Por Catalina González Mora – Estudiante de la carrera de Ingeniería Biomédica
Bien se sabe que las consecuencias que ha traído la pandemia del COVID-19 han cambiado radicalmente lo que conocíamos como normal, afectando desde el área económica hasta la social. La pandemia ha significado un año de cambios no necesariamente buenos para todo el mundo y la población espera con ansias la solución. La pregunta es ¿se volverá a la normalidad que se conocía cuando tengamos la vacuna? ¿O habrá que adoptar una nueva normalidad, otra vez?
Según el New York Times (2020), actualmente se está trabajando en 44 distintas vacunas contra el virus con esperanzas de que se puedan distribuir de manera masiva para el próximo año. (Madrigal, 2020). De las 44 vacunas en desarrollo, la mayoría de estas se encuentran todavía en fases tempranas y lejos de estar listas; no obstante, de las vacunas restantes algunas se encuentran en fases de experimentación y han sido aprobadas para ser utilizadas de forma limitada en la población y estudiar sus reacciones. Una de estas vacunas, fabricada por la compañía Pfizer, recientemente comunicó los resultados de su fase experimental, la compañía comunicó que la vacuna presenta una eficacia del 90% luego de la segunda dosis. No obstante, este es un estudio que seguirá en proceso y que debe ser comunicado y discutido con las distintas autoridades mundiales reguladoras (Madrigal, 2020).
En lo que a Costa Rica concierne, el gobierno decidió adherirse al programa de la Organización Mundial de la Salud “The COVAX-facility” (Ministerio de Salud, 2020) programa diseñado básicamente para que los países puedan adquirir vacunas de manera segura y eficiente (OMS, 2020). El país espera, siendo parte de este programa, poder proveer la vacuna a un millón de habitantes, dando prioridad a aquellos de alto riesgo.
Con base en lo anterior se puede deducir que la vacuna, esté o no cerca de ser aprobada y distribuida, no nos asegura la vuelta a la normalidad de inmediato. La realidad a la que nos enfrentamos es que, y esto basado en lo dicho por la doctora Maria Elena Botazzi (BBC News, 2020), aun con la vacuna la distribución de esta no será masiva para cada país. Por el contrario, cada país recibirá un porcentaje del encargo total que deberá demostrar se está aplicando debidamente en la población para recibir el porcentaje restante, el total es solamente del 20% de la población por país. Es decir, la distribución de la vacuna será de forma global un proceso lento y se deben continuar utilizando las medidas de protección. Además, es importante mencionar que este proceso en adición de llevar su tiempo, no es asumible que sea enteramente seguro, ya que se habla considerablemente de los efectos secundarios que dicha vacuna pueda causar a corto y largo plazo.
No obstante, y para concluir, la fabricación de la vacuna no es el único factor que impide volver a la vieja normalidad, la falta de liderazgo efectivo en varios países también ha jugado un factor esencial en la forma como se ha desarrollado la pandemia a lo largo del tiempo. La solución a la pandemia reside tanto en los científicos que se han dedicado a crear la vacuna como en la población y gobiernos de cada país, ya que en realidad la vacuna no es una solución al virus, es un elemento más para ayudar a controlarlo, evitar el contagio masivo y el colapso de los centros de salud. El virus seguirá presente, solo habrá un cambio paulatino en cómo nos adaptamos a vivir con él, así como hemos vivido con una cantidad de distintos virus durante años.
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