Por Megan Madrigal Amador – Estudiante de la carrera de Derecho
El rebote económico de América Latina y el Caribe no asegura un crecimiento sostenido, pues los impactos sociales se agudizan y se prolongarán en la reactivación; además, persiste el deterioro ecológico y retroceden las políticas ambientales (Flórez-Estrada Pimentel, 2021); por lo tanto, en relación con las nuevas elecciones presidenciales, los planes de gobierno propuestos y los discursos en práctica agudizan más la elección del voto, especialmente para les mujeres. Se ha visto que los gobiernos actuales han enfrentado procesos de respuesta ante la pandemia por la COVID-19, que han puesto en duda la credibilidad y sostenibilidad con respecto a la toma de decisiones de cara a la atención de la crisis, promoviendo nuevas áreas de discusión y puntos de ataque por parte de sociedad civil y partidos políticos de oposición.
Costa Rica, para el año 2022, tiene agendada la realización de las elecciones presidenciales, en donde se pondrá en juego el contexto que la pandemia ha dejado en el país. Dada la situación, y como es de esperar, grupos de interés por el poder del nuevo gabinete utilizarán a su favor las nuevas situaciones y retos, con la finalidad de fortalecer las posiciones que definen el voto en la ciudadanía; sin embargo, la brecha con relación a la equidad de género por parte de las mujeres sigue quedándose atrás. La pandemia por la COVID-19 lleva casi dos años en el mundo, atacando gran parte de la sostenibilidad económica y afectando las nuevas dinámicas de poder y enfoque por parte de los gobiernos; esta situación ha representado un reto incuestionable para las mujeres, quienes han estado en la primera línea de combate a la pandemia, ya que representan el 73 % del total de quienes trabajan en el sector de la salud (Flórez-Estrada Pimentel, 2021).
Asociado a la gran presencia de mujeres en el sector de salud, los roles que socialmente ha desarrollado este género ponen a prueba la recuperación de la sociedad en general. Sectores como el educativo, que tuvo que transformar completamente su forma de trabajar por medio de clases virtuales y modalidades remotas; y el doméstico, que representa el cuido asociado con el aumento de personas contagiadas por el virus de al COVID-19, profundizan la presión sobre las mujeres respecto de los cuidados remunerados y no remunerados, en un contexto en el que las mujeres ya dedicaban tres veces más tiempo que los hombres a tareas de cuidado no remunerado (Flórez-Estrada Pimentel, 2021).
Desde la perspectiva de respuesta ante las necesidades de la población, que deben ser el foco para los discursos y planificación de los nuevos interesados en el poder, se podría abrir paso a nuevas percepciones políticas, tanto hacia nuevas figuras públicas y partidos políticos con nuevo protagonismo dentro del estado costarricense. Sin embargo, los retos asociados a las propuestas electorales tendrán lugar protagónico dentro de los debates presidenciales, y el género es sin duda un punto vital para agregar y desarrollar dentro de las comunicaciones que realicen los candidatos presidenciales. Para ejemplificar,
la contracción de 2020 también dio lugar a un gran número de cierres de microempresas y pequeñas y medianas empresas (mipymes) y a la destrucción de capacidades productivas y humanas. Estos fenómenos afectaron más que proporcionalmente a las mujeres y reforzaron los nudos estructurales de las desigualdades de género (Flórez-Estrada Pimentel, 2021, párr. 3).
Por lo tanto, la aceptación de las propuestas por parte de sociedad civil dependerá del abordaje de las principales afectaciones que ha dejado la pandemia de la COVID-19, considerando en todo caso la manera en la que se planea abordar la condición de las mujeres que como se ha mencionado ya, han brindado una respuesta directa con respecto a la pandemia.
Desde un punto de vista epistemológico, desde las ciencias sociales, la idea de la democracia debe hacerse fácil, ya que la ciudad democrática exige, más que cualquier otra cosa, que sus propios principios y mecanismos sean generalmente entendidos (Sartori, 2007). Partiendo del entendimiento de esta democracia, es donde se nace la decisión para elegir un liderazgo gubernamental que garantice mejores condiciones económicas, sociales y de vida en general para los ciudadanos. Sin embargo, el impacto en relación con el género femenino no ha tenido un resultado positivo, y es una grave crítica ante la manera de plantear el discurso político, el cual debe agregar y garantizar que las mujeres serán parte de los procesos.
Más allá de esta garantía, se requiere credibilidad y confianza para que las mujeres ejerzan sus roles, sin que esto signifique decir no a oportunidades que contribuyan a su desarrollo profesional y personal; para ello, se tiene la necesidad de crear un gobierno democrático acorde con los requerimientos de las sociedades de la información, que actúe en cada momento con base en los principios de rendición de cuentas, transparencia y acceso a la información de interés general(Finol, 2021).
Las mujeres, más allá de que sean integradas en espacios de discurso, deben formar parte de los espacios de discusión y, además, contar con garantías de que sus condiciones de recuperación serán de calidad y asegurarán una mejor condición en su desarrollo personal y profesional que no comprometa su respuesta ante necesidades básicas y de desarrollo humano. Los partidos políticos direccionados al poder deberán velar por tener discursos que más allá de responder a los retos de recuperación de la pandemia, respondan también a que las estrategias planteadas incluyan integralmente la garantía por una condición de la mujer sostenible y equitativa.
