El mundo nunca ha estado tan endeudado como lo está hoy. La pandemia aceleró la velocidad con la cual crece la deuda, pero la tendencia al alza tiene décadas de estarse dando. Los gobiernos, empresas y hogares pidieron $24 trillones de deuda durante el 2020 para contrarrestar los efectos de la pandemia. Esto significó que la deuda total global alcanzó la cifra astronómica de $281 trillones al cierre del 2020, lo cual equivale a 355% del PIB mundial; ¡3.55 veces más grande que toda la producción mundial! En el gráfico de la izquierda se puede ver el crecimiento sostenido de la deuda global y el pico durante el 2020. Gran parte de esta deuda ha sido comprada por los Bancos Centrales (BC) del mundo que han tomado el rol de prestamista de última (¿o primera?) instancia para que los Gobiernos puedan endeudarse tranquilamente (gráfico de la derecha).

Note cómo se mueven en perfecta coordinación el incremento de la deuda de Gobiernos con el incremento de los activos de BCs. Me interesa explicarles el concepto de la trampa de deuda que se esconde detrás de esta montaña de deuda que el mundo ha acumulado.

Una trampa de deuda es cuando un país se ve forzado a recurrir fuertemente a deuda nueva con la esperanza de conseguir crecimiento económico; dicho crecimiento no se logra y el país utiliza aún más deuda para conseguirlo (no sé por qué me recuerda al Sr. Madoff). De esta manera, el Gobierno jala poder adquisitivo del futuro para utilizarlo hoy, que es el poder que tiene la deuda.

La trampa de deuda se empeora cuando la deuda que el país acumula no se utiliza con fines productivos que generen beneficios para la economía. Piénselo así, cuando una empresa se endeuda, el objetivo debe ser incrementar la productividad. Entonces si la deuda tiene un costo financiero del 5%, el retorno del proyecto en el que se invierten estos fondos debe superar el costo de la deuda. Este tipo de deuda se denomina deuda productiva y trae crecimiento futuro que permite repagar dicha deuda. La COVID-19 forzó a la mayoría de los Gobiernos a endeudarse para batallar los efectos de la pandemia. Note en el gráfico siguiente cómo los Gobiernos de países desarrollados y emergentes recurrieron a la deuda para enfrentar la pandemia y esto hizo que el nivel de deuda en países desarrollados iguale el pico de la II Guerra Mundial, y en los emergentes alcance el nivel más alto en casi 100 años de historia.

El mundo se ahoga en un mar de deuda y desafortunadamente esta nueva deuda, aunque necesaria, no es productiva y empeora el futuro económico. El nivel de deuda de Estados Unidos (y del mundo) crece a velocidad temeraria y cada vez se necesita más deuda para alcanzar el mismo nivel de crecimiento del PIB. En mi opinión, la métrica PIB es un engaño que nos da un sentido de falsa seguridad cuando tiende al alza, pero no nos muestra la deuda que se necesitó para lograrlo. Por ejemplo, la deuda total mundial en el año 2000 era de $62 trillones y el PIB era de $33.5 trillones. Del 2000 al 2018, el crecimiento económico mundial subió de $33.5 a $80 trillones; mientras que la deuda total alcanzó $247 trillones. Esto significa que el mundo necesitó $185 trillones de deuda global para lograr $46 trillones de crecimiento económico. El mismo ejercicio para Estados Unidos muestra que se necesitó $18 trillones de deuda para generar $14 trillones de PIB en el periodo entre 1994 y 2019. El gráfico adjunto confirma esta tendencia.

El problema fundamental de la deuda no es tanto su velocidad de crecimiento, sino que, si se analiza su productividad, es evidente que algo está muy mal. La productividad de la deuda medida como el crecimiento del PIB por dólar adicional de deuda viene mostrando señales alarmantes. Como cualquier otro factor, si la deuda se abusa, su beneficio marginal tiende a la baja. Piénselo así, si en un partido de futbol a un equipo le permiten agregar 1 jugador adicional y jugar con 12, entonces este nuevo jugador tendrá un gran beneficio marginal para el equipo porque permite construir nuevas jugadas. Si de repente al mismo equipo se le permite agregar 10 jugadores adicionales y así jugar con 21 jugadores, esto deja de ser beneficioso y se convierte en una debilidad para el equipo porque hay tantos jugadores en el terreno de juego que entre ellos se estorban. Ese es el concepto de productividad marginal de la deuda.

En Estados Unidos en 1952, cada $1 de deuda nueva generaba $0.80 de crecimiento económico (gráfico siguiente). Conforme la deuda crece, el efecto de productividad marginal baja hasta el punto de que, en 2020, cada $1 de deuda nueva genera $0.35 de crecimiento económico. Si esto no lo asusta, lo envidio.

Lo que esto dice es que Estados Unidos cada vez requiere mayor cantidad de deuda nueva para intentar generar la misma cantidad de PIB, pero como la productividad marginal va de picada, esto crea el ciclo vicioso de que se necesita más deuda para crear menor PIB y así sucesivamente. Esto, mi estimado lector, es una trampa de deuda que deteriora la economía de cualquier país porque la carga de deuda puede llevar a que se dejen de invertir recursos en proyectos productivos y se utilicen para pagar deuda o en programas no productivos como los estímulos fiscales a cada persona para enfrentar la pandemia.

¿Fue importante ayudar a la gente con el estímulo fiscal? Si.

¿Es productivo endeudarse para ayudar a la gente con dicho estímulo? No.

EPB Research publicó unas estadísticas interesantes. Antes de la recesión del 2007, se necesitaban $9 trillones de deuda para crecer el PIB en $1.3 trillones o 4.9% por año expresado en crecimiento porcentual. El mismo monto de crecimiento del PIB de $1.3 trillones únicamente significó un crecimiento porcentual del 3.2% durante el 2019. En otras palabras, el monto de $9 trillones de deuda ayudan a alcanzar un crecimiento nominal del PIB cercano al 5% durante 2005-2007 y únicamente ayuda a alcanzar un 3% de crecimiento PIB durante 2018-2020. El problema de la utilidad marginal de deuda significa que hoy Estados Unidos necesitaría $10 trillones de nueva deuda para crecer el PIB en $1.5 trillones, lo cual significaría únicamente un crecimiento porcentual del 3%. En resumen, note como cada vez se necesitan montos mayores de deuda para crecer el PIB y el crecimiento que se genera del PIB es cada vez menor. Esto es insostenible y la definición de una trampa de deuda. El gráfico abajo confirma esto, Estados Unidos generaba $0.52 de PIB por cada $1 de deuda durante el periodo de recesión de 1980. Para la recesión del 2020, el mismo cálculo muestra que se genera $0.17 de PIB por cada $1 de deuda.

Hemos vivido por décadas dentro de un sistema económico obsesionado con crecimiento del PIB a cualquier costo. Los Bancos Centrales y los Gobiernos sufren cuando ven que la inflación y el crecimiento PIB se deterioran y han mostrado que están dispuestos a, en las palabras de Mario Draghi, “hacer lo que se necesite” para alimentar la maquinaria del PIB. Los Bancos Centrales antes eran prestamistas de última instancia y hoy son creadores de mercado de primera instancia. La deuda ha sido su medicina por excelencia para inyectarle adrenalina a un paciente moribundo, pero en el proceso han abusado de dicha medicina y el paciente ya no muestra señales de mejora. Nadie sabe qué pasará en el futuro, pero lo que si es claro es que es locura hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes.

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