Por Andrew Alexander Jiménez Walters – Estudiante del Green Club de ULACIT
Pensar en verde es mucho más que preocuparse por el planeta y todo lo que en él habita, es tomar acciones encaminadas a reducir los efectos negativos que las actividades cotidianas tienen y con ello beneficiar al medio ambiente. Entre las múltiples soluciones pensadas en verde, surgen los autos eléctricos, que podrían ser el futuro de esta industria que beneficiaría al planeta y cuya comercialización está en crecimiento. Son vehículos que cuentan con uno o varios motores eléctricos para impulsarse, transformando el 90% de la energía eléctrica de sus baterías recargables en movimiento. De esta manera, logran reemplazar la clásica forma de tracción basada en la quema de combustible y se vuelven más eficientes. Los motores de este tipo de coches poseen un regulador eléctrico compuesto por varios subsistemas que gestionan toda la energía que va hacia el motor o que sale de él, y que finalmente influyen en la autonomía del auto.
Café solo o con leche, tortilla con o sin cebolla, vehículos eléctricos o automóviles convencionales. Nuestra vida está llena de pequeñas elecciones que, en ocasiones, pueden ser muy significantes. ¿Te has planteado alguna vez cómo influyen estas aparentes nimiedades sobre el medio ambiente? Todo lo que consumimos o utilizamos tiene un mayor o menor impacto sobre el planeta y sus recursos naturales porque requiere del uso de agua, energía o combustible para su fabricación o funcionamiento. Y es el compromiso con la sostenibilidad el que hace que surjan nuevas alternativas de productos o servicios, como los coches eléctricos. Pero ¿son estos más ambientalmente saludables?
Actualmente disponemos de muchas opciones de transporte a nuestro alcance. Nos ahorran tiempo, nos acercan a las personas que nos importan y, también, influyen sobre otros aspectos de nuestra vida como la contaminación o la salud. El Programa del Medio Ambiente de las Naciones Unidas entiende que el transporte es un medio para promover la actividad económica y el bienestar del ser humano. Pero también señala que este sector influye de forma importante sobre la emisión de gases de efecto invernadero y la contaminación.
Los automóviles propulsados mediante motores eléctricos se han transformado en los últimos años en una alternativa cada vez más seria dentro del mercado del transporte privado. Lejos han quedado los tiempos en los cuales estos coches ofrecían velocidades ínfimas: hoy es posible lograr una interesante funcionalidad con estos aparatos y, a la vez, hacer un importante aporte al medio ambiente. Las emisiones de CO2 y otros gases contaminantes son uno de los principales factores por los cuales se continúa acelerando el cambio climático y se agudizan otros graves problemas medioambientales. Pero la energía empleada para el transporte privado y público en las grandes ciudades, basada en los derivados de los hidrocarburos, deberá cambiar de una u otra forma en las próximas décadas.
La industria del automóvil es consciente de su huella en el medio ambiente. Durante los últimos años, tanto la administración como las marcas han puesto de su parte para contribuir a un futuro más sostenible. Se quiere conseguir una movilidad que emita el mínimo de emisiones posible, fomentando la fabricación y el uso de vehículos eléctricos. El debate se complicó con las últimas intervenciones de Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia internacional de la Energía. Birol afirmó que los beneficios de los coches eléctricos no eran suficientes para combatir el cambio climático. La razón a sus argumentos se encuentra en que, a pesar del rápido crecimiento que está viviendo este sector, el consumo global de petróleo no se ha reducido.
Para concluir, con el avance del cambio climático, la contaminación del aire y otras crisis ambientales, los autos eléctricos han pasado de ser una fantasía ambientalista a ocupar un lugar protagónico como herramienta para reducir las emisiones de gases causantes del cambio climático. A pesar de que la eliminación de los combustibles fósiles es algo deseable para descarbonizar nuestra vida diaria, la mera transición de motores de combustión a motores eléctricos es un desperdicio, ya que deja intactos otros problemas estructurales de nuestros modelos de transporte.