Por Alina Miranda Sandí - Estudiante de la carrera de Derecho
En el último año, el mundo entero ha vivido cambios inimaginables debido a la pandemia ocasionada por el virus de la COVID-19, los cuales han afectado todos los sectores de nuestra vida, en áreas como la educación, la salud y la economía. Sin embargo, una de las más afectada por esta situación ha sido el área laboral, debido a que millones de personas se vieron obligadas a dar un giro completo en cuanto a sus hábitos laborales, por lo que tomó más fuerza en miles de empresas y comercios uno de los actores principales de esta pandemia: el teletrabajo.
Como todo cambio al que se deba enfrentar una colectividad de personas, siempre se encuentran ventajas y desventajas; en el caso del teletrabajo, esto no fue la excepción. Para muchas personas, el traslado de sus labores al hogar fue un beneficio enorme, ya que cuentan con mayor libertad para adoptar sus propios ritmos de trabajo, no se ven obligados a desplazarse largos tractos en medio del tráfico o en transporte público para llegar a sus oficinas e incluso ahorran dinero en combustible y alimentación (Guzmán, 2020). Sin embargo, disfrutar de estas ventajas depende de muchos factores, ya que dependiendo de la situación, este cambio vino a ser más una complicación que una ventaja.
En cuanto a los factores negativos que ha presentado el teletrabajo, muchas personas han sentido cómo se les duplican o triplican las tareas durante el día, ya que deben ayudar a los hijos a hacer asignaciones escolares con sus clases virtuales, los trabajos del hogar siempre están presentes y aun así se debe mantener el ritmo laboral esperado. Además de esto, deben cumplir con los requerimientos que implica poder realizar sus labores desde el hogar como lo son el garantizar suficiente cobertura de internet y poder habilitar espacios en la casa para poder trabajar, lo cual a su vez podría implicar adquirir equipos y mobiliario (Nuñez, 2020).
Además del cambio enorme que ha ocasiona esta pandemia y la gran cantidad de retos que ha planteado para miles de empresas y sus colaboradores, a nivel jurídico, la implementación del teletrabajo bajo esta circunstancia de emergencia ha causado gran conmoción, especialmente a nivel de derecho laboral, debido a que, en Costa Rica, aunque existe una legislación que pretende regular el teletrabajo (Ley N.o 9738 del 2019), esta no pudo prever situaciones como las que causa una pandemia mundial, por lo cual deja lagunas jurídicas con respecto a las diferentes situaciones que el teletrabajo esta pueda presentar en relación con los trabajadores y sus patronos.
Aunque para muchas personas el teletrabajo vino a reinventar de manera positiva sus situaciones laborales, la realidad es que queda un camino largo que recorrer para poder asegurar que esta modalidad se puede implementar y regular de la mejor manera posible para todos los costarricenses. Un inicio para poder mejorar esta situación pudo haber sido el proyecto de ley 22230, el cual pretendía hacer una reforma a algunos artículos de la Ley 9738; sin embargo, este no fue aprobado. Resulta sumamente importante reformar esta ley en su totalidad, velando así por el bienestar de los trabajadores que se ven en la obligación de trasladar sus labores hacia esta nueva modalidad: el teletrabajo.