El Asma es una enfermedad respiratoria reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de gran importancia para la salud pública debido a su alta prevalencia a nivel mundial. De acuerdo con la OMS, para el año 2016, aproximadamente 339 millones de personas padecían dicha enfermedad en todo el mundo, y más de 400 mil muertes fueron por causa del asma durante el mismo año.
El Día Mundial del Asma, es una celebración global que se lleva a cabo cada mes de mayo, la cual es promovida por la Iniciativa Global para el Asma (GINA, por sus siglas en inglés), una organización colaborativa de la OMS; y que tiene como objetivo concientizar a todas las personas sobre esta enfermedad, y la importancia de su adecuado control y tratamiento.
10 cosas que debe saber del Asma
¿Qué es el Asma?
El Asma, es una enfermedad crónica no transmisible, que se caracteriza por un grado variable de inflamación y estrechez de las vías respiratorias, el cual produce obstrucción y dificultad para respirar, la cual puede llegar a ser mortal si no se administra el tratamiento necesario con prontitud. Es una patología relativamente común, y tiene un amplio rango de presentación y gravedad, yendo desde un “silbido” ocasional muy leve al respirar, hasta el cierre total de las vías aérea.
¿Desde cuándo existe el Asma?
Existen descripciones de los síntomas de esta enfermedad pulmonar desde aproximadamente 2600 años Antes de Cristo en China, donde se mencionan los términos de “exhalación con la boca abierta, jadeos, señal respiratoria de socorro” y el característico sonido de “silbido al respirar” que produce el asma.
Sin embargo, fue hasta aproximadamente 100 años después de Cristo que Aretaeus de Cappadocia, un médico griego, elaboró la primera descripción acertada de la enfermedad, la cual fue muy similar a la que se maneja hoy en día.
¿Qué ocurre en el sistema respiratorio cuando padecemos Asma?
Parte de nuestro sistema respiratorio está formado por la tráquea, la cual se divide en dos bronquios principales que entran en los pulmones y permiten de esta forma la movilización de aire desde la nariz hasta los pulmones.
Cuando se sufre esta enfermedad, la capa que recubre el interior de los bronquios, llamada mucosa, se inflama y esto produce que las vías respiratorias se vuelvan más estrechas y a su vez que aumente la producción de mucosidad; condiciones que conllevarán a un efecto de obstrucción el cual disminuirá el flujo de aire que se moviliza desde y hacia los pulmones, generando la dificultad para respirar. Cabe destacar que, según sea el grado de obstrucción, así será la limitación al flujo de aire, pudiendo ser esta mínima o tan severa como para que no se logre el aporte de oxígeno necesario a para el cuerpo.
¿Qué tan frecuente es el Asma?
De acuerdo con la OMS, se estima que, en el año 2016, más de 330 millones de personas padecían esta enfermedad alrededor del mundo, y cerca de 420 mil muertes fueron atribuidas al asma a nivel global durante el mismo año, siendo la mayoría de estas ocurridas en países de ingresos bajos y medios.
En el caso de Costa Rica, de acuerdo con los datos del Instituto para la Métrica y Evaluación de la salud del 2019, se calcula que alrededor de 5200 costarricenses por cada 100 mil padecían esta enfermedad, y aproximadamente 34 mil nuevos diagnósticos de Asma se efectuaban cada año.
Es importante mencionar que los niños y niñas suelen ser los más afectados por Asma, y a pesar de que el porcentaje real de casos es difícil de aproximar debido al subdiagnóstico médico y el autodiagnóstico, estudios realizados muestran que, en Costa Rica, la prevalencia en niños de entre 6 y 14 años puede ser superior al 20%.
¿Qué factores de riesgo existen?
Los principales factores de riesgo para el desarrollo del Asma, son la combinación de predisposición genética, con la exposición ambiental a sustancias inhaladas que pueden desencadenar una reacción alérgica la cual producirá irritación de las vías aéreas.
Alérgenos como el polen, los ácaros, el polvo, el humo de cigarrillo, la contaminación, el moho, productos de limpieza, entre otros pueden desencadenar un ataque de asma en las personas predispuestas. El aire frío, el ejercicio, la obesidad, las infecciones respiratorias e incluso algunos medicamentos como los antiinflamatorios y la aspirina pueden también producir una exacerbación.
¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?
Se debe tomar en cuenta que los síntomas pueden variar de persona a persona y también según la severidad de la exacerbación asmática que se está sufriendo.
La disnea (falta de aire), tos seca y sibilancias (silbidos al respirar) suelen ser los síntomas más comunes, y suelen verse exacerbados durante cuadros de alergias y resfriados. Es bastante común también, que sean de mayor intensidad durante el horario nocturno, ambientes fríos y provocados por actividad física.
