es, sin duda, algo bueno y necesario en un mundo exigente, donde todos están obligados a llevar consigo una agenda que permita recordar y ser fiel a los compromisos adquiridos (Sciadini, P.2014).
Un proyecto es, ni más ni menos, la búsqueda de una solución inteligente al planteamiento de un problema tendiente a resolver, entre tantos, una necesidad humana. Cualquiera que sea la idea que se pretende implementar, la inversión, la metodología o la tecnología por aplicar, esta conlleva necesariamente la búsqueda de proposiciones coherentes destinadas a resolver las necesidades de la persona.
El proyecto surge como respuesta a una “idea” que busca la solución de un problema (reemplazo de tecnología obsoleta, abandono de una línea de productos) o la manera de aprovechar una oportunidad de negocio. Esta, por lo general, corresponde a la solución de un problema de terceros tales como la demanda insatisfecha de algún producto o la sustitución de importaciones de productos que se encarecen por el flete y los costos de distribución en el país.
Si se desea evaluar un proyecto de creación de un nuevo negocio, ampliar las instalaciones de una industria o reemplazar su tecnología, cubrir un vacío en el mercado, sustituir importaciones, lanzar un nuevo producto, proveer servicios, crear polos de desarrollo, aprovechar los recursos naturales, sustituir producción artesanal por fabril o por razones de Estado y seguridad nacional, entre otros, ese proyecto debe evaluarse en términos de conveniencia, de manera que se asegure que resolverá una necesidad humana eficiente, segura y rentablemente. En otras palabras, se pretende dar la mejor solución al “problema económico” que se ha planteado, y así conseguir que se disponga de los antecedentes y la información necesarios para asignar racionalmente los recursos escasos a la alternativa de solución más eficiente y viable frente a una necesidad humana percibida.
Existen diversos mecanismos operacionales por los cuales un empresario o persona decide invertir recursos económicos en un determinado proyecto. Los niveles decisorios son múltiples y variados, puesto que en el mundo moderno cada vez es menor la posibilidad de tomar decisiones de manera unipersonal. Regularmente, los proyectos están asociados interdisciplinariamente y requieren diversas instancias de apoyo técnico antes de ser sometidos a la aprobación de cada nivel. (Sapag y Sapag, 2008).
Sin embargo, al aplicarse a una instancia más personal, los aprobadores serían en algunas ocasiones la familia y en otros los bancos, que podrían financiar una idea o proyecto en el cual se desea invertir. Uno de los proyectos personales más reconocidos sería construir u adquirir una casa propia; si bien esta es una inversión, muchas personas no se toman el tiempo de generar un estudio sobre todas las variables que esto implica y los riesgos que podría conllevar el aplicar para una deuda que comprometa su futuro económico, por lo que es fundamental diseñar un plan financiero que le permita a la persona finalizar con éxito el proyecto personal.
El plan financiero ayuda a optimizar el manejo del dinero para alcanzar las metas financieras, sean estas compras, inversiones o ahorro. La idea es tener el control de las finanzas, para no terminar sometido a los dictámenes del dinero. Un plan financiero personal consiste en la definición de unos objetivos o metas financieras y las actividades necesarias para lograr dichos objetivos. Un plan financiero requiere control. Gastar dinero sin freno es una situación más común y recurrente que la del ahorro metódico y ordenado. Un plan financiero requiere la disciplina de tener los propósitos personales en mente en todo momento. También implica cierto nivel de sacrificio, como trabajos extra o no darse ciertos gustos. Sin embargo, estas limitaciones traen la recompensa de cumplir con las metas establecidas (Rodríguez, 2017).
Por lo tanto, desde mi perspectiva, todos somos gerentes de nuestro propio plan o proyecto de vida, y como se maneje será decisivo y acorde a las experiencias y conocimientos que mantenga la persona en el momento de implementarlo y proyectarse hacia el futuro estando más conscientes del presente. Se ha presentado una idea central sobre la gerencia financiera de proyectos y cómo esta puede aplicarse al proyecto de vida personal de cada individuo. Contar con un plan financiero es indispensable para que cada persona pueda desarrollarse de la mejor manera posible en sus proyectos personales.