Por Ana Victoria Barquero Chaves - Estudiante de la carrera de Administración de Empresas
Las denominadas “fake news” cobraron notoriedad en el último año gracias a la pandemia por dos razones: debido a la facilidad y rapidez con la que se logran expandir a nivel mundial, y además por el gran impacto que genera en la población. La crisis sanitaria del COVID-19 ha ocasionado que la demanda de datos incremente, sin embargo, se sabe que los productores de estadísticas no siempre están tras las mejores intenciones, lo cual puede causar una distorsión en la información. Es aquí donde se ve la importancia que deben tener los ciudadanos en cuanto a la verificación de datos para asegurarse que provienen de las fuentes más confiables y que no posean intereses de por medio.
En los tiempos de pandemia, entre preocupados y desinformados, se suma a la lista el mal uso de las cifras sobre el COVID-19, lo que a su vez trae consigo diferentes contextos, los cuales podrían distorsionar los factores que explican sus causas y consecuencias sociales. Cuando se lee información sobre la pandemia usualmente se suelen ver ciertas expresiones como “X país está como líder principal en contagios” o que “es la enfermedad con más contagios en años”. El uso de este lenguaje ejemplifica las estadísticas descontextualizadas y lejos de llevar a la reflexión. Por otro lado, una gran cantidad de analistas se preocupan por llegar a conclusiones profundizando en las cifras. Entre mayor crisis se sabe que la confiabilidad de los datos sobre la misma, son más escasos, ya que obtenerlos con exactitud y precisión requiere de más tiempo por lo que muchos medios de comunicación acuden a información rápida, que resulta en falsa. La experiencia de los especialistas asegura que no importa cuál sea el acontecimiento a analizar, siempre se tienen diferentes métodos para contabilizar los resultados.
Se considera que en esta pandemia los datos han sido grandes protagonistas en la crisis, ya que el COVID-19 ha resaltado la importancia de generar estadísticas oficiales confiables para la medición de datos estadísticos en la vida cotidiana y económica. Sin embargo, muchas fuentes son alteradas por intereses de los mismos estadísticos, generando así caos político, económico y social. Se conoce, además, el derecho de los ciudadanos de saber y tener los datos claros, más cuando se habla de una crisis mundial; sin embargo, por otra parte es responsabilidad de la ciudadanía mantenerse informados con una actitud crítica donde podamos escuchar diferentes puntos de vista, siempre y cuando sean de fuentes verídicas.
El “virus” de las noticias falsas pone en alerta a cientos de personas, debido a que por medio de las redes sociales corre en menos de 1 minuto. Estas noticias facilitan los rumores y la desinformación que se vive actualmente. Según la OMS, “no solo estamos luchando contra una epidemia, sino también con una infodemia.” (Méndez, 2020). La gran cantidad de noticias falsas se propagan mucho más rápido y más fácilmente que el COVID-19 siendo ambas igual de peligrosas. La viralización de la información falsa influye de manera directa en la conciencia colectiva y el problema está en la rapidez con la que se propaga, en especial si su autor la promociona y comparte a partir de diversos cuentas y redes simultáneamente.
Según datos de una encuesta realizada por ESET Latinoamérica, en el mes de mayo, más del 70% de los participantes aseguró que durante la pandemia recibió o tuvo contacto con noticias falsas relacionadas al COVID-19, principalmente a través de redes sociales (72%) aunque también a través de WhatsApp (51%) y en portales de noticias poco confiables (36%). (Méndez, 2020).
La mejor manera de evitar la desinformación es actuar de forma responsable, se basa en examinar el efecto que podría tener la difusión de la información, conceder tiempo para conocer el entorno de la nota (fuente, fecha, medio), así como salir de la burbuja y consultar más al respecto previo a compartir. Si no se tiene la certeza de la autenticidad de la información, se necesita evadir compartir el contenido. Esto es primordial, debido a que así se rompe la cadena de desinformación y contribuimos a que menos personas logren verse dañadas. Sin embargo, los medios y dirigentes de crítica juegan un papel por igual fundamental, debido a que frecuentemente son los emisores iniciales de la información. Si los datos resultan equivocados, el efecto es mucho más grande: con una enorme predominación poseen una enorme responsabilidad.
Sin lugar a dudas, es un asunto que seguirá en tendencia, que necesita de más enseñanza y concientización; del mismo modo en la que hablamos de otros riesgos en Internet y de la forma de protegernos, es fundamental enfrentar el problema de las fakes news de manera generalizada, en busca de formar usuarios que usen la tecnología de una manera cada vez más responsable, consciente y, por su puesto, segura.
Para finalizar, al margen de las cifras, son primordiales las lecciones aprendidas, el tamaño en que seamos capaces de juntar vivencia y sustraer entendimiento de los datos que arroja el coronavirus, de incorporarlos a la sabiduría colectiva. Y para destilar aprendizajes se requiere examinar los entornos en que se lleva a cabo esta enfermedad pandémica y los componentes que sostienen sus razones y secuelas.
MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas. Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.
Referencias bibliográficas:
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Méndez, M. S. (2020, 15 abril). Infodemia: la pandemia de noticias falsas sobre COVID-19 también cobra vidas. Semanario Universidad. https://semanariouniversidad.com/pais/infodemia-la-pandemia-de-noticias-falsas-sobre-covid-19-tambien-cobra-vidas/