Los niños menores y con cuadro agudos de exacerbación severa de asma pueden presentar, además de los síntomas respiratorios, cuadros de confusión, somnolencia, insensibilidad y cianosis (coloración azul en los labios debido a la falta de oxígeno).
¿Cómo se diagnostica el Asma?
El antecedente de eventos clínicos recurrentes de obstrucción bronquial es un dato clave para el diagnóstico en el cual el médico indagará, consultando por los síntomas previamente explicados, así como sus patrones de exacerbación.
El médico también realizará una exploración física, con el objetivo de descartar otras posibles patologías, como infecciones respiratoria o enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
Adicional a lo mencionado, y con fines tanto diagnósticos como de categorización de la severidad de la enfermedad asmática, deben realizarse también estudios especiales de función respiratoria, llamados Espirometría y Flujo Espiratorio Máximo, los cuales permiten realizar estimaciones sobre el grado de estrechez existente en los bronquios para predecir un posible mal funcionamiento y deterioro pulmonar. Estos estudios usualmente se realizan mediante un aparato medidor de flujo el cual se posiciona en la boca mientras se realizan respiraciones, antes y después del uso de un medicamente “broncodilatador”, como lo es el salbutamol.
¿Existe una cura para el Asma?
El asma es una enfermedad que no posee una cura en la actualidad, sin embargo, con el adecuado tratamiento puede ser controlada. El tratamiento específico de cada paciente dependerá de la clasificación según grado de severidad presentado, por lo que debe tener presente que quizá su tratamiento sea similar más no igual al de otras personas con Asma.
El tratamiento médico se basa principalmente en el uso de inhaladores, llamados “broncodilatadores” (como el salbutamol) que ayudan a dilatar (abrir) las vías respiratorias, junto con otros llamados “corticosteroides” (como la beclometsona), los cuales disminuyen y controlan el grado de inflamación de estas. Existen otros tratamientos orales, que pueden adicionarse, en caso de no lograrse un adecuado control del paciente únicamente con inhaladores.
En sus primeras instancias, el Asma puede no requerir medicación diaria, y solo ser necesaria para casos de crisis o de forma preventiva para el ejercicio. A medida que se avanza en el grado de severidad, puede requerirse el uso de estos medicamentos de forma fija, en diferentes dosis y ocasiones al día, y como se mencionó anteriormente, incluso la asociación de otras terapias orales para reforzar el efecto de los inhaladores.
Es importante recalcar que, una vez recetados los medicamentos por su médico de cabecera, resulta imperativo el apego al pie de la letra del esquema de tratamiento proporcionado, tanto en la cantidad como en la frecuencia de inhalaciones, si se desea un adecuado control y disminución de la cantidad de episodios de crisis asmática, ya que el uso esporádico, si bien puede generarle una sensación de bienestar al momento de presentar síntomas, no prevendrá el desarrollo de crisis.
¿Puedo prevenir una crisis asmática?
La respuesta es sí. Con el adecuado uso de los broncodilatadores y corticosteroides inhalados, así como con la evitación de los alérgenos que más le afecten, usted puede lograr un adecuado control de la enfermedad, que disminuirá las probabilidades de desarrollar una crisis asmática, y en caso de presentar una, facilitará su manejo.
Es importante muy mantener un control con su médico, ya que encontrar las dosis óptimas de tratamiento puede no ser fácil y es necesario un seguimiento de cerca mientras se calcula la cantidad óptima de medicamento que usted necesita administrarse. De igual forma, esta cantidad puede cambiar a lo largo se su vida, según sea su apego al tratamiento, llegando en ocasiones incluso a requerir dosis más bajas una vez ha alcanzado exitosamente el control de la enfermedad.
¿Existe más riesgo de contraer COVID-19 si tengo Asma?
Como ya ha sido descrito previamente, las vías respiratorias del paciente con Asma se encuentran irritadas, lo que no solo las hace más susceptibles a infecciones respiratorias, por ejemplo, las virales como por el virus que produce COVID-19, sino que también, dichas infecciones producirán una reacción inflamatoria bronquial más severa en comparación con una persona sana, lo que conlleva a un aumento en la probabilidad de sufrir una crisis respiratoria grave y una peor evolución de la enfermedad infecciosa.
Es por esta razón que el Asma mal controlada, es un importante factor de riesgo para esta y cualquier otra infección respiratoria, por lo que en caso de padecer Asma y no tener aún un adecuado control, este es el momento más importante para acudir a su médico e iniciar un tratamiento de control y prevención de esta patología.
Con un adecuado control del Asma, aunado al seguimiento estricto de los protocolos y medidas de prevención brindadas por las autoridades, disminuirá el riesgo de contraer esta enfermedad.
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