Por Jean Carlo Castro Sánchez Estudiante de la carrera de Ingeniería Industrial
Con paciencia, y un poco de irritación, una tercera hora del día pasa sin haber logrado ningún objetivo. La recepcionista se mantiene pegada a su celular, aunque de vez en cuando lo guarda para aparentar estar poniendo atención a lo que hace. Hay otros en la misma desesperante situación, hartos, y con la sensación de impotencia que siempre implica estas esperas infructuosas. Pero no es como si pudieran levantarse e irse, no es una consulta en el banco, o una entrevista de trabajo. Probablemente los que esperan en esa sala llevaban años esperando también en sus casas, con dolores, con carencias, con la duda de si lograrán llegar al día en que puedan esperar solo un par de horas para ser atendidos por la Caja Costarricense de Seguro Social.
Desde 1941, la Caja Costarricense del Seguro Social es una de la instituciones más emblemáticas del país, convirtiendo a Costa Rica en uno de los países con la mejor expectativa de vida del continente americano, incluso sobre Estados Unidos (Thelwell, 2020). De hecho, es gracias a esta institución que el país se ha convertido en un foco para el turismo médico, ya que nuestro país ofrece servicios médicos especializados desde un 50% hasta un 70% más barato que en países como Estados Unidos (Garza, 2021). Este atractivo convierte a la CCSS en una institución competitiva en cuanto a precios se refiere, ofreciendo que sus asegurados disfruten de todos sus servicios médicos.
Sin embargo, no existe tal cosa como un “almuerzo gratis”. El servicio de la Caja resulta una solución efectiva para todos aquellos que no pueden pagar un seguro médico privado, o que tienen ingresos muy reducidos. Y aunque la Caja obtiene sus ingresos directamente de las cuotas obrero-patronales, estas cuotas a veces no son pagadas por grandes contribuyentes ni el mismo Estado, lo que ha generado un estado de crisis en la institución (Roverssi, 2020).
Pero lo cierto es que aún con los ingresos obtenidos de esto, y la ineficiencia en el manejo en sus servicios, la institución apenas da abasto para satisfacer la necesidad de salud de muchos costarricenses, con listas de espera que se extienden por años o requerimientos burocráticos que solo ralentizan la atención, o el aseguramiento de muchos (Parra, 2021).
Durante la pandemia del COVID-19, la CCSS ha debido renegociar muchas de las cuotas de las cuales obtiene los fondos para subsistir (Ávalos, 2021). Aun así, muchos defensores de esta institución creen que esta pandemia evidenció la necesidad de esta institución para el país. Según Román Macaya, esta crisis permitirá que la Caja sea “catapultada al futuro y nos va a fortalecer como organización y como país” (Mairena, 2020).
Volvamos a la escena del comienzo de este artículo. La espera insoportable llega a su fin para muchos de los presentes en la sala de espera, algunos salensatisfechos de su cita, o de su revisión, otros todavía tienen el sinsabor de la desesperación que flotaba en el aire de la sala. Sin embargo, muchos de los presentes, muchos de los frustrados, viven con una mejor salud gracias a que este sistema existe, y aunque su eficiencia deja muchísimo que desear, lo cierto es que su ausencia sería aún más desastrosa para la vida de muchísimos costarricenses.